Rutas Inéditas

Quique González y el Rock & Roll

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Entrevisté a Quique para la edición de papel de Ruta 66 con motivo de la aparición de su anterior disco, Delantera Mítica (Last Tour Records, 2013). Fue una charla muy agradable, larga y con contenido, realizada a través de Skype. Una de las preguntas a la que lo enfrenté fue la de si lo veríamos alguna vez entregando un disco completo de rock. Su respuesta fue honrada y sincera, “lo haré cuando lo sienta, cuando me salga, sin forzar…”. No debería tener que aclarar que el rock no son solo decibelios al once, melenas al viento, cuernos al aire, bolas ocho y botas de chúpame la punta. El rock es muchas otras cosas.

Aquella pregunta surgió a causa de mi relación hasta el momento con los álbumes del madrileño. Una montaña rusa de quiero y no puedo por mi parte. Intuía su potencial, disfrutaba enormemente con algunas de sus canciones pero otras no me entraban ni a tiros. Vamos, que si le pidieran a un servidor elegir lo mejor de su carrera desde Personal (1998) hasta el citado Delantera Mítica creo que con un doble álbum hubiera tenido suficiente. Bueno, pues me gustaría dejar claro que en mi modesta opinión este sí es el disco de rock que un servidor le reclamaba en aquella pregunta. Desde la producción, suena mucho más “americano” y robusto que los que registró en el país de las barras y las estrellas, hasta la última sensación que emana de sus surcos. No encuentro aquí aquellos detalles que lo emparentaban con el típico y tópico cantautor nacional y que tanto me costaba asimilar.

También me da la sensación de ser un trabajo más de banda. Me explico, imagino, y quizás me equivoco, al artista integrado entre los músicos que forman Los Detectives, siendo uno más, trabajando en conjunto, rodando las canciones, puliéndolas al unísono, corriendo todos en la misma dirección, Born To Run hermanos y hermanas… Y ya que citamos el himno escrito por Springsteen debo mencionar que este es el primer disco de González en que veo reflejados en su totalidad aquellos nombres que citaba como referencias y que yo era muchas veces incapaz de divisar. Aquí sí que percibo el eco de Petty, Dylan, Ryan Adams o Neil Young en la decena de temas y no solo en unos cuantos.

Ah, los temas, no dudo lo más mínimo en afirmar que este es el mejor disco de su carrera y me baso en eso, en las canciones. Suenan naturales, desinhibidas, con cierto descaro y chulería que les otorga una seguridad y un aplomo que se pude palpar desde el primer acorde. Ese aire macarra de la estupenda «Charo», la parte vocal de Caroline Morgan es de traca, donde recrea esa característica simbiosis de voz masculina y femenina tan propia del rock de raíces es algo que nunca antes había estado tan presente. El espíritu de «Se Estrecha el Corazón», «Cerdeña» o «Ahora Piensas Rápido» conecta por línea interna con «Piedras y Flores», aquella pequeña maravilla folk contenida en Kamikazes Enamorados y que era, hasta ahora, mi canción preferida del artista. La potencia brota de «Sangre en el Marcador», con las guitarras en su punto y la pureza del rock norteamericano más clásico que también respira en el obsesivo riff de piano de «Relámpago», sí, allí donde se cita a The Last Waltz de The Band y las cintas en el sótano de Bob, o la cadencia rítmica de «No es lo que Habíamos Hablado».

Punto y aparte para la pieza de cierre, un sentido recuerdo a sus padres fallecidos metafóricamente encarnados en las cuatro paredes de la casa en que habitaron y donde, si no voy errado, él creció y sentó las bases de la persona que es ahora. Unos versos sencillos pero demoledores que describen perfectamente la sensación de vacío que queda ante la muerte de seres queridos, los recuerdos, los reproches y la duda de si has hecho realmente todo lo que debías por ellos envueltos en unos arreglos que realzan el dolor de la pérdida.

Con Me Mata si me Necesitas ha clavado el dardo justo en el centro de la diana. Esto es lo que un servidor esperaba de Quique desde que unos amigos me llevaron a descubrir su obra con la excusa mi afición al rock parido en Norteamérica. Más vale tarde que nunca.

Manel Celeiro

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