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Surfin’ Bichos – 16 Toneladas (Valencia)

 

 

Caminar por el rock and roll suele parecerse mucho a pasear por un alambre de espinos, de manera que el viaje emprendido se convierte en una aventura impredecible. Muchos de los grupos y solistas que han transitado y transitan por el rock saben que significa esto; bien por sus propias vivencias, bien porque reflejan en las letras de sus canciones odiseas de difícil encaje en una una vida rutinaria. Desde The Velvet Underground hasta Joy Division, pasando por The Rolling Stones, encontramos un caso u otro, o los dos a la vez, trazando las sendas vitales y profesionales de los músicos.

El caso de Surfin’ Bichos se asemeja a los anteriores y es a la vez singular. Desde que se formaran en Albacete, allá por el 1988, la banda liderada por Fernando Alfaro demostró que no iba a ser ni un grupo ni tampoco fácilmente clasificable. Así lo dejaron claro en su primer trabajo, el EP Gente abollada, y más aún en su primer álbum La luz de tus entrañas, en el que dejaban claro que lo suyo era un rock and roll hecho desde las entrañas, sin matices, libre de  asaltar cualquier tema, cuanto más espinoso mejor.

El carácter reflexivo, a la vez que visceral, de las letras de Alfaro, encajaba perfectamente con unas melodías de tensión guitarrera, lo que convirtió a los albaceteños en todo un fenómeno en el panorama musical español, siendo fundamental para emprender un nuevo estilo en el que confluían a la perfección Sonic Youth y Nirvana.

Separados después de grabar el que sería su último trabajo en aquel momento, El amigo de las tormentas, Surfin’ Bichos regresan 30 años después. Con un nuevo trabajo bajo el brazo, Más allá, los de Albacete vuelven con su formación original, iniciando una gira por todo el país que les trajo a Valencia, el 26 de enero a la sala 16 Toneladas.

Su actuación en Valencia demostró que en su caso el tiempo es absolutamente accesorio. Precedidos por unos más que solventes Sigarrito, Surfin’ Bichos dieron un repaso a toda su carrera para alegría de un público entregado desde el primer momento.

Desde Fotógrafo del cielo hasta su último trabajo, incluyendo esa obra maestra que es Hermanos carnales, los manchegos iban atacando con ferocidad cada uno de los temas que los convierten en parte inseparable de lo mejor de la historia de nuestro rock. Canciones como “Viajes de rendición”, “Yo que te he visto”, “Que clase de animal”, “Rifle de repetición”, se sucedían cual descargas de pólvora, combinadas por momentos lentos de reflexión como “Mis huesos son para ti” o “Luz del Mediterraneo”. El breve instante de calma desembocó en la tormenta eléctrica final con “Máquina que no para”, “Comida china y subfusiles”, “Gente abollada” y “Crisis”, hasta llegar a “¡Fuerte!” que, aunque no fue la última canción del repertorio, si permitió comprobar en directo como se había convertido en algo imperecedero.

Texto y fotos: Amadeu Sanchís

 

 

 

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