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Bywater Call – El Sol (Madrid)

 

Ambientazo en los aledaños de calle de los Jardines en martes previo a festivo en la capital y cartel de no hoy entradas desde hace semanas en el primer concierto de las diez fechas de su nueva gira por la península.  Los conciertos de su primera visita hace un par de años han dejado huella y la multitudinaria banda suma cada vez más adeptos, y es que los de Toronto desde que se formaron en 2017 no han parado de actuar y crecer.

Para la ocasión presentaron buena parte de lo que serán las canciones de su nuevo trabajo Sepherd a publicar el próximo mes de agosto, aunque algunas de ellas han sido anticipadas en el Ep Beyond the Doorway publicado el pasado año cuya edición en vinillo volaba junto a sus anteriores trabajos de la mesa del merchandising atendida tras finalizar la actuación por la animosa Meghan Parnell,  su vocalista.

Los seis músicos  más la citada cantante comenzaron a golpe de rock sureño «Sweet Maria» y hard blues «Everybody Knows» nuevas composiciones torridas y grasientas con las que comenzó a bullir la sala para en la siguiente «Fall All We Know» transitar hacia espirituales horizontes melódicos. A partir de ahí y tras recuperar dos viejas canciones a golpe de potente R&B: Arizona, y elegante swing: «Silver Lining», se dejaron arrastrar por la fiesta instrumental con la versión de Stepen Still «Love The One You’re With»  con el saxo (Julian Nalli) y la trompeta (Stephen Dyte) en intercalados y jazzeros fraseos, mientras la batería (Bruce McCarthy) y teclados (John Kervin)  estallaban en sincopados sonidos más propios de una jam de la Fania All-Stars que de las latitudes de origen de los protagonistas en escena.

Mehgan, muy metida en la interpretación de las canciones, cedía espacio a sus músicos, pero se reservó momentos para ella como en «Colours», un sentido baladón que comenzó cantando a capella sin micro. A continuación redoblaron el festival sonoro en «As If» con nuevos e ¿improvisados? duelos instrumentales: entre el saxo y el teclado primero y después con la guitarra y su afilado sonido de cuello de botella.

Incendiarios diálogos entre el jazz latino y el boogaloo con el ragtime como invitado… y los presentes alucinados. También hubo posterior espacio para el lucimientos del bajista (Mike Meusel) después de que el Kashmir zeppeliano se solapara con otra de las nuevas canciones «Holler», un pastoso blusazo que trasportó a los presentes al delta primitivo. Un gustosos gumbo sonoro  servido con virtuosismo, entusiasmo y mucha alma en concurrida y festiva noche.

 

Texto y fotos: Cancho

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