Discomático

Pete Berwick – Fustration Alley (Shotgun Records)

Es muy curioso el aumento de seguidores de la música de raíces que reflejan algunos estudios basados en los algoritmos de escucha en plataformas y demás zarandajas digitales. Y no solo en USA, algo que no sería sorprendente, si no en todo el mundo. Quizás sea una reacción a tanto auto tune y tanta música facturada para el consumo rápido, en fin, el tema es que, aunque a pocos le importe, tenemos disco nuevo de uno de los tipos más auténticos de la música vaquera.

Y digo lo de que a pocos le importe porqué Pete es un forajido, de los escasos que quedan, que juega en las ligas menores musicalmente hablando (su carrera de actor es algo más conocida), transpirando autenticidad y siendo uno de los máximos exponentes de lo bien que le sienta al country impregnarlo de espíritu punk y energía rock. Discos como Only Bleeding (2001), Just Another Day In Hell (2009), The Legend Of Tyler Doohan (2015) o el excelente Ain’t No Train Outta Nashville, editado en el 2007 son buena prueba de ello. Si les pica la curiosidad al leer estas líneas, háganse con Too Cow To Punk – Anthology 1976-2019, una acertada antología de lo mejor de su carrera, puesta en circulación a finales del 2020.

Su anterior álbum, The Damage Is Done (2022), incide en su faceta más airada, con las guitarras echando humo en cortes como «She Ain’t Got Me», «Finger Down My Throat», uno de los temas más punks que jamás ha grabado, pero también contenía gemas como «Ghost Tears», ejemplo de su capacidad para echar el freno y marcarse canciones de lírica melódica y brillantes estribillos. Una joya, créanme, que encajaría como anillo al dedo en discos de tipos como Chuck Prophet.

En ese último aspecto incide su último trabajo, de momento solo editado en digital, que presenta su cara más relajada, armónica, acústica y voz se bastan y se sobran para dejar claro su talento como interprete y como compositor en siete canciones de profunda raíz folk, ejerciendo de cantautor puro y duro. El aura de tristeza que desprende el disco no implica fragilidad, al contrario, no pierde la intensidad ni el callo que ha caracterizado su trayectoria como músico. Desamor, desolación, oportunidades perdidas y vidas truncadas, un mundo de emociones en apenas veinticinco minutos.

Como escribió en su momento el periodista musical Keith A. Gordon: “La voz de Pete Berwick es una arma peligrosa, su voz cruda y machacada por el whisky impregna cada interpretación de dolor y penitencia, algo que solo se gana a través de décadas de experiencia.” No puedo estar más de acuerdo.

Manel Celeiro

 

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