Aceptemos jazz como animal de compañía
Los jóvenes exploradores del jazz contemporáneo, artistas como James Brandon Lewis o Shabaka Hutchings, se lamentan de que el canon del género, música durante décadas limitada a un circuito minoritario o festivalero donde sigue imperando la erudición y cierto pacatismo, siga sin incluir a los verdaderos revulsivos que hicieron avanzar en saltos cuánticos aquel sonido parido en los burdeles de Nueva Orleans y amamantado en los cenáculos de Harlem.
El barcelonés Liba Villavecchia no puede ser acusado de esta ceguera tradicionalista. Se dedica desde hace medio siglo al jazz libérrimo, últimamente con su trío, donde la ausencia de guitarra o piano da alas a una improvisación sin limitaciones armónicas, basada en la melodía. Uno de los temas de su nuevo álbum —Murazik (Cleen Feeds Records)— se titula «Ornette Surrounds». Por el intrépido Coleman, claro. Ahí queda eso…
“La música, tal como la concebimos, expresa esa dimensión de las emociones humanas que no se puede expresar con palabras”, dice el saxofonista. “El jazz es como un pulpo gigante que habita en aguas profundas: todo el mundo conoce su gran y robusta cabeza, pero pocos han visto sus abundantes y magníficos tentáculos. Nos interesa explorar las terminaciones más sinuosas de los esbeltos tentáculos que surgen del gran pulpo del jazz; contener y desarrollar toda la emoción y la rabia, el aullido y el llanto que constituyen su origen”.
Fundado en marzo de 2021, el Liba Villavecchia Trío —última aventura de un músico cuya trayectoria ha sido sinuosa, impredecible— lo completan la batería de Vasco Trilla y el contrabajo de Alex Reviriego, en Murazik aliados con la trompeta de Luis Vicente. El álbum se grabó a finales de 2022 y oferta seis desopilantes singladuras que van de la invitación a la sensualidad tímbrica que es «Anticipation» hasta la vivaracha conclusión final «Resolution». A medio camino, «Expansion» desafía al oyente poco versado en estos placenteros vértigos, pero tanto el tema titular como la serena «Vika» son bálsamos que hubiesen encandilado al mismísmo Trane o a Pharoah, en jazz descansen.
En un universo de música popular cada día más instantáneamente desechable y vulgar, alegrémonos de que estos benditos francotiradores sigan empeñados en asaltar los cielos.
Texto: Ignacio Julià
