Unas 40 millones de unidades vendidas desde octubre del 77. Poca broma. Y sigue despachando réditos a razón de 200.000 / 300.000 copias anuales. Recuerdo mi reacción la primera vez que escuché el álbum. Pero….¿Esto qué es?. Grandilocuente, operístico, farragoso, barroco, denso y unos cuantos adjetivos más. Pero engancha. Engancha cosa mala. Y uno se veía sacando el vinilo una y otra vez de la funda para depositarlo en el plato. Tiene su origen en una obra teatral, escrita por Jim Steimman y protagonizada por cacho carne, y les costó sangre, sudor y lágrimas poder grabarlo.
Las maquetas eran rechazadas una y otra vez por todos los A&R’s que las escuchaban. Incluso un zorro astuto como Clive Davis (capo de Arista) no supo ver el potencial y les dijo literalmente que «Se dedicaran a otra cosa, que no tenían ni idea de cómo escribir una canción rock». Pero ellos, erre que erre, estaban tan convencidos de su trabajo que, al mostrarse interesado el mago Todd Rundgren, le dijeron que tenían un contrato con una compañía para editarlo. Poco después de empezar a grabar Todd se entera que todo es mentira. Ni contrato ni leches. Pero ya está tan involucrado que pone pasta de su bolsillo y tira para adelante. A ver que pasa.
No es para menos, han conseguido reunir un equipo de verdadero lujo. Además del propio Rundgren tenemos a Roy Bittan y Max Weinberg de la E Street Band, Edgar Winter, Ellen Foley y Roger Powell, Willie Wilcox y Kasim Sultan, estos últimos miembros del grupo de Todd, Utopia. Consiguen terminarlo después de unas cuantas vicisitudes más y siguen cosechando negativas hasta que logran que Steve Popovich quede prendado del disco tras escuchar «You Took The Words Right Out Of My Mouth» y decida publicarlo con Cleveland /Epic Records.
La acogida fue desigual y realmente tibia. La cosa empieza a cambiar tras programarse una filmación en directo en el prestigioso programa The Old Grey Whistle Test de la BBC. En poco tiempo se convirtieron en la sensación del momento en la pérfida Albión y de ahí a conquistar el mundo. El tándem Steimman / Meat Loaf no ha vuelto a repetir tamaño éxito comercial ni a alcanzar las mismas cotas de calidad. Incluso anduvieron a la greña durante un tiempo, pero ese es otro asunto así como las secuelas posteriores.
¿Cuál es el secreto? Un muro de sonido, hecho de innumerables capas, que aplasta al oyente en la mejor tradición de Phil Spector. Un cantante de desbordante garganta y desbocada pasión interpretativa, vean imágenes de la gira de presentación y me darán la razón, y unas canciones que una vez te han atrapan ya no te sueltan. La estampida rugiente del tema titular, el latido pop, menudo estribillo, de «You Took The Words….», la energía rocanrolera de «All Rewed Up With No Place To Go», la epopeya adolescente del despertar sexual narrada en «Paradise By The Dashboard Light» con esa inolvidable entrada vocal de Ellen Foley y la épica melódica de las baladas, la cadencia de «Two Out Of Three Ain’t Bad», el dramatismo de «Heaven Can Wait» y «For Crying Out Loud», formando un todo indisoluble.
Un disco casi perfecto. Cuya escucha cada cierto tiempo te descubre nuevas puertas y ventanas para poder entrar en el universo, entre onírico y real, que encierra Bat Out Of Hell. De la portada no hace falta hablar. Una de las más impactantes de todos los tiempos que corrió a cargo del maestro Richard Corben.. En fin, puro exceso setentero. Pero mola, ¿o no?
Manel Celeiro
Excelente artículo. Es uno de mis diez álbumes imprescindibles en la historia del rock y posiblemente el que más me impactó la primera vez que lo oí.
De los discos de mi vida. Me acompaña desde siempre.