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The Funky Knuckles – Voll Damm Jazz Festival BCN / Jamboree

 

El Jamboree se vistió con el traje de Jazz-Funk-Fusion para recibir a The Funky Knuckles que debutaban en Barcelona. Primer concierto de la colaboración, en esta 55 edición, del club de la Plaça Reial y el Voll-Damm Festival de Jazz de Barcelona, retorno del evento (fundado por Joan Roselló) a la que fue una de sus originarias moradas en 1966.

Gracias al gancho del festival y al aval de Michael League (Snarky Puppy), la potente banda compuesta por seis jóvenes y talentosos músicos, abarrotaron la sala que, en esta ocasión, no colocó las tradicionales sillas; el bailoteo necesitaba espacio. Las costumbres deben conservarse y, pese a no ser una velada programada por la legendaria cava, se mantuvieron las dos habituales sesiones marca de la casa; rutina que consigue mayor afluencia de público y obliga a pagar doble si quieres presenciar el espectáculo completo. Nosotros asistimos al segundo pase que, por decisión del grupo de Dallas (Texas), resultó absolutamente distinto (en cuanto a repertorio) al primero. Visto lo visto, tampoco creemos que variara el discurso musical y encima nos regalaron una propina. Los mimbres obtenidos, nos permiten ofrecer una valoración más o menos ajustada.

Con un preámbulo jazzístico convencional, el saxo de Ben Bohorquez atacó “Tooth”, tema de 2019 que marcó las pautas de lo que llegaría posteriormente. Su categoría como instrumentistas es indiscutible, no obstante, podríamos poner en duda la calidad y el ingenio compositivo. La argumentación sonora bebe de tantas fuentes (colindantes, eso sí) que, en la mayoría de ocasiones, se convierte en un batiburrillo que no acaba de encajar. Los vientos del citado Bohorquez y Evan Weiss (trompeta) lideran una línea armónica que produce buen “groove” como en “Montana” (novedosa pieza de The Way It Is, 2023), pero, a pesar de que la batidora rítmica resiste, la conexión melódica se parte en decenas de pedazos.

Poco ayudan a recomponer la dispersión los estentóreos guitarreos de Ethan Ditthardt, algún solo desubicado del baterista Cedric Moore y, sobre todo, el loco aire psicodélico del teclista Kwinton Gray. Repetimos, no se trata de falta de capacidad (van sobrados) sino de errores de concepción o estructura. El orden siempre vino de los dedos y los poderosos soplidos de Bohorquez & Weiss, verdaderos conductores de la tan feroz como alocada locomotora.

Que nadie piense que su actuación rayó el despropósito, no nos despistemos. El bajista Wes Stephenson es una fiera y en el dilatado solo de “Barbosa” (la más inspirada), lució todas sus aptitudes. También cuadraron la lucidez de  “I Believe” y “16 Bars”, el regalo inesperado.

Sonorización perfecta, ambiente de lujo (la vibración no decayó en ningún instante) y el impacto popular, que seguro les hará volver por estos lares, fueron los logros de la noche preparada por la organización. Triunfaron, aquí no hay debate posible.

La hoja promocional expresaba: “The Funky Kunckles es una orquesta, de clase mundial, formada por superhombres cibernéticos mejorados genéticamente”. ¿Cómo les ha quedado el cuerpo? A un servidor con ganas de escuchar a The Brecker Brothers. Bendita publicidad.

 

Texto: Barracuda

Fotos: Jordi Amela

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