Greg Barnett y los suyos siguen pareciéndome una de las bandas más interesantes del punk rock actual, aunque es bien cierto que en su propuesta hay espacio para, siempre desde esa atalaya punk, mirar cara a cara al pop, al folk y hasta al indie rock. Pero es que son muy buenos. Además, son capaces de afrontar temas bastante alejados al género, como por ejemplo el envejecimiento, con una dosis de acierto más que elevada. Apodados como la mejor banda punk que puedes ver desde el taburete de un bar de Scrampton (su ciudad natal), son capaces de reconocer abiertamente eso de que “cuanto mayor me hago, menos sé”, abriendo la reflexión al oyente que piensa que está de vuelta de todo. Lo hacen sin perder un ápice de energía, madurando, pero manteniéndose rotundos y explícitos. Greg sigue compartiendo tareas vocales y compositivas con su compinche Tom May y eso, aún, los hace curiosamente más compactos, en contra de lo que podría parecer. Considerando este el final de una trilogía que iniciaban en 2017 con After The Party y continuaba en 2019 Hello Exile, no les podía haber salido mejor.
Eduardo Izquierdo