He consultado los archivos para corroborar que efectivamente, tal como el propio Bryan dijo entre canciones, habían pasado nada menos que nueve años desde que nos visitó por última vez, en enero de 2015 para ser más exactos. Prácticamente una década en la que no ha envejecido un ápice, ni física ni artísticamente, tal como se pudo comprobar en la primera fecha de la gira que le vuelve a traer a nuestro país, celebrando el 30 aniversario de la que siempre fue aquí su casa, Rock Indiana.
Y de ese sello ha surgido también la banda que lo acompaña, plantel de lujo con un Santi Campos a las teclas en cuya órbita encontramos, en distintas aventuras (CosmopolitANTS, Herederos, Los Hijos Bastardos de Henry Chinaski) al resto de músicos en escena: J.J. Estremera, Juan Carlos Luque y Jonathan Zuriaga.
Un primer show en horario de merienda (obligados por el partido de fútbol posterior) en el que el australiano volvió a esgrimir sus ya conocidas e infalibles armas: una voz muy notable, una energía y un desparpajo encomiables, una simpatía que se intuye innata y, por encima de todo, unas canciones que son melódicamente perfectas.
Repasando su maravillosa discografía, desde aquel ya lejano All The Bells and Whistles (2006) que, por cierto, trajo reeditado en vinilo, particularmente me sorprendió el ajuste y la química entre él y una banda que, no por ser viejos amigos, acaba de juntarse para la ocasión, como quien dice. Sonido más que decente en La Deskomunal, un público cómplice y un músico con mucha mili ya, secundado por músicos igualmente veteranos. ¿Qué podía salir mal? Evidentemente, nada.
Un concierto de notable muy alto que transcurrió entre efluvios de Beatles, Beach Boys, Big Star y demás referentes clásicos en su temario, con eventuales revisiones de temas ajenos (R.E.M., The Jayhawks…) y que propició que la casi hora y media que duró, pasara en un suspiro.
Quien pueda acercarse a alguno de los cuatro conciertos de la gira, a partir de este miércoles (Bilbao, Madrid, Valencia y Castellón), que no se lo piense ni por un instante. Lo único malo que puede decirse de Bryan es que nos visita poco. Todo lo demás, es extremadamente positivo.
Eloy Pérez
Mi mujer y yo estuvimos en el concierto y podemos decir que fue magnífico. Pensábamos que el batería venía de gira con él y nos sorprendió que no. La conjunción entre los músicos, perfecta, y la simpatía de Bryan aún más. Tenemos el primer disco y casi lo tocó al completo. Como dice el cronista, el sonido de la sala (que no conocíamos) estuvo muy bien.