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Sarah Shook & The Disarmers – Sala Upload (Barcelona)

 

En primer lugar, permítanme presentar a The Disarmers: Blake J. Talent (guitarra), Andrew Lambie (bajo), Jack Foster (batería) y Nick Larimore (pedal steel). Con permiso de la creadora de todo el meollo, es imprescindible resaltar la importancia de estos cuatro personajes en el resultado triunfal del concierto vivido en la Sala Upload del, desangelado, Poble Espanyol de Barcelona.

Noviembre ya es noviembre (climatológicamente hablando) y subir a  Montjuïc empieza a dar pereza. Si a eso le sumamos el “inusitado” interés por los sonidos country-rock que siempre ha tenido esta ciudad (lo podríamos extender a todo el país), no es de extrañar que ni un centenar de personas acudieran a la actuación de Sarah Shook. Ni su fama de díscola u oveja negra de una familia fundamentalista cristiana estadounidense sirvió para estimular a más audiencia. Y fue una pena, porqué sus prestaciones fueron sobresalientes.

La cantautora nacida en Rochester (NY, USA), estrena disco, “Nightroamer” (2022) y a él dedicó buena parte del repertorio escogido. A excepción de la introductoria “Good As Gold”, hit de 2018, enclavó varias de las composiciones de un álbum, menos enérgico que los dos anteriores, pero igualmente satisfactorio.

 

Sorprendió con la intensidad “hard” de “Talkin’ to Myself” y “Nightroamer” (dureza pausada), pero pronto se desgañitó con los limpios guitarrazos finales de “Been Lovin’ You Too Long”, canción claramente ubicada en el género pop-rock. Es evidente que Shook ha decidido encaminarse por el terreno country, como demuestran temazos tipo “New Ways To Fail” (2018) o la también novedosa “No Mistakes”. Sin embargo, necesita tocar otras teclas. Lo hizo con “Nothin’ Feels Right But Doin’ Wrong”, “Damned If I Do, Damned If I Don’t” (un par de rockabillys trotones), “Somebody Else” (ritmo sincopado) y “Back Sliders”, deudora del sonido Pretenders. Se la ha asociado con The Cranberries o The Cardigans, y no hierran el tiro, pero, con su aquiescencia, el tono vocal me recuerda más a la fabulosa Chrissie Hynde; quizá son debilidades.

Sarah estuvo implicada en todo momento (para algo es la líder), pero pareció desganada en algunos intervalos; los vacíos no estimulan. No obstante, se liberó en el clásico “Fuck Up” o en “Keep the Hope Fires Burnin’” (siempre Dylan). También libró meritorias batallas guitarrísticas con Talent y en general, estuvo a la altura anhelada. El problema (por decirlo de alguna manera) es que los “desarmadores” se la comieron. Compactos, maduros (a pesar de su juventud) y tremendos en los feroces cierres (ametrallando con ardor musical furibundo), dieron una lección de lo que debería ser una banda de rock’n’roll. No andamos sobrados de jóvenes talentos, por tanto, si alguien sigue su línea, ¡estamos salvados!

Apunte de conclusión: síganle los pasos a Nick Larimore. Su futuro con el pedal steel promete instantes memorables. El mejor.

Texto: Barracuda

Fotos: Marina Tomás

 

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