Encuentros

Ferran Palau, orfebrerías de la ficción telúrica

Foto: Louise Sansom

 

Como una meditación profunda y silenciosa, la carrera de Ferran Palau se expande en espiral. Sus discos son reflexiones del pasado para anclar en un futuro incierto; Son un presente resbaladizo. Una vía para ir desarrollando una carrera artística que cada vez va cogiendo más sentido. Plora Aquí es el testigo o la continuación de Joia, un disco que para el artista significó un reset en su carrera.

Con una base bien aposentada en un folk intimista y relajado, una oreja que escucha el mainstream (sobre todo, me da la sensación, para saber lo que no se tiene que hacer) y otra atenta a las delicias sonoras que nos ha proporcionado el hip hop a lo largo de su existencia, Ferran desarrolla un estilo propio y plenamente identificable. Es una artista que cultiva el detalle y se esfuerza para generar una intimidad entre su arte y el oyente. En Plora Aquí Ferran está para cantarte a ti. Zambúllete y escucha lo que tiene que decirte.

Con Plora Aquí aseguras que has vuelto a la inocencia de los tiempos de tu antigua banda Anímic. A mí, respecto a esto, me surgía la ilusión de un niño, cuando no hay metas, tienes la cabeza disponible para llenar, y vives en un puro presente sin apenas memoria. Esto es un estado que te propones, te llega, ¿cómo aparece?

 Un poco me llegó, pero a la vez responde a la pregunta interna: ¿con qué estado mental me enfrento a este año en el que no voy a estar dando conciertos y tengo que preparar un nuevo disco?  Y lo que pensé es que he aprendido muchas cosas durante estos años haciendo tantos discos, pero ahora es el momento de desaprender, para tener una mirada un poco más inocente y más limpia. Pienso que de la ignorancia sale mucha pureza y buscarla es interesante. No utilizar lo que has aprendido es casi imposible, pero si puedes tender a impregnarte de una mirada más libre, de no dar por sentado cosas que has dado por sentado en otros momentos.

Y esto responde un poco a la manera como me sentía en mis primeros años con Anímic y como grabábamos en aquel entonces. Entonces pensé: ¿qué hago, me voy a un estudio y grabo durante dos semanas? si no, ¿qué otras opciones tengo? Y al final opté para utilizar los sistemas más primarios de los tiempos de Anímic. Utilizando todo tipo de grabadoras, de casete, digitales y lo que me encontraba. Ir a casa de Joan a grabar voces, luego ir casa del Sr. Chen a investigar la producción y luego a casa de Jordi Matas…un poco como si estuviésemos haciendo una maqueta, pero bien currada. Y buscando estas texturas low fi.

¿Y cómo te ha sentado esta pausa? porque creo que desde que sacaste Kevin no has tenido ni un segundo para parar, descansar y reflexionar, ¿no?

La he vivido bien. He echado de menos la actividad de los directos y de ir arriba y abajo. Pero también me ha dado tiempo de ver un montón de películas, de caminar por la montaña, estar con mi familia. De repente me vi todos los findes en casa, que era algo que no pasaba desde hacía mucho. Esto me hizo resituarme un poco y seguir el instinto. Ir creando desde una perspectiva muy artesanal, poco a poco ir hilvanando las canciones, el concepto del disco e ir juntado piezas del rompecabezas, para acabar creando un pequeño planeta. Más que en un disco esta vez pensaba en un planeta donde hubiera canciones, donde hubiera un pequeño imaginario, donde hubiera unos símbolos detrás. Nada muy narrativo, pero al final hay una historia que orbita.

Hay en ti esa necesidad de crear mundos paralelos alrededor del disco que ayudan a entrar en la música

Si es algo que he ido aprendiendo. En Joia utilicé la temática de las sectas para crear esa hipotética secta que era nuestro sello, mezclando la realidad y la ficción. Para Plora Aquí he mezclado los paisajes de Montserrat, que veo desde mi pueblo y los bosques de Cataluña, con la idea de que están habitados por monstruos que se esconden de los seres humanos. Al final es intentar llevar a nuestro mundo real una historia de ciencia ficción, llena de metáforas, donde juegan todos los elementos: la imagen, el merchandising, las letras. Todo para acabar construyendo una cosa similar a lo que sería una película.

El otro día lo pensaba, ¿veremos a Ferran Palau dirigiendo una peli algún día?

Siempre intento ponerme en este mundillo, pero nunca lo acabo de hacer del todo. Si fuera millonario ya lo hubiera hecho, pero es que el cine es tan caro que de momento lo veo muy complicado. Pero me encanta el cine y siempre tengo la mirada puesta en él, al mismo nivel que la música.

Esta vez en el equipo titular que sois tú, Joan Pons (El Petit de Cal Eril) y Jordi Matas, se ha incorporado un nuevo fichaje que es el Sr. Chen. Cuéntame un poco como se produjo esta unión.

Yo intento que las cosas pasen solas, intento no tener que intervenir de ninguna manera. Creo que el caos que es la vida te pone las cosas por delante y tu simplemente tienes que estar con la antena parabólica puesta en modo on y dejar que todo fluya. Resulta que yo trabajé en la producción del disco de Maria Hein y allí también estaba el Sr. Chen. Nos conocimos, vi donde grababa, en una casa al lado del mar. Yo ya había empezado con la producción de mi disco y le propuse si quería participar. Le expliqué como lo imaginaba todo y me dijo que estaba 100% dentro. Él también es muy freaky del cine y nos pasamos el rato compartiendo referencias de pelis y discos. En seguida entendió lo que buscaba.

Yo quería partir de ese núcleo más folk que es Joia, mi anterior disco, que para mí significó un reset en mi discografía. Le comenté que yo quería mezclar eso con un sonido muy hip hop, con la voz y el ritmo en primer plano, las partes harmónicas más filtradas, jugar con las texturas low-fi, y mezclar con grabaciones de campo. Algo en lo que coincidimos es que las grabaciones del pop mainstream de los últimos años son demasiado digitales y planas. Planas en el sentido de que no hay texturas, todo es muy midi, artificial y plasticoso y esto es algo que yo quería evitar a toda costa. Por eso nuestras referencias fueron hip hop más clásico de los noventa. Total, que hicimos una especie de fórmula mágica que constaba de folk y hip hop, para ir a un punto en común que es pop. Y luego todo el curro que hicimos juntos de todos los ruidos que hay de fondo, de dinosauros y otros animales. Fueron una de las cosas que más disfruté de hacer con él. Ir buscando los sonidos y colocarlos para conseguir un paisaje sonoro. Tal y como yo me imaginaba que debió ser Montserrat hace millones de años, llena de dinosauros y otros bichos raros.

¿Estos sonidos los sacasteis de bibliotecas o los habéis hecho vosotros?

La gran mayoría están recreados por nosotros. Pero también es verdad que utilizamos sonidos que encontramos en una lista de una gente que se ha dedicado a hacer reproducciones de cráneos de dinosauros con impresoras 3D y les enchufan aire para recrear el sonido que debía hacer su laringe cuando estaban vivos. También hemos utilizado sonidos de juguetes antiguos que yo tenía guardados. Hemos intentado al máximo no utilizar sonidos de librerías ni de teclados. Casi el 95% está generado por nosotros y luego procesado en el ordenador.

Foto: Louise Sansom

¿Y qué ha aportado de diferente el Sr. Chen que no hicierais ya con el equipo de sospechosos habituales?

Yo creo que una mirada muy intuitiva y fresca. Con los años que llevo trabajando con Jordi Matas lo que puedo decir es que él es un cirujano, es una persona que cada nota que pone la tiene super estudiada y la ha intentado grabar 15.000 veces hasta que ha conseguido la toma perfecta. Todo está muy trabajado y pensado. Él nunca te hará un mi normal con la guitarra, siempre buscará la manera de hacerlo raro. Y esta es su magia. Y en este caso hay también un poco de esto en el disco porque Jordi ha estado implicado igualmente, pero es verdad que el Sr. Chen es una persona…inmediata. Él está delante del ordenador y te dice: tengo una idea. En tres minutos la tiene montada. ¿Qué, funciona? ¿Si? ¿No? Si funciona seguimos por ese camino, sino vamos a por otras ideas. Es rápido e intuitivo y esta frescura me interesaba mucho, porque esta vez no quería un disco tan quirúrgico y tan limpio, quería algo más sucio y desordenado. También me ha ayudado a hacer estos interludios instrumentales que aparecen en el disco, que son muy Sr. Chen.

 

Son estas intros que escuchabas en los discos de A Tribe Called Quest o Wu Tang Clan y que te metían en una especie de peli sonora

Totalmente, todos esos discos que te ponían audios y sonidos que te metían automáticamente en el disco. Y si te fijas, muchas de las canciones del disco tienen intros que es algo que yo tampoco había hecho nunca.

 Parece que Plora Aquí es el resultado de una mente colaborativa, que es la manera de trascender esta manera más egoica e individual del artista clásico.

Realmente yo podría hacerlo todo. La portada, el disco, pero la magia es poder interactuar con otros artistas y fluir con las conexiones que se generan. Unos nos alimentamos a otros y esto lo he ido aprendiendo con el tiempo, de manera que entre el corto que he preparado y que apoya el disco, más la grabación del disco, más el diseño, a lo mejor hay más de cien personas colaborando en el proyecto. Desde la gente que construye los monstruos hasta las personas que han diseñado los logotipos o también gente como InnerCut que nos ha dado el punch final del disco y lo ha acabado de mezclar y masterizar. La verdad es que he cambiado mucho los procesos. Antes era muy ordenado y lineal. Primero el disco, después la mezcla y al final el máster, pero aquí no ha habido del todo una mezcla ni tampoco ha habido del todo un máster. Hemos desdibujado un poco los procesos naturales o lo que representa que se tiene que hacer en un disco. Yo creo que nos hemos petado un poco las normas.

Hablas mucho de separar lo orgánico y lo digital y yo te quería preguntar ¿qué representan para ti estos dos mundos y por qué de alguna manera se ven tan separados?

Yo soy muy inquieto en cuanto al sonido de las cosas, pero no en el sentido de encontrar la perfección. Para mí el error, la imperfección, es lo que te da el carácter, el carisma. Actualmente se tiende a producciones muy limpias con voces afinadas, con baterías cuantizadas por sistema, con la música comprimida por sistema. Todo lo hacemos por sistema casi para contentar el algoritmo. Y yo pienso que los artistas tenemos la obligación de ir a la contra con estas cosas porque si no no podemos marcar nuevos caminos y posibilidades. Para mí el mundo orgánico y el digital se tienen que complementar.

La tecnología es algo que utilizo, pero ella no me utiliza a mí. He utilizado Pro Tools, Ableton con el Sr. Chen y también he grabado en cinta. He utilizado desde las técnicas más cutres hasta las más guays. Micros top y micros de 20 euros. Yo pienso que la música en un momento u otro volverá a mirar hacia lo más terrenal y humano. Ahora llevamos muchos años hiper tecnológicos, con música de consumo rápido, con mucho single y muy poca atención a los álbumes y a las cosas hechas a fuego lento y yo le doy mucho valor a esto. Y pienso que en algún momento u otro la gente se dará cuenta de que están ansiosos y nerviosos y que la música que antes les desconectaba y los relajaba ahora ya no está teniendo más ese efecto.

Lo primero que me ha llamado la atención al escuchar el disco es que las canciones son muy cortas y apuntan a una simetría muy clara, ¿Cómo lo ves?

Tal y como lo dices. A nivel de estructura es muy simple estructuras con una parte A una B que se repiten un par de veces y se acaba y como mucho alguna parte C. Yo me imaginaba un disco que fuera como un parque temático, con las ideas de los monstruos, esos paisajes de cartón piedra, y simulaciones como por ejemplo con el tema «M’encanta» que me acerco a la música Motown, pero no intenta sonar como Motown, sino que intenta ser un simulacro. Hay paisajes más acuáticos, más tropicales, también hay un simulacro de western en «120». Es como si vas a Port Aventura y paseas por el far west pero al cabo de dos minutos te plantas en China Town.  Kevin o Parc son discos muy cohesionados, con una sola estética muy clara: un mundo en el que te pones un rato y lo tienes claro. Pero en Plora Aquí me apetecía crear como pequeñas viñetas, pequeños mundos que tuvieran cierta coherencia pero que, a la vez, te consiguieran transportar a sitios diferentes.

Hay tres canciones, «M’encanta», «Snif» o incluso «Fil d’Or» que a mi modo de ver apuntan a nuevo Palau y rompen un poco con esa gramática musical que venía siendo más habitual. ¿Estás de acuerdo?

Es verdad que en cada disco intento que haya algunas puertas nuevas que se abren y normalmente alguna de estas me da pistas para encarar el siguiente álbum, pero ahora mismo aun soy incapaz de verlo. Es todo demasiado reciente y próximo. Para verlo me ayuda mucho tocar los temas en directo. De golpe puede que con «Snif» encontremos algo que nos flipe y esto hace que empiece a escribir canciones en esa línea. Siempre me pasa que un tema de un disco me conduce al siguiente.

Hay también un aspecto que me gusta mucho de ti y que creo que te define, pero que con este disco lo encuentro aún más agudizado. Es esa intimidad que creas entre el oyente y tus grabaciones. Al escuchar los temas parce que me estés cantando directamente a mí y solo para mí.

Me encanta que lo digas porque yo ya hace años que me di cuenta que no tengo la capacidad de comunicarme con la gente, al grupo de gente. Creo que mi música va direccionada a una sola persona. Al menos es como yo he acabado entendiendo mi música. Es somo si yo te estuviera cantando solo a ti. Y eso es otra de las cosas que comentamos con el Sr. Chen, y es que la voz tenía que sonar el máximo de cerca de la cara de la persona que está escuchando. Te darás cuenta si escuchas el disco y justo después lo comparas con algún otro. Veras que la voz del otro disco se sitúa un poco más lejos de ti. Intentamos que la voz estuviera muy cerca y detrás estuviera la música. Esto puede ser peligroso a veces y tuvimos que hacer mucha prueba y error, pero si lo comparas con Parc o Kevin en seguida te puedes dar cuenta que hay un diseño sonoro diferente.

Me encanta el trabajo que has hecho con tus versos cada vez más sencillos, pero a la vez llenos de significado.

He hecho un poco más de esfuerzo para que las letras fueran más transparentes. Llevo años limando mi estilo para encontrar ese punto de simplicidad sin que parezca evidente. Un poco más simple pero que continue resultando misterioso e interesante. Para mí es como ir perfilando lo fórmula. Es como los pintores que primero van a la escuela y aprenden a pintar arte figurativo, las reglas de las proporciones y las sombras, etc. Y con los años empiezan a trabajar su discurso y normalmente a simplificarlo hasta que al final con dos colores y una mancha consiguen hacer algo totalmente reconocible.  Como un Miró o un Tàpies. Yo intento fijarme en esos procesos y hace algo similar en mi campo. Cada vez más simple, más limpio, más fácil, pero sin perder lo interesante.

También me ha dado la sensación de que el amor parece como el hilo conductor del disco. Hablas mucho del amor.

Yo creo que estoy en el momento central de mi vida y mi carrera. Tengo 41 años. De los 15 a los 26 escribía mucho sobre la muerte, la tristeza, la religión y mi enfoque era mucho más críptico. Luego entré en esta etapa de canciones de amor, pero fue un paso totalmente natural. Creo que tardé unos diez años en poder decir t’estimo (te quiero) en una canción. Eso también tiene que ver con el idioma. El catalán es un idioma muy dulce y depende de cómo lo digas puedes sonar muy pavo, muy sensiblón.

Mi manera de aprender a escribir canciones en catalán fue escribirlas oscuras, crípticas, no agradables, hacerlas un poco duras. Poco a poco fui aprendiendo a incorporar la dulzura en las dosis correctas, hasta que un día dices te quiero y te suena bien. Ahora estoy en este punto. Y supongo que cuando sea más abuelete empezaré a hablar del misterio de la vida, sobre el nacimiento.  Es que en realidad no hay más temas que cantar, ¿no?

Bueno es que de hecho yo creo que solo hay uno y es el amor. El amor lo contiene todo.

Claro es que es el hecho que nos hace vivir, que nos hace levantarnos cada día de la cama, que nos hace hacer cosas que no harías pero que haces por amor. Realmente es el único tema interesante.

Y como ligas el amor con los monstruos.

En la historia de Plora Aquí hay una pareja de monstruos que se quieren mucho. Uno de los dos tiene esa necesidad de descubrir nuevos mundos y el otro es más escurridizo. Se esconde en casa porque sabe que más allá no encontrará la felicidad. Pero estos dos corazones, que uno estira hacia un lado y el otro hacia el otro, se ven unidos como los dos polos que se atraen.  Ninguno de los dos intenta que el otro cambie. Se quieren tal y como son. Es un amor cotidiano y tranquilo.

 

Texto: Andreu Cunill Clares

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