Para aquellos que todavía no conozcan a Gabri Casanova y Kike Parra, dejemos claro de inicio que no, no son “otro dúo más” de guitarra y batería. Primero, porque no tienen guitarra como tal. Y segundo porque su propuesta, pese a las deudas con el rock más clásico, trasciende el habitual sonido espartano del formato. Lo que saca Gabriel de sus teclados, sus pedales y sus diversos artilugios (esos bajos moog sintetizados) forma un magnífico colchón de groove y riffs a lo Hendrix sobre los que Kike golpea con una perfecta mezcla de saña y precisión. Algo que ya se apreciaba en su estupendo álbum de debut pero que sobre las tablas -como tiene que ser- sube varios enteros, por la frescura que transmiten y sobre todo por una voz -setentera, soulera, priápica- que para sí quisieran varios voceras mucho más reputados.
Y también, por qué no decirlo, porque estos dos pájaros llevan ya un más que considerable tiempo de mili a sus espaldas. Vamos, que el oficio se les supone, mientras que el talento lo demostraron con creces en Barcelona, ofreciendo un show de rock, blues, soul y funk sin mácula; divertido, potente, cercano y con una dosis de originalidad que les da ese toque diferencial, ya sea a través de temazos propios como «Tokkottai», «Brother» o «Me & Myself» (de hecho, repasaron prácticamente enterito su disco), ya mediante covers hábilmente llevadas a su terreno: «While My Guitar Gently Weeps», el «Tutti Frutti» ya versionado en el disco o el «Take me To The River» de Al Green se intercalaron en un repertorio que merece mayor predicamento del que hasta ahora les ha sido dispensado. Traducción: ¡que deberían estar llenando salas allá por donde pasan, hostias!
Hacia el final del bolo presentaron un tema nuevo, que me pareció entender va incluido en su nuevo trabajo. Un segundo disco al que habrá que estar muy atentos. Mientras tanto, estén igualmente atentos a la agenda de su ciudad, pueblo o villorrio. Si Kamikaze Helmets anuncian fecha, perdérselos es falta grave.
Eloy Pérez