Entre el guitarrista de nombre Andrés Herrera Ruiz y su proyecto personal bautizado como Pájaro hay todo un recorrido nutrido por muchas y variadas paradas poniendo su talento a disposición de otros (Silvio, Pata Negra, Kiko Veneno…). Probablemente sin ese bagaje previo habría sido imposible concebir una propuesta tan suculenta y diversa como ésta. Iniciada con el sorprendente Santa Leone, continúa ahora tras cuatro años desde aquel debut con un nuevo y descomunal álbum, He matado al ángel.
Acompañado a su diestra por Raúl Fernández, y un resto de banda hasta el momento estable en su formación, este reciente paso ratifica y amplifica esa visón musical con epicentro en Sevilla pero capacitada para sobrevolar por encima de fronteras y géneros. Un conjunto global en el que, al contrario de lo que sucede en otras ocasiones, las composiciones de carácter instrumental, que suponen prácticamente la mitad en cuanto a número, no tienen un mero significado anecdótico o de demostración técnica, sino el de cohesionar y afianzar el sentido genérico de la grabación.
Afilando, profundizando y a la larga magnificando todavía más un sonido que parece surgido de los sombríos cruces de caminos, queda descartada la casualidad como explicación para que un trabajo de sus características se inicie con «Apocalipsis», flanqueado por unas trompetas que igual desatan los siete sellos bíblicos como nos sitúan en el desierto almeriense, y se cierre con el sobrio y descarnado tango «El condenado». Entre ambas, todo un recorrido por esos turbios ambientes que chapurrean acento italiano al interpretar rock and roll («Vieni con me»), entonan un siniestro surf, «Costa Ballena», traen a la memoria a un Silvio vestido de rocoso rockabilly («El pudridero»), o serpentean, con la ayuda de Guadalupe Plata, bajo el hipnótico boogie blues de «Sudeck Man».
No se me ocurre una mejor y más apropiada banda sonora para estos desorientados y oscuros tiempos que la contenida en este intenso, profundo y acongojante disco. Regresemos pues a las catacumbas si así debe de ser, pero hagámoslo en compañía de la mejor música.
Texto: Kepa Arbizu
Foto: Oscar Romero (junto a Chencho Fernández)