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Tomavistas – Caja Mágica (Madrid)

Belle and Sebastian

Madrid empieza a oler a verano y eso es sinónimo de época festivalera. Un periodo que, como ya es costumbre, se abre con el Tomavistas, tan tradicional como San Isidro y sus vestidos chulapos. El festival traía un cartel variado y de gran octanaje. Una mezcla en la que nos encontramos las bandas que vuelven, las que siempre están ahí y las que nunca se han ido.

El viernes abría sus puertas la Caja Mágica – o más bien su parking- para recibir a oriundos y foráneos, desde León hasta Sarria pasando por Málaga y Coruña, y La Luz ponía el toque psicodélico a una tarde que se presentaba calurosa. Poca gente por el momento, pocas sombras en las que refugiarse y un concierto de un trío que, con el paso del tiempo, tocará a horas más acordes a su sonido.

Poco a poco el recinto se iba llenando, aunque por suerte había espacio de sobra tanto para estar como, sobre todo, para ver los conciertos tranquilamente. Cuánto tienen algunos que aprender. Standstill hacía su aparición en el primero de los miles de conciertos que harán en festivales. Un ansiado regreso en el que se vio a un grupo que no ha perdido un ápice de frescura ni de conexión. Y eso que este apenas era su tercer bolo. A su vez, Bodega desplegaba su peculiar sonido en el escenario y demostró que, además de tener un nombre cojonudo, el grupo neoyorquino es perfecto para un festival de estas características.

Dinosaur Jr

La tarde iba cayendo y era el turno del primer plato fuerte. Dinosaur Jr. se presentó en el escenario principal y ya con eso algunos éramos felices. Sin embargo, y aquí habla un gran fan, el sonido dio problemas durante todo el concierto, algo que para un grupo emblema de los efectos y las distorsiones es una puñalada mortal. Sonaron “Feel the Pain”, la maravillosa “The Wagon”, “Start Chopin” y por supuesto “Just Like Heaven” y “Freak Scene”, pero daban ganas de matar a alguien cuando a Lou Barlow se le iba el sonido del bajo o J Mascis, siempre impertérrito, miraba a un lado deseando matar a alguien. Una pena para los que era la primera vez que los veían, porque no pudieron desplegar su inagotable talento.

Cae la noche y no amanece en Madrid cuando hay el primer gran debate –para algunos-. Alcalá Norte, el grupo de moda, o Los Planetas, el grupo de siempre y, las cosas como son, el grupo que la mayoría de los asistentes fue  a ver. El 30 aniversario de Súper 8 trajo consigo escenas curiosas. Parejas con carros y familias de hasta tres hijos cantaban cada canción como si no fueran a ir a un concierto nunca más. Son muchos los que aseguran que si no soportan al grupo granadino es por sus fans, pero en esta ocasión hay que decir que la comunión fue increíble. Tormenta de recuerdos y una petición por parte de J: que se dejen de películas que alimentan la rumorología Planeta.

Los Planetas

La noche cerrada y Editors salió dispuesto a resarcirse tras su concierto en el Warm Up. Es probable que Tom Smith y los suyos leyeran la crítica que este plumilla hizo de Murcia y decidieran callarle la boca, algo que este plumilla deseaba. Y vaya que si lo hicieron. Los británicos dieron un recital, cerciorando que lo del Warm Up con ese volumen tan pobre fue algo extraño. Un show sobrio y magnético en el que las luces desde su espalda daban a la banda una presencia imponente. Y un show donde no faltó ninguno de sus grandes temas. Incluido, esta vez sí, “Sugar”. ¡Jódete, Borja, pero con una gran sonrisa!

Editors

Joe Goddard y Baiuca daban el toque electrónico y The Blaze lo remató con uno de sus conciertos tipo, siempre elegante y acompañados de sus espectaculares vídeos. “Ojalá Spike Jonze dirigiera un videoclip de The Blaze”, decía alguno por allí, sin saber muy bien por qué.

Texto: Borja Morais

 

Ya en la segunda jornada, el folk-rock sentido de Hurray for the Riff Raff, con un sol agradable de fondo, amenizaba la tarde de forma sutil. El timbre cálido de Alynda Segarra siempre es bien recibido, y más que propicio en ese horario. Quizás faltaron vatios y una mayor atención por parte de un público todavía algo despistado a esas horas, pero su repertorio, de menor a mayor intensidad, fue despertando poco a poco. Alcanzó momentos de calidez mediante las canciones de The Past is Still Alive, su recomendable último trabajo, y el clímax final con la esperada «Pa’lante».

Los andaluces Derby Motoreta’s Burrito Kachimba siguen creciendo exponencialmente. Bolsa Amarilla y Piedra Potente, su reciente elepé, mantiene el listón esperado. Quedó patente con las eléctricas interpretaciones en vivo de nuevos títulos como «Manteca», «Prodigio» o «Ef Laló». A ellas se sumaron hits ya clásicos, como «Las Leyes de la Frontera» o «Aliento de Dragón». Siempre intensos y entregados, su rock andaluz de nuevo cuño no defraudó. Y para cerrar con el mejor rollo posible, se despidieron mientras sonaba «La Cachimba», de Los Chichos. Y todos contentos.

 

Las tablas de Belle & Sebastian son un añadido extraordinario. Porque a su excelente y vasto repertorio, suman la sabiduría que les otorgan tantos años en el pescante. Su repertorio, siempre variable e impredecible, es un homenaje a los clásicos del pop, de la chanson y de cualquier elemento de imaginería pop, más allá de lo musical. Stuart Murdoch, siempre cercano y disfrutando con su labor, nos obsequió otra clase maestra de liderazgo. Arengó al público, lo invitó al escenario, tocó lo que le pusieran delante y cantó con maestría. Los escoceses siempre son sinónimo de felicidad, y eso nos regalaron, además de un puñado de buenas canciones, de todas sus etapas.

El pop naif de Cariño se ha ido puliendo a la par que su directo. Sonaron más convincentes que nunca, acompañadas de un batería y teclista adicionales, facilitando así un empaque y una robustez que les sentó muy bien. El rompecabezas métrico de Los Estanques podría resultar indigesto para cualquier detractor del progresivo, el sinfónico o el jazz, pero en sus manos, suena cercano, mayormente digerible y divertido. Porque el alma de sus canciones es también pop, y porque el virtuosismo mainstream de Queen, también les es cercano. Además, en directo acentúan su vena canalla, haciendo del humor parte intrínseca de su show.

The Jesus and Mary Chain

The Jesus and Mary Chain tienen días. Si te toca uno flojo, pueden resultar incluso sosos, pero cuando están por lo que están, son una apisonadora. En el Tomavistas tocó cara. Todo acompañaba y ellos también pusieron de su parte. De este modo, tanto sus clásicos como las recientes canciones de Glasgow Eyes, su más que correcto nuevo álbum, convencieron y mucho, con un sonido que fue a más. Nos dieron una lección de muchos de los valores que encarnan esta santa casa, a base de homenajes a Stooges, Ramones, Spector, los Velvet, etcétera. Y como broche final, escupieron una feroz versión extendida de «Reverence» donde, nunca mejor dicho, reverenciaron a sus mencionados ídolos, adentrándonos en un magma de distorsión, ruido y rítmica intrincada, para poner el listón, alcanzada su condición de sexagenarios, por todo lo alto.

Alizzz hace un pop rock con un toque urbano, que gusta a un público heterogéneo y que tiene alcance comercial. En directo, sus hits acentúan una vertiente más rock, experimentando con texturas de guitarras, especialmente en las canciones de su último disco, Conducción Temeraria. Tiene talento, pone energía en lo suyo y hace que el mainstream de este país sea más respirable, que no es poco, aunque el papelón después de los hermanos Reid, no era fácil.

Phoenix

Y con Phoenix, se cerró el festival por todo lo alto. Con una puesta en escena, un sonido y unos visuales espectaculares, Thomas Mars y compañía juegan a muy alto nivel. Porque sus composiciones, algunas redondas, otras más experimentales, vuelan en directo. Y porque sus discos tienen un peso elevado en el indie rock de este siglo. Sin ir más lejos, celebraban 25 años de su primer single y 15 de Wolfgang Amadeus Phoenix, su obra más celebrada. Su condición de nuevos clásicos se percibe en cada segundo de su show, milimétricamente hilado y tocado con una convicción aplastante. Una segunda jornada del festival, la del sábado, donde mejoró el sonido y donde, quizás, la secuencia de propuestas tuvo mayor cohesión. En definitiva, una nueva edición del festival exitosa y bien organizada, incluso a pesar de perder una ubicación tan bucólica como la del parque Tierno Galván.

Texto: Daniel González

Fotos: Salomé Sagüillo

 

 

 

 

 

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