El debut de los gaditanos es un pequeño caramelo, una golosina fugaz absolutamente alejada de modas y modernidades. Baladas y medios tiempos de raíces folk, aroma americano setentero y una delicadeza extrema nutren unas canciones amables en las que la voz de Maca González se entrelaza con la sutil elegancia del órgano Hammond y la guitarra juguetona de Pepe Olmedo para, desde la brillantez de su sonido y bajo una atmósfera uniforme, atravesar pasajes jazz, coquetear con el blues, asomarse al soul o acomodarse en una suavidad pop. Sin lugar para la euforia, la estridencia o el aumento de decibelios, todo aquí destila levedad, bienestar y calidez. El teclado casi jamaicano de «Traces of Pain», la slide guitar de «Mistakes», la exquisita colaboración de Alberto Palacios Anaut poniendo la voz en «Fallin’» o el ritmo del bajo en «Wide Open» son algunas de las pinceladas sonoras que perduran en la memoria una vez finalizada una escucha que parece anteponer la calma a la trascendencia.
MIGUEL SÁEZ MARTÍN
