Así se titula su nuevo álbum. Un Idioma Nou (RGB), evolucionando todo lo bueno que ofreció en su anterior disco. Aresté, siempre a su aire, con la guitarra aferrada en su mano, un pie en la tierra y el otro no se sabe exactamente donde, arroja luz sobre una serie de canciones que son especialmente luminosas. Y brillantes, para no perder la costumbre.
Su discografía no contiene pasos en falso. Pero ahora mismo roza la excelencia, ampliando horizontes sin perder esencia. Xarim en estado puro…
Quien te conoce bien sabe que eres un inconformista nato, y un persistente insatisfecho a la hora de valorar tus creaciones. Tras el sensacional Ses Entranyes, que colocó el listón muy alto, me comentaste que finalmente estabas satisfecho con un disco tuyo, este Un Idioma Nou… ¿Estás logrando conectar las piezas que componen tu universo creativo, que encajen como es debido?
El único logro que persigo con la música, es hacerla. Hacerla es la única proeza. El encaje parece acabar siendo siempre algo inevitable, aunque no siento que eso tenga nada que ver conmigo. El encaje es como el duende… su naturaleza siempre es inesperada, sorpresiva. Uno jamás puede predecir el encaje. Solo quedar perplejo ante él. Pero estoy contento, sí. El disco está vivo. Será mejor o peor. Pero está vivo. Tiene alma.
Tu música tiene un fuerte componente emocional, siempre. Pero aprecio un mayor poso de tu yo interior en las letras de las nuevas canciones. ¿Qué te ha motivado a la hora de escribir los textos, la búsqueda de este nuevo idioma?
Vivimos regidos por una ciencia que estudia los fenómenos externos, exotéricos. Y damos por entendido que lo interno, lo esotérico, no es cuantificable racionalmente. Pero lo cierto es que la existencia, empíricamente, no solo ocurre en el plano material. También pasan cosas aquí dentro. Hay un lenguaje también aquí dentro el cual podemos observar. Y eso ocurre en el espíritu, en la psique, en la nada… Donde usted quiera. No es un idioma lógico, claro. Es translógico, simbólico… lo que sea. Pero pesa tanto como el de ahí fuera, si no más. Creo que el arte es la herramienta definitiva porque justamente hace de puente entre los dos mundos, el interno y el externo.
Vuelves a estructurar el álbum de menos a más a nivel de intensidad interpretativa, arrancando con delicados y pulidos medios tiempos para acabar con un impactante desenfreno instrumental. Supongo que es algo premeditado…
He imitado a la naturaleza en todo lo que he podido para hacer este disco. De nuevo, hay día y noche en el mundo, en el cuerpo, y hay día y noche también en el alma. Esa dialéctica entre luz y oscuridad es inherente en cualquier forma de vida y de arte. Raíces abajo y ramas arriba. Siempre me gustó el vinilo por ese juego entre las dos caras. En realidad, creo que el orden de las canciones es lo único en todo el disco que está pensado y repensado. Todo lo demás fue un accidente.
Juegas con diversas formaciones, con piezas intimistas y otras rodeados de grandes músicos, con los que te compenetras a la perfección. El resultado es caliente… ¿se ha grabado en directo, con todos implicados tocando junto a ti? ¿No has recurrido a retocar lo que ha ocurrido en el estudio?
Lo hicimos juntos, si. Yo cantaba y tocaba la guitarra acústica. Las eléctricas fue lo único que grabamos después. Y algunos metales. Hacia el final, para ganar algo de tiempo, Pep y Tomeu aprovecharon para escribir sus arreglos mientras el cuarteto grababa. Pero ninguno de nosotros sabía lo que íbamos a hacer hasta que no lo hicimos. Ir sin saber es la forma más barata de ser libre en un estudio, porque nadie tiene tiempo para pensar. No queda más salida que sacar la antena. También es verdad que estamos hablando de unos músicos que son auténticos samurais.
Has declarado en diversas ocasiones que tu objetivo es llegar a tocar realmente bien un blues. Sin recurrir a las típicas ruedas de acordes, sin ser evidente, hay mucho blues en tus nuevas canciones… ¿es un lenguaje, un idioma, siempre nuevo si sabes como profundizar en él?
El amor te puede cambiar el significado de todas las palabras, en un segundo. Hay significados del pasado que se fueron y los hay del futuro, que todavía no significan nada. Veo que el blues no está en sus notas, ni en sus acordes. Está en otro sitio, no se donde. Pero es un lugar al que me gusta ir, y que me hace sentir ligado con algo mucho más grande que yo. Un lugar que alberga sentido sin que yo ni nadie se lo tenga que dar.
Eres un artista arraigado a la tierra, a tu territorio, pero logras una conexión casi mística con distantes puntos geográficos. En algunos momentos, parece que Flix y Belfast estén a pocos kilómetros de distancia…
La música es un viaje en si misma. Te lleva de un punto A a un punto B. La verdad es que yo no he visto mucho mundo. Pero no hay ninguna canción que no sea hija de la primera canción. Y todavía queda algo de esta en todas. Por eso la música se puede parecer a una religión, según como se mire. Porqué en su origen está la voluntad de nexo con lo transcendente: con el todo. Por suerte, todavía queda algo chamánico, precristiano en la música. Yo trato de sumarme a esta tradición, desde la oscuridad de mi humilde cueva.
Has colaborado con un gran número de músicos, muy diferentes entre sí. Ahora le toca el turno a Pol Batlle, viejo compinche desde que militaba en Lujbliana & The Seawolf, y la siempre sorprendente Rita Payés. ¿Por qué ellos aquí y ahora?
Siento que esta canción en concreto, de alguna manera, se la robé a ellos. Cuando la hice pensé que sonaba más a Pol y Rita, que a mi. Me dieron fuerza y ahora puedo cantarla solo. Pero si no hubiera sido por ellos dos, el pájaro se hubiera muerto en un cajón.
Toca presentarlo en directo. Últimamente has actuado con diversos formatos, incluso solo tú y tu guitarra junto a un baterista. ¿Cómo planteas tus próximos conciertos?
Como dice el maestro Jerry Garcia, el líder de mi banda es la circunstancia. La idea es ir los seis. Pero es imposible. ¡Aunque también era imposible hacer este disco!
Texto: Alfred Crespo
