Si escuchan “Coyote” (2023), la reciente filigrana auto producida por Dylan LeBlanc, encontrarán trece composiciones de country-folk vestidas con arreglos sutiles, sedosos y elegantes que suavizan la crudeza de alguno de los textos escritos por el bardo originario de Shreveport (Louisiana, USA).
Para presentarlo en directo, ha incorporado a The Steel Vaqueros, banda compuesta por Clay Houle (guitarra), Ian Klin (teclados), Eric Guidry (batería) y a su padre James LeBlanc (bajo). Pues bien, estos feroces jinetes (con la aquiescencia de su líder), han transformado los etéreos sonidos de los que hablábamos anteriormente en un discurso rocanrolero de aúpa que sólo redujo la marcha en una tanda de bises formada por “Dark Waters” (en ella los violines sonaron enlatados) y “Cautionary Tale”.
Este volteado nos chocó, pero fue la clara demostración de que el “nuevo Neil Young”, como lo han calificado, puede jugar en el terreno que le venga en gana y siempre alcanzará la victoria. Comentando la fibrosa apuesta, mientras las guitarras sonaban revolucionadas, llegamos a la conclusión de que al grupo también se le había pegado la influencia de Young y, en escena, teníamos a los nuevos Crazy Horse.
Cuando alguien es capaz de tejer canciones con la calidad de “Stranger Things”, “Hate”, “Dust”, “Coyote” o las pretéritas “Beyond the Veil”, “Born Again” o “Renegade”, es injusto equipararle con nadie, incluso con sus claros referentes. De todas maneras, el simpático y agradecido artista (con quien pudimos mantener una corta charla) tampoco hace ascos si lo comparan con el genio canadiense, quien por cierto cumplía 78 el mismo día del concierto (su tono de voz, aunque más agudo, le delata), J.J. Cale (recuerden que grabó una versión de Sensitive Kind), Christopher Cross o mentarle que la construcción de sus melodías vocales se asemejan a las de America. Y no le molesta porqué sabe de dónde viene y, sobre todo, el camino que tiene que tomar; el trozo de show que se marcó no deja lugar a la incertidumbre.
El Razzmatazz 3 no se llenó, pero presentó una entrada digna que favoreció la entrega de los intérpretes, reafirmando el cariño que se le tiene por estas tierras y que le sorprendió la primera vez que nos visitó, cuando aquí era prácticamente un desconocido.
LeBlanc no saldría de casa sino tuviera que pagar facturas (como confesó a esta revista). Sin embargo creemos que lo necesita para demostrar que aquel chico que, en 2016, encontró, de nuevo, la luz gracias al éxito de “Cautionary Tale”, sigue evolucionando positivamente. Ese huracán sonoro vivido en su actuación barcelonesa, es la prueba más fidedigna de que Dylan LeBlanc va seguir volteando su propio universo día tras día.
Los que compraron el disco, sin haberlo escuchado antes, seguro que se mostraron asombrados con el cambio, pero al mismo tiempo exclamaron: ¡qué bueno es este tipo!
Texto: Barracuda
Fotos: Fernando Ramírez