Los de Leeds van para arriba. Lo cual, no es sorpresa. Con el interrogante sobre si hay relevos, su debut era la constatación de que sí tenemos para Franz Ferdinand o Arctic Monkeys. Su segundo disco apunta en una dirección parecida, pero aquí los retos y los sonidos se multiplican. Abanderados de la BBC, ojito derecho del presentador Jimmy Fallon y cómplices de un Elton John que de vez en cuando les llama por teléfono, sabían en que debían mejorar. Por tanto, en la producción estaba puesto el foco —se ocupa Remi Kabaka Jr. de Gorillaz—; aquello que ya se adivinaba, debía crecer y colocarles, ahora sí, en un lugar de privilegio. Que sí, el pospunk era una vía para explorar, pero no se acaba ahí la cosa. Cabía profundizar más y experimentar en un grado aún mayor. Así pues, el recurso más obvio es la apuesta por el ritmo. Definitivamente, Yard Act nos quieren hacer bailar. Cuando en octubre se presentó su primer single «Dream Job», las cartas ya estaban boca arriba. Consecutivamente llegaron «Petroleum», más alocada y con un final caótico, y de nuevo las ganas de mover caderas con «We Make Hits». Por lo demás, la parte más optimista del disco está en su cara B, donde destacan «Blackpool Iluminations», con rasgos de Fela Kuti, y la sombra alargada de Talking Heads en el cierre con «A Vineyard for the North». Si quieren, y tienen una pizca de suerte, Yard Act tendrán el mundo a sus pies.
TONI CASTARNADO