Hay noches especiales en las que se palpa la expectación. El pasado jueves fue una de esas ocasiones. Colas para entrar en la ahora sala llamada Paral.lel 92 (antes Barts, antes Studio 54) para ver a una leyenda viva del Jazz: Ron Carter en formato cuarteto con sus Foursight. Tras la presentación inicial en la que se nos explicó que Ron debutó en Barcelona con Wayne Shorter en el 67, aparecen los músicos y finalmente Ron Carter.
Sólo su delgada presencia y su porte al caminar ya le ilumina a uno (tiene la friolera de 86 años). Ron Carter es de esos artistas rodeados de una áurea especial durante todo el evento. Entre el 63 y el 68 Carter fue el contrabajista del segundo quinteto de Miles Davis y atesora más de 2000 grabaciones (comprobadlo en roncarteruniverse.com).
Pese a ello, en los momentos en los que se dirigió al público bromeó refiriéndose a todo ello calificando su carrera como “corta”. La calidez y ejecuión del contrabajo de Ron Carter impregna y se hace omnipresente en todas las ejecuciones que sonaron durante lel concireto acompalados por unos fantásticos Foursight que, incluyendo a Carter lo forman el imponente Jimmy Greene al saxo tenor, el elegante Payton Rosnes a la batería y al piano la sorpendente brillante y a la vez minimalista Renee Rosnes al piano que probablemente brilló por su fina ejecución y porque es muy poco habitual ver a una mujer rodeada de jazzeros arrabaleros.
Escuchen en plataformas o compren las Stockholm Complete Recordings de ese cuarteto y podrán comprobar, si no estuvieron en el concierto, lo que son capaces de hacer cuando se suben a un escenario. El cuarteto iba intercalando tema tras tema sin pausa alguna y en ocasiones al inexperto oyente podía parecerle que estábamos ante una jam continua pero, nada más lejos de la realidad. Entre otras composiciones o estándares, Ron Carter nos regaló una fabulosa interpetación de “My Funny Valentine” o “Seven Steps to Heaven” del álbum del 63 de Miles Davis. Pobablemente uno de los momentos estelares de la noche fue un solo maravilloso y estratosférico de Carter en la que interpertó un trocito de la Suite de Chelo nº 1 de Bach. Ambrosía para los oídos y en definitiva una noche histórica. Todavía oigo los aplausos a rabiar del respetable cuando el cuarteto abandonaba el escenario. .
Texto: Jordi Sánchez
Fotos: Marina Tomás Roch