El Loco es uno de esos artistas sobre los que no cabe ninguna duda de que han hecho un pacto con el diablo, pues se conserva espectacularmente bien, máxime después de 35 años sobre el escenario. Y durante este tiempo, sin estar precisamente sobrio. Con el medio siglo sobrepasado, José María Sanz sigue siendo puro fuego encima de las tablas y se mantiene imperturbable, con su media sonrisa y esos movimientos de cadera que se resiste a abandonar. En su segunda noche consecutiva llenando La Riviera (el jueves lo hizo en su ciudad natal, Barcelona), Loquillo nos convocó a un aquelarre de rock and roll. El show fue de menos a más, con gran presencia de Balmoral, un disco que sin ningún género de dudas supuso un antes y un después en la carrera del hombre de negro. Y hablando de hombres de negro, impresionante la versión que hizo del mítico tema de Johnny Cash. Escuchamos «Memorias de Jóvenes Airados», «Cruzando el Paraíso» (con dedicación especial para su querido Johnny Hallyday) y «Sol». Eché de menos «Línea Clara», que es una verdadera declaración de intenciones de aquello en lo que cree. Pero poco antes de la mitad del recital, llegó la explosión de temas sin parar. Temazo tras temazo el público los coreaba como si no hubiera mañana sacando sonrisas a don José María, que no paraba de bailar y señalar (supongo) a mujeres bonitas que se escondían entre rockers, camperas de cuero y tachuelas. Se escuchó Rock and Roll Star y Cadillac Solitario. Imagínese, querido lector, el estado del auditorio cuando suenan los primeros acordes de estos temas.
La banda que acompaña al Loco ha conseguido consolidarse y encajar a la perfección con el catalán, cosa no siempre fácil. Jaime Stinus es una vieja gloria que todavía tiene mucho que decir y por el que tampoco parecen pasar los años. Dejando a un lado el histrionismo del que a veces hace gala, Igor Paskual es un artista como la copa de un pino. Sabe cuando apretar las cuerdas hasta romperlas, pero sin caer en la torpeza de querer sobresalir por encima de la verdadera estrella. Y es que Loquillo ha conseguido lo que soñaba cuando se vestía de rocker en la Barcelona de los setenta y se iba a vacilar a mods y a punks. Sin lugar a dudas, es una estrella que va camino de convertirse en leyenda.
Texto: PEPE MAZA
Foto: MIGUEL FERNÁNDEZ
Buen artículo y foto que capta la esencia. Se nota que ahí detrás hay años de groupie.
Cuando hablais de Loquillo como un artista, una estrella o una leyenda… ¿Es una información contrastada o una licencia poética?