Discomático

Indy Tumbita & The Voodoo Bandits – A dança Ritual da Salamandra (Family Spree, El Beasto, Velvet Cave)

Cuando a finales de 2016 Indy Tumbita se preparaba para la presentación en directo de su disco Bay Vibrations, echó mano de una serie de forajidos que, bajo el epígrafe de The Voodoo Bandits y con los sospechosos habituales en el zurrón (Dick Dale, The Ventures, Link Wray), ya no se despegaron del maestro de ahí en adelante. Dos siete pulgadas incidiendo en el surf instrumental y jugando con la cumbia, editados en 2018 y 2019 respectivamente, antecedieron el parón del proyecto debido a la pandemia; periodo que Indy aprovechó, como tantos otros, para componer los temas que ahora ven por fin la luz en este flamante nuevo álbum.

Quien conozca la larga trayectoria del vigués, su estilo a las seis cuerdas y sus obsesiones musicales y estéticas, sabe muy bien las coordenadas en las que siempre se ha movido; de las cuales este álbum no solo no escapa, sino que amplía. Con mayoría de material instrumental, pero con varios temas cantados, A dança Ritual da Salamandra supone -ya desde su propio título- un psicotrónico viaje tan selvático y lisérgico como cabría esperar de su factótum. Basta pinchar «La Dosis», ese tema inicial a modo de intro, para entrar sin invitación al guateque. Una fiesta en la que nos podremos servir generosas raciones de surf, psicodelia, punk, pop y exótica, todo ello mezclado, como siempre, en el burbujeante caldero del rock’n’roll más básico y primigenio.

Puede que tenga que llegar el calor de la canícula para disfrutar al cien por cien de pequeñas joyas como «A la Busca de la Coca Madre», «El Rey Sapo» o «Un Mono en mi Espalda», cócteles tropicales mejor agitados a la sombra del volcán; pero como el verano está a la vuelta de la esquina, como quien dice, mejor llegar estudiaos. Ya sea con la chispeante versión de «The Guns of Brixton» (aquí retitulada «Hordas de Vigo») o con pasajes un tanto más oscuros, caso de esa excepcional «Misa Negra» o la no menos ominosa «La Marabunta», explícita metáfora sobre el puto virus y el confinamiento ante los cuales, fieles a su estilo, ofrecen una solución en la que nadie había pensado: “todo es muerte y desolación, tomemos un polo de limón”. Genio y figura, oigan.

 

Eloy Pérez

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