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The Black Crowes – Eventim Apollo (Londres)

 

 

 

Es sabido que cualquier noche, en Londres, y en cualquier concierto relevante puede surgir la magia. Y eso nos ocurrió el pasado miércoles en el Eventim Apollo (antes, y todavía hoy lo seguiremos llamando Hammersmith Odeon donde tocaron los grandes como Motörhead, Rush, Queen o donde, entre otros,  se grabó el Alchemy). Un recinto inaugurado en 1932 y por dentro construido al uso del art déco de la época. Pero vamos a seguir un orden.

Semanas antes del evento pude comprar un ticket para poder presenciar a una de las bandas de mi vida, The Black Crowes. Sí, porqué es la banda de los hermanos Robinson. Les guste más o les guste menos lo que escribo. Ante la imposibilidad de verlos en Mérida por cuestiones diversas (mayormente diez horas de coche un domingo), me hallaba yo en Londres por trabajo y los astros se alinearon. La “vida puedes ser maravillosa”  como decía Andrés Fuentes. El día antes del evento se podían comprar entradas pero vaya, el aspecto de soldout la noche del evento fue impresionante. El recinto por fuera no deja de tener nada de especial pero por dentro es un recinto espectacular con patio de butacas en una única planta y una platea con un leve descenso para que si alguien alto como un servidor se coloca en primera fila, no pueda tapar al de detrás. A ambos lados de la platea dos órganos de tubo Compton destacan por su belleza.

Antes de la siete en punto de la tarde nos acercamos al recinto donde por delante tengo a unos 30 asistentes. Podremos luchar por las primera filas. Poco a poco va creciendo el ambiente en la cola y Nico Bereciartua, el guitarrista vasco-argentino de la banda se fotografiaba con unos fans argentinos, cómo no, ataviados con la camiseta albiceleste. Con puntualidad británica a las siete en punto se abren las puertas y ordenadamente entramos en el recinto. Dejamos el merchan para después del bolo (craso error, la camiseta que deseaba ya no quedaba con mi talla al final del evento). Nos colocamos en primera fila delante del micro de Chris. Misión cumplida. De ahí no nos moveremos durante la hora de espera hasta que a las ocho de la tarde salen a escena Jim Jones All Stars, la banda que abre para los hermanos.

Tocaron escasamente media hora. Jim Jones es una bestia escénica, él solo dirige a toda su banda, con unos vientos espectaculares y un bajista con estética The Clash. Poco tiempo hubo para presentar su flamante disco “No Peril” (2023). Disfruté de lo lindo con “Gimme the Grease” el segundo corte del disco que sonó enloquecidamente brillante. Jim se mostró comunicativo y simpático con el público que, poco a poco iba llenando el recinto. Media hora da para poco. Para muy poco. No se lo pierdan si pasa por su pueblo. Cuando terminaron los rodies se encargaron de limpiar el escenario (incluso con una aspiradora a lo que un inglés con algunas birras de más se puso a cantar “I want to break free” de Queen).  El escenario de los Crowes actualmente consiste en un muro de amplificadores, con una figura tamaño gigante en blanco y negro de Chuck Berry de cartón, unas luces en lo alto del escenario cual Circo deambulante y una gran banderola que reza “Happiness Bastards” (el título de su flamante nuevo álbum). Arriba se sitúan las coristas, el batería y el teclado. En la base del escenario detrás de Chris hay un espejo rodeado de luces de esas de neón de los camerinos que refleja el trasero de Chris y al público (¡me veo!).

A las ocho en punto se apagan las luces. El recinto está petado y suena por los altavoces “It’s a long way to the top (If you wanna rock and roll)” de los mejores AC/DC (los de Bon Scott). El Hammersmith ruge, y canta la vez. La expectación de un servidor es absoluta. Salen los hermanos y la banda. Chris va ataviado con un traje rojo y camisa blanca, con lazo negro. Rich, serio as usual con una americana azul floreada. Inician el concierto con dos temas del disco que presentan: “Beside Manners” y la stoniana “Rats & Clowns” para un servidor el mejor tema del álbum. Chris está feliz. Observa el recinto lleno, sonríe, se le ve más sano que en otras ocasiones y las miradas constantes con la banda y sobre todo su hermano son habituales. Hay guiños en casi todos los temas. Tenemos banda para rato, créanme. Aún y así me sorprendió no hubiera presentación al uso de los miembros de la banda. Ni a Nico. Cosas de los hermanos, o de Chris, vayan a saber.

No nos habíamos recuperado del inicio y suena Twice as Hard. ¡Dios! Sigue “Go Faster” del álbum del álbum “By your side” (1999) lo cual es una sorpresa y tras ello Chris hace un parón y nos cuenta que va a tocar un tema de “Souther Harmony & the Musical Companion (1992), recientemente reeditado en formato Deluxe. El público grita y Chris lo agradece. Suena uno de los mejores cortes de la banda, la excelsa “My Morning Song” y tocamos el cielo. Siguen con “Cross your Fingers” de “Happiness Bastards”. Suena a clásico. Rich está soberbio en la ejecución y Chris ya suda como un pollo (no se quitará la americana roja en todo el evento). Siguen con “Bad Luck Blue eyes” y caen lágrimas. Sin pausa ni respiro ejecutan una versión rápida de “White Light White Heat” de la Velvet con protagonismo de Nico Bereciartua y así, de repente, va y nos casan “Thorn in my Pride”. ¡Madre del amor hermoso! Cómo suenan! Algunos podrán hecha en falta a Marc Ford, a Gorman, yo les entiendo pero es que suena muy bien, Sven Pipien, el fiel escudero al bajo está mayúsculo (esa mirada final que me propició al final del concierto intentándome dar una púa que no me llegó a la mano la tenemos grabada en la retina). “Wanting and Waiting” el primer single de “Happiness Bastards” sonó a continuación y tras ella Chris hizo un parón y nos habló del rey del Soul.

Nos espetó simpáticamente que no hacía falta ninguna presentación. Sí, nos habló de Ottis Redding y sonó “Hard to Handle”.  El Hammersmith Odeon volvió a rugir. La fiesta alrededor de un servidor era total. Tras la tormenta vino la calma con una deliciosa y conmovedora como siempre “She talks to Angels”. Rich vuelve a erigirse en protagonista. Y con esas que miro en el lateral y veo a Jimmy Page. Sí, leen bien. A Jimmy Page. Desde entonces me costó concentrarme en los hermanos, qué quieren que les diga. Hacía esfuerzos sobrehumanos para dejar de mirarlo. Estaba disfrutando con los bailes de Chris y uno se imaginaba que saldría a escena ataviado con su Gibson para tocar con los hermanos. Iban pasando las canciones y no salía… y con esas que vemos a un tipo con el pelo largo detrás de Jimmy, con un mechón blanco… ¿Steven Tyler? ¡Pero que leches está pasando! Por un momento pensé que estaba en el cielo. Debo reconocer que me costaba asimilar lo que estaban viendo mis retinas. Los hermanos tocan “Flesh Bound” también del último álbum y seguidamente Chris hizo una broma quizás un tanto desacertada hablando de la drogas, de las discotecas de NY y el fentanilo (con la pobre gente que está cayendo en Estados Unidos)… en fin. Es Chris. Suena “I ain’t Hiding” ese single inicial del indispensable “Before the Frost… Until the Freeze” (2009) con toques discos que a muchos asustó pero que no empañó uno de los mejores álbumes publicados por The Black Crowes. Seven Pipien nos hace botar con su bajo. Seguimos mirando al lateral derecho del escenario. ¿Por qué no sale Jimmy? Antes de los bises tocamos el cielo: “Jealous Again” y “Remedy”. Que quieren que les diga. La felicidad es máxima.

La banda suena sólida, los hermanos se sonríen, los temas caminan solos, Chris sigue siendo ese frontman que puedes amar o puedes odiar pero que resulta único. Estaba convencido que la noche había terminado. Muchos conciertos en USA y Europa terminan con “Remedy” o a veces con una versión. No se vayan todavía…. aún hay más. Vuelven a salir y tocan “Carol” de Chuck Berry… ahora sí, se ha terminado… ¡No! No se vayan todavía… ¡aún hay más! Chris vuelve a salir al escenario. Le siguen el resto de los músicos y el hermano de marras. Chris nos vuelve a hablar. Nos cuenta que tocar en una banda de rock es un sueño, que empezaron de chicos y que cuando vivían en casa de su padres crecieron escuchando la música de un amigo presente en el recinto. Empiezan a tocar los riffs iniciales de “Mama Kin” de Aerosmith, alargando la intro en la parte instrumental correspondiente… y Chris dice, “ladies and gentelmen”… Steven Tyler. ¡La madre que me parió! ¡Tengo a Steven Tyler a un metro de mi cara! ¡Al puto Steven Tyler! Luce delgado como siempre, joven, de verdad (se ha hecho algo fijo), feliz, sonriente… juega con Chris, juega con el micro, nos deleita con un “Mama Kin” espectacular pero Chris ha de ayudarse del telemprompter porque no sable algunos trozos de la letra. Me fijo en Nico. Sonríe como un enano. No se cree lo que está viendo. Yo tampoco. Termina el concierto. No quepo en mi de gozo. Salgo del Hammersmith Odeon pensando en lo que acabo de ver y preguntándome porqué Jimmy Page no salió y tocó con los hermanos “Custard Pie”. Por ejemplo. Sólo por buscar un “pero” a una noche histórica. Háganse un favor. No se pierdan el concierto de Mérida en junio. Están avisados.

Texto y fotos: Jordi Sánchez

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