En su nuevo álbum The Past Is Still Alive (Nonesuch-Warner), Hurray For The Riff Raff saldan cuentas con un presente que nos tiene a todos confusos y expectantes, cuando no deprimidos por las verdades incómodas que se amontonan a diario.
“El mundo arde, no hay ninguna duda, pero también creo en el proceso de disolución y en el poder que da admitir que debemos deshacernos de ciertos legados para luego reconstruir”, dice Alynda “Mariposa” Segarra en la entrevista que publicamos en el Ruta66 de marzo. “Conformarnos con lo que hay no va a llevarnos a ninguna parte. Deben hacerse cambios radicales y admitir que la casa está en llamas, es lo que expresa la canción. Vivimos tiempos inquietantes y muy confusos en Estados Unidos. No sé qué va a ocurrir, pero sí sé que la gente debe unirse y pensar un modo de salir adelante no importa quien gane las elecciones. Debemos concentrarnos en nuestra comunidad, en las relaciones con los demás, tratar de escapar del aislamiento, y aprender a salir adelante, pues muchos piensan que no hay salida”.
A sus 36 años, la neoyorquina residente en Nueva Orleans vuelve tras sus pasos para soltar lastre y enfocar un futuro en el que la solidaridad y el amor serán las únicas armas frente al desastre. The Past Is Still Alive la reconcilia con un sonido tradicional, etiquetable como americana aunque ella se resista. Suena de maravilla, henchido de guitarras suntuosas o fibrosas, acentuado por teclados, violín y saxo, centrado en su preciosa voz, humanista. Enseguida enganchan las irresistibles «Buffalo» —donde la extinción del mítico bisonte hace que se pregunte si su nuevo amor resistirá a la presión social— y la pegadiza «Hawkmoon», Lucinda y Bruce bailando bajo la luz de una luna menguante. Es solo el comienzo de un álbum que se merienda a las vírgenes de Nashville con aliento de coyote.
Grabado en los estudios Puff City, en Durham, Carolina del Norte, The Past Is Alive podría parecer una capitulación ante el mainstream. Pero hay aquí demasiada verdad, dolor apenas aliviado, para acusarla de conformismo. En estas canciones —«Alibi», «Hourglass», «The World Is Dangerous» con los coros de Conor Oberst— habitan los espectros de jóvenes descarriados, gozando con temblor de sexo nocturno al aire libre y bebiendo los vientos de libertad que la modernidad coarta, andando por carreteras polvorientas de Nebraska con la policía persiguiéndoles, como en la conmovedora «Ogallala». Al final, «Kiko Forever», mensaje telefónico de su recientemente fallecido “papi”, feliz de ver el brillo en los ojos de su hija.
Qué bien, Mariposa, tu nuevo álbum niega esa verdad a medias: que no es posible volver al hogar una vez has volado. Porque tu hogar está ya donde pisas, bonita.
Texto: Ignacio Julià