A un grupo emergente poco se le exige en estos tiempos. En un momento donde el listón musical está a ras de suelo, donde once de cada diez grupos son “la mejor banda del momento” en cuanto hacen algo un poco distinto a sus coetáneos, los que siempre hemos sido más exigentes, ya sea por bagaje, cultura o puro esnobismo, nos resignamos a no pedir más que pasarlo bien en un concierto.
Con esta tesitura me presentaba un domingo totalmente primaveral, de esos de terrazas abarrotadas, a eso de las 19:30 de la tarde en la Funhouse para ver, eso sí, a una de las bandas más interesantes del panorama internacional. Una banda con la que tuve la suerte de compartir cartel y jornada en el Levitation Fest de Austin y que ya me dejó una gran sensación. No hay banda mala que surja de la capital tejana porque una ciudad que respira rocanrol y que cuida a sus músicos y a todo lo que a ellos rodea como si fueran reyes siempre va un paso por delante.
Se presentaba Daiistar en su primer concierto en España con motivo de su también primera gira europea. Una extensa gira que los llevará por gran parte del territorio nacional -incluida la presencia en el Psych Fest de Barcelona- y por países como Francia, Italia, Holanda o Inglaterra. Una gira impropia de una banda que cuenta con apenas 3 años de existencia pero que, sin embargo, se ha ganado un más que merecido respeto entre los suyos. Con un disco producido por Alex Maas, miembro de ese emblema de Austin que es The Black Angels, Daiistar ya ha participado en algunos de los festivales más reconocidos de Norteamérica, ha grabado en KEXP y ha salido de gira con los propios Black Angels, The Dandy Warhols y The Brian Jonestown Massacre.
No nos engañemos, Daiistar no ha inventado nada ni falta que le hace. El cuarteto tejano bebe sin ningún tipo de pudor del sonido Madchester y de la música británica de principios de los noventa. Ya desde el look de Alex Capistran, su carismático líder, guitarra y vocalista, los allí presentes, que sorprendentemente llenamos la sala a pesar del buen tiempo, sabíamos que íbamos a presenciar un buen show.
Con el shoegaze envolviendo cada paso y una voz que mezcla a Tim Burgess con un joven Liam Gallagher, Daiistar nos llevó durante apenas una hora a esos tiempos donde solo importaba lo que se veía en el escenario y donde la conexión artista-público era directa e inmediata, algo que más de uno de los grandes echa en falta. Que pregunten a Damon Albarn.
“Speed Jesus”, “Tracemaker” o “Clear” son los grandes momentos de un setlist que aún se queda corto, pero que sin duda ejerció de gran carta de presentación de una banda a la que veremos mucho por España. Y como muy probablemente será en grandes festivales, lo de verlos ayer en una sala tan emblemática, tan austera y auténtica que los miembros de la banda se bajaron entre bastidores justo antes del bis, se antoja como una reliquia.
Texto y fotos: Borja Morais