No es precisamente la vetusta Europa uno de los epicentros encargados de exportar al resto del mundo representaciones sonoras entorno al pop o el rock.
Pero más allá de lo variopinto que supone la procedencia —ubicada en Ámsterdam— de este dúo, su prestancia para fabricar composiciones de melódica calidez espolvoreada de raíces americanas resulta mucho más prioritaria que su lugar de origen. Bajo una naturaleza amateurista, sin que eso signifique menoscabo alguno, más bien al contrario, habla de su falta de ensimismamiento y de la acogedora cercanía que irradia su forma expresiva, el repertorio contenido en este álbum aparece descrito entre la exquisita narrativa dictada por los Kinks, la humeante armonía heredada de la Velvet o incluso su transmutación en habitantes de pleno derecho del paisaje campestre. Un trabajo que, asumiendo su humildad, no claudica ante la (alcanzada) aspiración de convertir unas, aparentemente, modestas canciones en un tratado para codificar la condición humana.
Texto: Kepa Arbizu