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Shane odiaba los funerales

 

 

 

Pasadas las nueve y media de la mañana, la policía nacional de la República de Irlanda (conocida comúnmente como Gardaí), avisaba de restricciones a la circulación en la ciudad de Dublín, en la ruta S Lotts Road – Pearse Street – Westland Row – Fenian Street, entre las 10:30 y las 11:45 del viernes 8 de diciembre. Se venía un funeral de enjundia. Por si alguien tenía dudas, Shane MacGowan, el líder de los Pogues, fallecido en su casa de Dublín el pasado día 30 de noviembre a causa de una neumonía, ya es una leyenda.

Shane MacGowan nació el mismo día que Jesucristo y murió el mismo día que Oscar Wilde, en años diferentes, claro está. Su féretro partió del Shelbourne Park Stadium, un estadio habilitado para carreras de galgos ubicado en el sur de Dublín, a cuyas puertas se congregaban ya un nutrido grupo de fans y de periodistas, en dirección a la localidad de Nenagh, en el condado de Tipperary. Precedido de la banda de la escuela de música Artane hizo su aparición el carruaje de vidrio, tirado por cuatro caballos, que transportaba el ataúd del músico, envuelto en la bandera tricolor de la República.

Transcurridos veinte minutos, el cortejo fúnebre hizo su primera parada para que la banda tocase “Fairytale of New York”, himno que fue coreado por todos los presentes, que también arrojaron flores sobre el carruaje. Una segunda parada en su camino hacia la iglesia de St Mary of the Rosary tuvo lugar frente a la farmacia de Sweeney, célebre por su aparición cien años atrás en el Ulises de Joyce (convirtiéndose, por tanto, es uno de los escenarios obligados del Bloomsday), donde un grupo de músicos improvisaron una rendición de “Dirty Old Town”. Una vez finalizado el recorrido dublinés, celebrado en un ambiente festivo y respetuoso, el féretro fue transportado a un coche para completar el viaje hasta Nenagh, a unos ciento sesenta kilómetros de Dublín, donde Shane pasó buena parte de su más tierna infancia.

En dicha localidad ya se habían ido congregando los asistentes al funeral desde una hora antes del oficio, previsto a las 15:30. Figuras destacadas del ámbito de la música (Bobby Gillespie, Bob Geldof, Nick Cave, Liam O’Maonlai, Imelda May), del celuloide (Johnny Depp, Aiden Gillen) o de la política (Gerry Adams, Michel Higgins, presidente de la República de Irlanda) se dieron cita en la parroquia para despedir a MacGowan, cuya foto sonriente sosteniendo una copa de vino, ampliada y colocada sobre un caballete, flanqueaba el altar de la iglesia, una bonita construcción gótica de finales del siglo XIX, donde fue depositado Shane MacGowan dentro de su ataúd de mimbre (300 libras el más barato en Coffin Company, para quien le interese).

El conductor de la ceremonia fue el padre Pat Gilbert: «Crecí escuchando la música de Lizzy, The Horslips, The Rats, The Undertones y The Pogues. Cuando éramos adolescentes, la música y las letras nos alertaban de lo que ocurría a nuestro alrededor. También estaba el orgullo de ser irlandés, lo que podían decir, cantar y compartir era correcto y razonado en lo que a nosotros respecta. De hecho, Shane y los Pogues hicieron que tocar el silbato de hojalata, el banjo o el acordeón se convirtiera en algo internacional y guay. En palabras de Dickens, ‘era el mejor de los tiempos y el peor de los tiempos’. Pero la música y la lírica eran tremendas, y Shane era el maestro de todas ellas”. Pat Gilbert fue capellán a finales de los ochenta en la escuela de Birr, iba en moto, tenía una batería, un bajo y una guitarra eléctrica e insufló de gospel las misas, haciéndolas más atractivas a los alumnos. Uno de ellos, el cantante irlandés Mundy, que participó en el funeral, le debe buena parte de su vocación a Gilbert. Más curas como este queremos.

Victoria Mary Clarke, periodista de profesión, conoció a Shane cuando tenía 16 años y él 24, empezaron a salir cuatro años después y contrajeron matrimonio en 2018. Toda una vida. Victoria tomó la palabra para decir que, cuando conoció a Shane, todos sus amigos le decían que no iba a durar más de seis meses, debido a su afición a la bebida. Por suerte, se equivocaron. En el estrado de la iglesia afirmó que “todos los que conocían a Shane sabían cuánto odiaba los funerales, era muy difícil conseguir que fuera a uno. No le gustaba la idea de la muerte, no le gustaba hablar de su propia muerte».

La viuda del cantante reveló que la muerte de su marido fue una sorpresa y un duro golpe, y que él le había asegurado que llegaría a los ochenta. Su hermana menor, Siobahn, también subió al estrado, revelando que Shane absorbió «el caos mágico» de Irlanda y que, junto con el talento musical de su madre y las inclinaciones literarias de su padre, fue la mayor influencia en su vida.

El ex presidente del Sinn Fein, Gerry Adams, Aiden Gillen –“Meñique” en Juego de Tronos– y Johnny Depp, amigo de tres décadas y productor del documental “Crock Of Gold”, también subieron a leer sus elogios al músico, mientras que Bono, el líder de U2, excusó su ausencia y envió una grabación que fue reproducida en la iglesia.

¿Quién cantó en su entierro?

Al igual que en las exequias de otros músicos irlandeses célebres como Rory Gallagher o Phil Lynott, en el funeral de Shane MacGowan no podía faltar la música en directo. ¡Y qué música! Fue Glen Hansard, dublinés de pura cepa, líder de The Frames y ganador del Oscar a la Mejor Canción Original por la balada folkie «Falling Slowly» en 2007, el encargado de organizar los tributos musicales al fallecido: Nick Cave, que llegó con retraso a la ceremonia, interpretó al piano, hierático y conmovedor, una de las canciones más conocidas de MacGowan, la maravillosa “A Rainy Night in Soho”, compartiendo protagonismo con violín y acordeón. Vaya lujo.

En 1992 ambos publicaron un single, donde incluían una versión de “What A Wonderful World”, además de la ya mencionada. Imelda May, Declan O’Rourke y Liam Ó Maonlaí, líder de Hothouse Flowers, interpretaron la balada que grabó MacGowan junto con Moya Brennan en 1995, “You’re The One”. Emotivamente elegida fue “Haunted”, la canción que regrabase en 1995 el líder de los Pogues junto a Sinead O’Connor, fallecida cinco meses atrás y que hubiera celebrado ese día su 57 cumpleaños. Fatídicas coincidencias. La cantante irlandesa Camille O’Sullivan, acompañada de Mundy  a la guitarra, fue la encargada de interpretar el tributo.

La bajista original de The Pogues, Cait O’Riordan, fue otra de las invitadas al homenaje. Se unió al cantante folk John Francis Flynn para interpretar “I’m a Man You Don’t Meet Every Day”, canción tradicional incluida en el segundo álbum de los Pogues, Rum, Sodomy and The Lash, publicado en 1985. Pero quienes pusieron a bailar a los asistentes junto al féretro de MacGowan, literalmente, fueron Glen Hansard y Lisa O’Neil, interpretando la inmortal “Fairytale Of New York”. Sin duda, el momento del funeral. Ya hacia el final de la ceremonia, los compañeros de los Pogues interpretaron “The Parting Glass”, una canción tradicional escocesa, muy popular también en Irlanda, que suele cantarse al final de una reunión de amigos, siendo una de las canciones de despedida más populares. La canción, con casi tres siglos de antigüedad, hace referencia a la “copa de despedida”, que era considerado el último acto de hospitalidad, la copa que se ofrecía al huésped antes de partir.

“Llenadme la copa de despedida

Y la beberé a vuestra a la salud, pase lo que pase,

Me levantaré suavemente y les diré

Buenas noches y alegría para todos”

Finalizado el funeral, tuvo lugar una ceremonia privada donde los restos de Shane Patrick Lysaght MacGowan fueron incinerados.

 

Texto: Juan Carlos León  (autor de»¿Quién cantará en tu entierro?» / JotDown Books, 2018)

 

 

 

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