Hubo un tiempo, hacia la segunda mitad de los ochenta, en que la escena indie británica contaba con un pelotón de grupos que parecían caminar sobre dos patas básicas de la música americana, Byrds y Television. The Lovely Basement siguen esa tradición, cada vez más diluida, modestos pero cautivadores, apoyados en la guitarra de Kevin Bache, básico pero muy efectivo maestro del arpegio diáfano y los riffs estilizados, entre el rock and roll romántico y los Velvet Underground post-Cale, y el aplomo de la voz de Katie Scaife, resuelta y creíble tanto en los momentos más tiernos como en los más enérgicos. A la fórmula añaden pellizcos country y unos levísimos, pero agradecidos, detalles de electrónica añeja que en ocasiones parecen acercarlos a los Yo La Tengo más comedidos. Artesanos aplicados, el repertorio de este su tercer disco crece con las escuchas a base de calidez y carácter, ligereza y pulso firme. No sabemos si ensayan en un sótano, pero el resultado es verdaderamente encantador.
CARLOS REGO
