Encuentros

The Ostriches, akelarre proto-punk

 

Juancar Parlange, que nos contesta la entrevista, sigue en su proceso de representar el imaginario neoyorquino a través de sus múltiples miradas, tantas como el rock-o la vida- le permite. Esta vez, el desafío de analizar instrumentalmente el segundo álbum de la Velvet y, probablemente, el que mayor reto artístico supone en la trayectoria de la banda, donde los elementos que no tienen seis cuerdas (violas, teclados) son traídos, amplificados y lanzados desde las manos del propio Parlange y, sobre todo, Álvaro Segovia.

El soporte y la visión experimental de Jon Aguirrezabalaga (WAS, Zabala, Black Crystals), terminó de orquestar un artefacto al que se agradecemos la apuesta y su huida de los ejercicios de estilo.

Este proyecto tiene el desafío de resignificar la Velvet, un grupo que se ha estudiado de múltiples formas en el terreno artístico (literario y musical, sobre todo). ¿Cómo se te ocurrió darle este enfoque de sólo guitarras?

Mi fascinación por ellos viene de siempre. Ya en 1991 cuando Los Clavos grabamos nuestro primer disco quise incluir una versión de los Velvet. Concretamente “Guess I’m Falling in Love” de la que entonces solo se había publicado oficialmente, dentro del álbum “Another View” (1986), su versión instrumental.

Finalmente, gracias a un pirata descubrimos que existía una versión cantada. La letra en la grabación original no se entendía muy bien. Así que recurrimos a Ignacio Julía quien a través de la Velvet Underground Appreciation Society nos la consiguió, y dado que nunca nadie la había versioneado con voz decidimos ser los primeros y priorizar el valor arqueológico.

Pero a mi esa versión instrumental me fascinaba y quizás plantó la semilla. Treinta años después pensé que era una aventura fantástica entrar en las tripas de esa bestia que es “White Light/White Heat” y hacerlo reivindicando a la guitarra como tótem del Rock & Roll. Todo lo que suena en el disco son guitarras, absolutamente todo. Pero lo curioso es que al final cuando uno escucha el disco muy pronto se olvida de ello y tiene la sensación de estar escuchando a una banda completa de Rock & Roll.

¿Con este trabajo, crees que la Velvet, como disrupción artística es interminable?

Los Velvet tienen algo que no lo tienen ni Elvis, ni los Beatles, Stones, ni todos los demás, y es que, en mi opinión, sus principales influencias (salvo la pasión de Lou por el Doo Wop) no vienen del “Rock”.

La Monte Young, Cecil Taylor, Ornette Coleman, o incluso el escritor Delmore Schwartz son algunos de los ingredientes de un coctel que los hace pioneros y únicos. Para mí son sin ninguna duda el grupo más influyente de la historia y su valor artístico es interminable. Seguirá influyendo a generación tras generación.

Entronca con tu imaginario musical, donde Nueva York es más que un lugar físico. Bonzos, Help Me Devil… las referencias son esa ciudad como estado mental.

He grabado tres discos allí (el primero de Bonzos, y dos de Help Me Devil) y es indudable que la ciudad acaba inspirándote y dándote un chute especial de energía. Pero cada vez que viajo voy buscando los restos de una civilización, una cultura, que ya apenas existe. Me paso el día diciendo aquí estaba, aquí vivía, todo en pasado. La belleza de sus barrios, esa sensación de que en ella habitan todos los mundos, sus ritmos, siguen ahí, pero se ha convertido en una ciudad para ricos. Una Atlántida sumergida por la codicia y la avaricia.

Lo dijo Patti Smith hace unos años: “Esta ciudad ha muerto”. Y es evidente que en el plano artístico es así. Pero para mí siempre será la ciudad de los Velvet, de los Ramones, Television, Suicide y muchos otros. Y mentalmente es imposible separar su música del escenario en el que nació.

 

¿Cómo ha sido el trabajo de reparto de guitarras entre tú y Álvaro Segovia? ¿Cuánto habéis experimentado dentro de la ya propia experimentación del White Light/ White Heat?

Álvaro pasó de estrella invitada, porque mi primera intención fue grabarlo yo solo, a protagonista absoluto. Es un guitarrista magnifico y nos entendemos y complementamos a la perfección.

Así que el 95% de las guitarras las ha tocado Álvaro. Yo toco en The Gift y en Sister Ray. En el resto mi papel ha sido dirigir la orquesta que íbamos tejiendo, vigilar junto con Jon Aguirrezabalaga -que ha sido clave – que los sonidos fuesen lo más velvetianos posible y finalmente mezclar la locura del enjambre de guitarras.

Todo ha sido experimentación y en el propio estudio. Nunca hemos ensayado o probado nada fuera del mismo. Teníamos claro que íbamos a respetar tono, tempo y duración de los temas originales, pero a partir de ahí todo era posible.

¿Pretendáis mostrar que el valor de este disco no entiende de revisiones, que es único y que todo acercamiento va a quedarse siempre en, precisamente eso, acercamientos?

Para mí los Velvet como concepto solo tienen dos discos. Los dos primeros. Con la marcha de John Cale se convierten en otra cosa. Excelente, pero sin llegar al nivel y mucho menos al riesgo de la primera etapa. “White Light/White Heat” es un akelarre proto punk que no deja indiferente a nadie. Lo amas o lo odias. A mi personalmente me parece una obra maestra y cuando lo íbamos diseccionando instrumento por instrumento todavía descubríamos más argumentos para amarlo. Lo que creo que ha sido nuestro mayor éxito y la razón de los elogios, especialmente internacionales, es que hemos tenido el mismo espíritu de innovar y no de copiar. Es un disco hecho para nosotros, una especie de capricho personal, que sorprendentemente ha sido bendecido por un montón de gourmets.

El nombre de la banda viene del primer éxito de Lou Reed, un twist que se aleja de lo que estaba por venir. ¿Cómo de complicado es estudiar a Lou Reed?

Exacto. “The Ostrich” fue la canción que provocó que Lou y John se conociesen. La henos grabado y publicado como single, por ahora exclusivamente en Bandcamp, manteniendo la misma filosofía de todo- guitarras. Lo aparentemente complicado de Lou es despojarle de su carga literaria, es casi un sacrilegio. Pero al hacerlo uno confirma lo que algunos llevamos décadas defendiendo: su música, su manera de tocar la guitarra son ya geniales incluso sin voz. Para nosotros no es solo el poeta de Nueva York, es el MUSICO, con mayúsculas, de Nueva York.

¿Tenéis intención de hacer lo mismo con el resto de discografía velvetiana?

El primer disco por ahora nos impone mucho; así que la intención es publicar en el 2025 el tercer disco, pero afrontándolo como si John Cale hubiese seguido en la banda. Crear una especie de álbum perdido. Luego ya veremos…de vez en cuando incluso nos planteamos hacerlo con “The Blue Mask”.

Texto: Álvaro Fierro

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