Encuentros

Cantes malditos, Pedro de Dios y Antonio Fernández, “este disco puede estar abriendo una nueva puerta” (Perico)

 

Pedro de Dios (líder de Guadalupe Plata) y el cantaor granadino Antonio Fernández unen sus fuerzas en “Cantes malditos” (Everlasting Records, 2024), una obra en la que Skip James y La Niña de los Peines se dan la mano, mientras Morente y R.L. Burnside comparten partida de cartas y aguardiente. Un viaje arqueológico a las entrañas del cante, con la ciudad de Granada como protagonista.  Charlamos con ellos en el cruce de caminos que separa el Albaicín y la Dockery Farm, en Mississippi.

 

La primera pregunta es obligada, ¿qué lleva a un bluesman y a un cantaor a unir fuerzas para hacer un disco así?

Pedro: Buena pregunta, porque yo no lo se (risas). Básicamente diría que fue el amor hacia la música. El blues y el flamenco, aunque con sus diferencias melódicas y formales, comparten la raíz folklórica, que los hace darse la mano con relativa facilidad, porque parten de la misma esencia; eso por el lado espiritual. Por el lado práctico, Antonio estaba grabando en Producciones Peligrosas un disco de flamenco y se quedó sin guitarrista, entonces la Josefa (José Sánchez, propietario e ingeniero del estudio) me preguntó si quería participar; él es el verdadero artífice de este disco.

Yo me quedé un poco flipado porque, aunque el flamenco me gusta, le tengo mucho respeto, y eso de acompañar a un cantaor es un riesgo, pero bueno,  a mi me gusta el riesgo y hemos venido a jugar. Finalmente le dije que sí, y la primera vez que nos sentamos Antonio y yo ya vimos que nuestros mundos podían coexistir; él me cantaba y yo iba, dentro de mis recursos, buscando la manera de ir con él, y vimos que se estaba generando algo muy interesante.

Antonio: Me lo propusieron y me dije, ¿por qué no? Para mi fue algo nuevo, y la música de Pedro me fascinó. Ha sido algo muy enriquecedor para los dos.

“Cantes malditos” consta de ocho cortes en los que buceáis por palos como la seguiriya, la zambra, la toná, la soleá o la petenera. ¿Qué criterio habéis seguido para elegir el repertorio?

Pedro: Hemos intentando buscar el punto más oscuro del flamenco, tanto en las letras como en los palos. A mi me flipa la ciencia ficción antigua, las pelis de terror de serie B y todas esas cosas, y queríamos que todo sonara de la manera más oscura posible, quitando cualquier tipo de colorismo. Nuestra guía ha sido el castillo del Conde Drácula (risas).

En este disco sería imposible encontrar unas alegrías o una sevillanas, ¿verdad?

 Pedro: Ni de coña, en vez de alegrías tendrían que ser tristezas, habría que inventarse un palo nuevo  (risas). Hasta la portada, que es un cuadro de López Mezquita, un pintor de aquí de Granada, ya nos habla de lo que hay dentro, ese tipo de festividad gitana que realmente no lo es, porque si te fijas es el velatorio de un bebé que ha fallecido. El disco nos habla de la muerte, del despecho, del orgullo, en “El coche fúnebre” por ejemplo.

Pedro, la propuesta del disco puede ser todo un reto técnico para un guitarrista de blues. ¿Cómo has enfocado esta aventura desde el punto de vista de la ejecución instrumental?

 Pedro: Yo partía con una pequeña base, mínima, porque cuando empecé a tocar de pequeño una de las personas que me ayudaban era mi prima Lola, que es guitarrista flamenca y se dedica profesionalmente a día de hoy, y aprendí un poco por soleá, por bulería… y me encantaba, me flipaba de verdad. Pero en la edad del pavo ya me dio por el blues y fue como ver a Cristo, me cambió, y lo aparqué durante mucho tiempo. Entonces cuando la Josefa me llamó tuve que desempolvar un poco todo aquello, unirlo con mi armamento, mi afinación en Re abierto, mi slide, mis pedales… y lo afronté desde el punto de vista de alguien que no es un guitarrista flamenco pero quiere acercarse desde sus propios parámetros. Tampoco iba a ponerme a intentar sacar una guitarra super flamenca a estas alturas.

Antonio, artísticamente tú aportas el lado más ortodoxo de la propuesta, ¿crees que este disco te ha llevado a lugares nuevos a la hora de enfocar el cante?

 Antonio: Si, por supuesto, me ha llevado a otros lugares. Yo no conocía el blues, es una música que nunca había escuchado y que me ha emocionado profundamente. Cuando Pedro toca se me sale el corazón cuando canto, porque verdaderamente me llega al alma.

Aunque podemos pensar en Smash o los hermanos Amador cuando hablamos de fusión entre blues y flamenco, lleváis vuestra propuesta a terrenos más jondos y oscuros, probablemente nunca antes vistos en España. ¿Tenéis esa sensación de ser los primeros habitantes de un territorio ignoto?

Pedro: Por un lado, no estamos haciendo nada nuevo, porque el flamenco se ha mezclado con el blues eléctrico y se ha mezclado con el rock desde los años sesenta, pero hasta donde yo se, es la primera vez que el flamenco se mezcla con la tradición del delta, buscando un sonido de guitarra más folk, más antiguo y profundo. Y pasa igual con la tradición del surf instrumental y del instro rock del que yo vengo, mucha reverberación, delays, echos etc. Hubiera sido fácil coger un riff rockero y que Antonio se pegara, pero para mí eso está ya muy visto, y el camino que hemos cogido puede estar abriendo una nueva puerta. Así que, respondiendo a tu pregunta, sí (risas)

Antonio:  El flamenco se ha mezclado siempre, pero en estos parámetros creo que sí que estamos haciendo algo nuevo.

Supongo que “Cantes malditos”, por su condición granadina y vanguardista, trae con facilidad ecos de Enrique Morente y su sociedad con Lagartija Nick. ¿Hasta qué punto ha influido “Omega” en la realización de este disco?

Pedro: Si te digo la verdad, para mí en concreto en nada, sobre todo a nivel de sonido. Respeto el “Omega”, me parece un gran disco, pero tampoco ha sido nunca mi rollo como si lo han sido Pata Negra o Triana, que los he escuchado hasta que me han dolido los oídos.

“Omega” era un disco que escuchaba cuando iba a los garitos, pero siempre ha tenido un sonido demasiado grande para mí, y me encantan Black Sabbath o Led Zeppelin, pero lo que busco a nivel sonido se acerca más al lo-fi y a la naturalidad.

 Antonio: Aunque Enrique para mí es un grande, y en cierto modo es mi maestro, no tuvimos presente a “Omega” a la hora de hacer este disco. Simplemente nos dejamos fluir, sintiendo la música, sin tener ningún otro tipo de objetivo.

En “Quisiera yo renegar” le metéis mano a una petenera de La Niña de los Peines. La petenera es el cante maldito por excelencia, trae mal bajío. ¿Por qué habéis querido reivindicarla dándole el título del disco?

 Pedro: Por mí hubiera hecho ocho peteneras, pero hay que reducir el nivel de maldad de algún modo (risas). Aunque es verdad que el resto de canciones también tienen su punto de malditismo, tanto por las letras o por como está tocado. Si llegamos a hacer todo peteneras, tendríamos que habernos metido en una urna de madera para protegernos de los malos espíritus, y haber echado sal alrededor (risas).

 Antonio: Bueno, yo no creo que traiga mala suerte, eso son habladurías. Es un cante muy bonito que había que reivindicar, porque es un palo de los grandes.

 Pedro, ¿cómo ha fluido la relación artística con Antonio?

 Pedro: Pues de puta madre. Cuanto más tiempo pasamos tocando juntos mejor nos entendemos, ya no solo desde el punto de vista artístico, sino también desde el personal. Estamos empezando a desarrollar nuestra telequinesis (risas), y nos estamos acercando a un punto de sinergia entre los cuatro (la Josefa y Antonio Pelomono, batería de Pelomono) que es chulísimo. Las canciones respiran y nos da la impresión de que siempre que las interpretamos estamos aportando algo distinto a la última vez, y para mí esa es la verdadera música.

Hace más de diez años, parte de la crítica decía que Guadalupe Plata era “blues para indies”. ¿Creéis que ahora serán capaces de decir que este disco es “flamenco para indies”?

Pedro: Pues si, seguro. A mi de todas maneras esta clase de esloganes periodísticos siempre me causan sospecha, porque para empezar no reflejan la realidad, en todo caso representan parte de una realidad, y pueden llevar a confusión muy fácilmente. Habría que empezar preguntando qué es ser indie, porque yo al menos no lo se.

Desde hace unos años, el flamenco se ha colado con fuerza en el mundo de la música independiente, y a día de hoy es un lenguaje artístico “a favor” si se quiere competir en el mercado. ¿Qué pensáis de esto? ¿Creéis que este fenómeno podría revertirse y volverse en su contra?

Pedro: Hay una gran diferencia cuando las cosas se hacen de corazón a cuando se hacen de manera interesada. Cuando se abusa de algo siempre desemboca en aburrimiento, y la música pasa a ser algo insulso, que deja de tener valor y no tiene alma. En nuestro caso, no tenemos ningún tipo de interés comercial; este disco podría ser una ruina, pero no me preocupa. Quiero dejarme guiar por lo que siento, y si hay gente que trabaja de otra manera pues allá ellos con el camino que hayan escogido.

 Antonio: No creo que el flamenco, por mezclarse con otras músicas, pierda valor. Cuando la música es buena y sale del corazón, lo que va a hacer es mejorar y reforzarse, no al contrario.

¿Quienes creéis que disfrutarán más de este disco, los amantes del blues o los flamencos?

Pedro: Yo creo que ninguno de los dos (risas). A los puristas de ambos bandos no les hará gracia, y torcerán el gesto; a mí en concreto me da igual. Este disco lo va a disfrutar la gente a la que le gusta la música que duele, como me pasa a mí. De todas maneras, como autor, nunca sabemos a quien va destinada nuestra música, quien va a engancharse.

Antonio: Bueno, yo creo que van a disfrutar más los del blues, aunque siempre hay gente con la mente abierta que le gusta escuchar música nueva y buena. A mi los puristas me traen sin cuidado. Este disco está hecho con el corazón, que es lo importante, y esperemos que les guste a los dos.

Pedro, revisando el último disco de Guadalupe Plata me he encontrado con la letra de “Al infierno que vayas”, letra de soleá travestida de boogie, que recuperáis para este disco. ¿Por qué habéis decidido volver a usarla?

Pedro: Efectivamente. Esa letra en concreto es que me vuelve loco, me encanta. Me daba mucho morbo mostrarla a la inversa por decirlo así, en Guadalupe la tenemos desde el lado del Mississippi, y ahora la tenemos desde el lado flamenco.  Todavía sigo flipando lo bien que cuadra el slide en la versión con Antonio.

¿Creéis que este proyecto tendrá continuidad? ¿Podremos disfrutar de “Cantes malditos vol.2”?

 Pedro: Si, es muy posible, de hecho ya estamos haciendo cosas nuevas. El pozo en el que explorar es bastante hondo, y por ahora solo hemos abierto la puerta un poco. Yo escucho el slide de Muddy Waters, y me parece un quejío ¿sabes? Ay, ay, ay, ay…

Texto: Guillermo Alvah

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