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Noah And the Loners – Razzmatazz 3 (Barcelona)

 

Es posible que alguien siga pensando que si la creación del Punk fue un mero movimiento mercantilista o una revolución en toda regla. Seguramente nos encontramos ante un fenómeno (tipo la movida madrileña, por tirar para casa) que conjugó estos dos aspectos. Lo que no pueden negar adeptos y detractores, de la singular causa, es el trastorno considerable ocasionado (llámenlo contracultural) que sigue en boga y no parece que vaya a frenarse.

Sería fácil criticar a las viejas glorias que todavía practican el arte de tocar de modo desenfrenado, tosco y deshilachado. A los que no deberíamos cargarnos, es a grupos de adolescentes a quienes por consejos paternales, pura investigación (todavía existe) o ignominioso desafío a las reglas impuestas, les apetece volver a montar bronca (sea dicho respetando a todos los aburridos e intolerantes de este mundo).

Una de las nuevas apuestas del género nos llega de Londres (raro es) y se llama Noah And The Loners. Tan solo han concebido tres singles (que se convertirán en EP a principios de febrero, producido por Neil Kennedy), pero asoman la cabeza armando mucho ruido, no podía ser de otra manera.

Mal Viaje

A este cuarteto formado por Noah Lonergan (voz y guitarra), Amber Welsh (bajo), Joseph Boyle (guitarra) y Noah Riley (batería), se les ha antojado visitarnos. Cuatro citas que incluyen Madrid, Valencia, Donosti y el Razzmatazz 3 de Barcelona, lugar dónde empezó el periplo.

Las épocas oscilan y debemos añadir más motivos a nuestras reivindicaciones. La Generación Z (el abecedario se acaba), nos sigue hablando de desigualdad social, racismo, corrupción y de todas las injusticias que se les pueda pasar por la cabeza. A ellas, le suman problemas de juventud, violencia de género o crisis climática. Ese espíritu batallador, que siempre ha estado presente en el atronador estilo, a veces, tiene música de fondo, a ella le dedicamos unas cuantas líneas.

En un martes ingrato (la floja asistencia marcó la animosidad), el  jovencísimo cuarteto  malagueño Mal Viaje, puso en marcha una velada enriquecedora y llena de esperanzas. Si pensamos que finiquitar una actuación con “Autosuficiencia” (Parálisis Permanente) es olvidarse de lo que tienes enfrente, desconocemos el valor de lo que nos ha hecho crecer. Apoyo incondicional.

En cuarenta y tres minutos (reloj suizo) no tuvimos tiempo suficiente para valorar, con justicia, el presente, ni lo que alcanzarán en pocos años. Sí es constatable que, hoy por hoy, Noah And The Loners ofrecen, como mínimo, fuerza y rendimiento.

Trece temas más el bis (God save the King, la corona cambia, el futuro sigue sin existir), demostraron que la planta está muy verde, aunque existen trazas de que la mejora no tardará en llegar. Escoger “Teenage Tragedy”, “Hell of a Day”, “Crash Landing” y “Protest Anger” (ira justa e innegociable) como avance, no emite dudas sobre su estrategia musical. En ellas encontrarán estribillos accesibles (los coros ayudan mucho), ese pop huracanado que debería ser seña de identidad y un estilo (deudor de Buzzcoks, Ramones y del origen pop de The Cure) que, corregido, les puede llevar al estrellato. Un éxito sincero, no de pacotilla.

Podríamos ser sus padres (pocos jovenzuelos acudieron), así que, si nos dejan, les daremos unos consejos: mejor seguir por la senda de “Just Kids” (la voz púber ya se agrandará) que entrar en el territorio trascendente de “You Make Me Fall Apart”; con Joy Division se acabó la sombría grandeza, no es necesario reverdecerlos.

¿Demasiado básicos? seguramente. ¿Falta de personalidad? no lo negaremos. Tampoco estaría mal hacer caso al Señor Miyagi con aquello de “Dar cera, pulir cera”. De todos modos, como comentábamos en el inicio, aquí hay mucha tela que cortar y, tan solo por el descaro y esas ganas de cambiar estructuras caducas, merecen nuestro pequeño sostén.

Para los que vivimos (también en la adolescencia) aquella época de gritos y porrazos de batería sanadores (contundente Riley), observar a estos chicos volviendo a las andadas, más que añoranza, nos provoca entusiasmo. Ojalá el monstruo del dinero no les deje caer en tentaciones letales.

Texto: Barracuda

Fotos: Marina Tomás Roch

 

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