Ariel Rot finiquitó el programa de televisión “Un país para escucharlo” en 2021, después de dos años de actividad. Aquella road movie musical, que recorría el territorio español buscando los artistas más representativos de cada lugar (la elección era discutible), se ha transformado en una larga gira en la que ha contado con la colaboración de un colega de oficio que ofrecía máximas garantías para el éxito del excitante viaje: Kiko Veneno.
Juntos recorren las Españas repasando el contenido del baúl de los recuerdos, pero, según sus palabras, obviando la nostalgia y oteando el futuro con optimismo. El 55 Voll-Damm Festival de Jazz de Barcelona, concretamente en el Palau de la Música Catalana, acogió uno de estos conciertos, donde seguro aparecerían conocidos aliados para dar más brillo a la función, truco que no siempre funciona, aunque por las noticias llegadas de Valencia o Madrid, a la pareja les ha ido de perlas. Diego Pozo (guitarra), Anabel Pérez (teclados), Marcelo Carlos Fuentes (bajo) y José Antonio Jurado (batería) iban a ser sus fiables escuderos, los invitados (diferentes en cada ciudad), una sorpresa.
En el caso que nos ocupa tan solo hubo dos contribuciones especiales: la primera fue a cargo de Jairo Perera (Muchachito Bombo Infierno) y la segunda (más colorista) tuvo al cantante de Jerez de la Frontera Tomasito de protagonista. El de Santa Coloma de Gramenet estuvo aguerrido (como acostumbra) e interpretó “Lo que me importas eres tú” (Kiko), teñida de impulsos funk, “Sin documentos” (Los Rodríguez) y un precioso tema de su cosecha, “Tu nombre”. Por su parte, el chocante y vigoroso artista andaluz (que fue a la convocatoria “a trabajar”) encandiló al personal con unas bulerías (“Torrotrón”), “Oh Mare” y esa mezcla de baile y flamenco-rap característica. Fogonazos que podían haber cortado el ritmo del show, pero que ofrecieron desengrase, alegría y, ante todo, permitieron a las estrellas tomarse un descanso.
Rot y Veneno no han concebido esta excursión como un mero pasatiempo. A pesar de que entre el repertorio escogido no han colado ninguna novedad, el trabajo hecho para pulir todos esos himnos, que ya forman parte de nuestro corazón musical, ha sido de órdago. Aunque ese nuevo lustre lo habrán labrado en comandita, mucho me temo que el máximo responsable de esa mentada luminosidad tiene nombre propio: Ariel Rot. El guitarrista y cantante, nacido en Buenos Aires, dio toda una clase de sabiduría. Elegante (Kiko Veneno le igualó en refinamiento), conduciendo a la esplendorosa banda de manera precisa y marcándose unos solos dogmáticos, sin destemplanzas, de una nitidez asombrosa (los punteos estrepitosos son para los mediocres), se convirtió en el rey de la fiesta.
Si ya de por sí, “En un Mercedes Blanco” alcanza cotas eminentes, la frescura que le imprimió Rot, con su Telecaster, todavía la elevó más. Por si fuera poco, tuvo tiempo para demostrar sus habilidades como cantante (las voces se fueron alternando) y desempolvar varias gemas de su cofre particular. De él sacó “Dulce Condena”, “Mundo de Ayer” (maravilla compuesta a dúo), “Me estás atrapando otra vez”, “Baile de ilusiones”, una asombrosa “Milonga del Marinero y el Capitán” y la inevitable remembranza a Tequila con “”Salta”, más de cuarenta años la contemplan y aún es capaz de voltear un teatro entero. Inmenso.
Quizá alguien piense que, ante tamaña exhibición, José María López Sanfeliu (Kiko Veneno), quedó en segundo plano; para nada. Su conocimiento y humildad (propias de los grandes) son tales que le permiten no erigirse como líder y al mismo tiempo serlo. En ocasiones, pareció no estar presente, pero cuando asomaba la grandeza de su porte, el color cambiaba de repente. Kiko da la talla en cualquier género y se adaptó perfectamente al tono más rockero dispuesto para la ocasión. Espléndido en la inicial “Memphis Blues Again” (Dylan forever), “Los Delincuentes”, “Lobo López” (canciones de nuestra vida), en un “Joselito” coreado y para enmarcar o en ese monumento titulado “Echo de Menos” (“Si tú no te das cuenta de lo que vale, el mundo es una tontería si vas dejando que se escape lo que más querías”). Enésima lección. Con todo el elenco en el escenario, se despidieron con “Volando Voy”, tan inevitable como irresistible.
Kiko Veneno y Ariel Rot (no importa el orden) se están dando un merecido homenaje ejecutado con una calidad de nivel exuberante; otros construyen carnavales de bajo pelaje. El exquisito dueto se marcó un espectáculo jovial, lleno de vida, sin artimañas fútiles, histórico. De lo mejor del año. Colosales.
Texto: Barracuda
Fotos: Marina Tomás Roch