Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y que blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues.
Si con tan sólo 16 años la irlandesa Muireann Bradly ha publicado un disco como “I Kept these Old Blues” auspiciado por el sello Tompkins Square de San Francisco (Ryler Walker o Wylliam Tyler entre otros) desconozco qué nos puede deparar su futuro artístico si nada se estropea. Me explico: si canta así con ese estremecedor sentimiento y ejecuta la guitarra con una técnica envidiable, no quiero ni pensar qué puede ocurrir, si nada se tuerce cuando, las puñaladas de la vida hagan mella en su alma (tarde o temprano nos pasa a todos) y ese blues se haya impregnado de resquemor, frustraciones, envidia, vicios varios, pero también de alegrías.
En 47 minutos que es lo que dura el disco podréis degustar blues, folk, incluso ragtime. Muireann es de Ballybofey en el condado de Donegal, Irlanda. La mayoría de estos temas fueron grabados originalmente por los grandes hombres y mujeres del blues que grabaron discos desde los años veinte y treinta hasta, en algunos casos, principios de los setenta. También ha encontrado inspiración para las versiones aquí grabadas en la forma de tocar de algunos de los músicos que empezaron a grabar o a versionar temas de blues muy antiguos en la década de los sesenta.
Muireann creció impregnada de este viejo blues en las colinas que dominan el valle del río Finn, a las afueras de la ciudad de Ballybofey. Su padre tocaba esta música constantemente en casa y cuando viajaban juntos en coche, el padre le pegaba unas turras considerables a su hija sin parar… que si el Reverendo Gary Davis eso, que si Mississippi John Hurt es el maestro primigenio del fingerpicking (ya saben, esa forma específica de tocar con la punta de dedos de una mano saltando de una cuerda a otra) bla, bla, bla. Su padre sólo vivía para y por el blues contándole historias sobre la vida de esos músicos como si fueran leyendas, mitos o dioses de un tiempo no tan lejano. Bien seguro que muchos de lo que leéis esta sección os sentiréis identificados por una obsesión, en ocasiones enfermizas a nuestros primeros héroes del género que aquí, en el disco de Muireann tienen su reconocimiento explicito (los citados Blind Gary Davis, Mississippi John Hurt, Elizabeth “Libba” Cotten, Arthur Blake conocido como Blind Blake y Frederic Williams entre otros. Esa es una de las grandiosidades de este disco acercarse al género con versiones de blues poco conocidas de artistas también minoritarios del género pero no por ello, como le explicaba el padre de Muireann, artistas excepcionales y únicos.
En una reciente entrevista a resultas de su disco de debut Muireann nos confesaba como gestó la idea de grabar este disco. “Mi padre, por supuesto, sabía tocar todas estas cosas con la guitarra, recuerdo que cuando era muy pequeño le miraba y pensaba «yo quiero ser capaz de hacer eso». Cuando tenía nueve años aceptó enseñarme y me compró mi primera pequeña guitarra de viaje. Me esforcé mucho por aprender a tocar, pero con el paso del tiempo parecía que cada vez tenía menos tiempo para practicar, ya que cada vez me dedicaba más a los deportes de combate en los que entrenaba y competía con regularidad. Entonces, en marzo de 2020, se produjeron los primeros bloqueos de Covid y se cerraron todos los deportes de contacto. Estuve perdida durante un tiempo, pero pronto encontré el camino de vuelta a la guitarra. Ahora escuchaba, tocaba y practicaba con una nueva intensidad y concentración. En un momento de gran seriedad, escribí una lista de canciones que iba a aprender. La primera de la lista era «Police Dog Blues» de Blind Blake. Ahora no estoy seguro de cuánto tardé en hacer el arreglo, pero cuando estuvo listo, lo grabamos en vídeo y lo colgamos en YouTube. Acabó llamando mucho la atención, recuerdo que mis padres se quedaron bastante sorprendidos y poco después Josh Rosenthal se puso en contacto… ¡y aquí estamos!
Cada tema de este álbum se grabó en directo en el estudio y representa una toma entera cantando y acompañándose a la guitarra simultáneamente. La mayoría son primeras o segundas tomas. No se ha añadido ni quitado nada, no se han utilizado sobregrabaciones ni trucos de grabación modernos de ningún tipo, así que, al menos en algunos aspectos, este álbum se ha grabado de la misma forma que aquellos clásicos de los años veinte y treinta. Lo dicho una gozada de disco. Una lección o incluso revelación de que no todo está perdido si una “teenager” ha sido captada a la secta del “blues” y se ha dejado estar de lo que escuchan las gentes de sus generación. Disfrútenlo, exprímanlo como un limón (como cantaba Robert Johnson) y ¡alcemos la voz al Señor hermanos! para que haya continuidad para este talento que es Muireann Bradley. Bienvenida.
Jordi Sánchez