Encuentros

Estrenamos el nuevo video de Edu Errea, «Louise»

Este nuevo vídeo supone el último adelanto que Edu Errea nos muestra antes de la salida, el próximo 1 de diciembre del nuevo disco de Edu Errea. Un disco que ya tiene fecha de presentación en Madrid, ya que el 2 de diciembre la sala Fotomatón de Madrid será testigo del debut en directo de ¨I Became What I Hated¨. Un concierto que será en horario de vermú (13 horas) y para el cual se pueden adquirir las entradas en el siguiente enlace.

«Louise es la píldora soul del álbum I Became What I Hated. Su origen es un sueño en el que se me apareció una mujer preciosa, esperando a que la encontrara en una cabaña perdida en medio de un bosque. Pero la canción que escribí trata en realidad sobre la dificultad de encontrar bienestar en soledad tras el final de una relación. Louise es en realidad la personificación de la soledad, y la canción narra el momento en el que, tras una ruptura, aceptas que alguien se va de tu vida y estás en paz con ella.»

Han participado como actores: Javier Aramendía, María Errea, Itzi Repáraz y María Guembe. Este nuevo video ha sido grabado en la sala de exposiciones «La Fábrica de Gomas» (Pamplona), por Pablo García Esparza

La banda son: Carlos Colina: Rhodes, Sinth, Javier Indurain: Bass guitar, Xabier Jareño: Drums y Edu Errea a la voz.

 

 

Aprovechamos para reproducir la última entrevista que publicamos sobre el músico navarro en toda su extensión, porque aparte de su música, Errea tiene mucho que contar y da gusto escucharle en cualquiera de sus variantes.

Edu Errea, autorretrato con paisaje americano al fondo

En su tercer capítulo en solitario, el músico navarro Edu Errea se presenta acompañado de una banda remozada para la ocasión pero manteniendo la artísticamente fructífera vinculación con el afamado productor Paco Loco. Unión creativa que, respetando esa armoniosa convivencia entre el impulso eléctrico y un ambiente evocador emanado de los sonidos de raíces, es capaz de gestar en I Became What I Hated (Music Hunters, 2023) su episodio más perfecto y orgánico. Un resultado conquistado gracias a una puesta en escena especialmente compacta y alineada con su representación más clásica, lo que significa recorrer su particular camino siguiendo las huellas de las más ilustres referencias concebidas por el power-pop o el folk-rock. Un autobiográfico y melancólico trayecto compuesto de unas elegantes estampas no exentas de espinas emocionales sobre las que hablamos con su autor.

En estos rápidos y agitados tiempos has tardado más de dos años y medio en dar continuidad al muy bien recibido Just a Dream, ¿eres alguien meticuloso a la hora de componer o son elementos externos a lo creativo los que han hecho que se demore este tercer disco?

Desde luego necesito espacio para escribir canciones, dos años incluso me parece un tiempo casi mínimo, al menos para mí. Y sin embargo, las cosas podrían haber ser distintas, me explico… En realidad, la mayoría de las canciones, y eso también me ocurrió en Just a Dream (2021), las escribí en un breve período de 2022, tuve dos o tres meses en los que la música y la letra nacían muy fácilmente. Por otro lado, este disco sale el uno de diciembre y en efecto habrá pasado ese espacio que dices, pero realmente, hace ya un año que todos los temas estaban escritos. Después hay que prepararlos para ir al estudio, y el hecho de trasladarse al Puerto de Santa María a grabar complica todavía más las cosas. No fue fácil encontrar el momento para desplazarse, y tuvo que ser en Semana Santa de este año.

Para escribir, más que nada, necesito vivencias y una situación propicia para realizar esa composición musical. Hay un último factor, y es que financiar uno mismo una grabación lo convierte todo en un poco más complicado. No te descubro nada si te digo que hacer la música que yo hago supone muchos gastos y muy pocos ingresos. No sé lo que ocurriría si una discográfica me pidiera cinco discos en otros tantos años pagándome un pastón, no sé si podría hacerlo, seguramente lo pasaría muy mal, porque tal como yo concibo el arte, la libertad es esencial.

Tu música siempre parte del sonido americano para llegar a otros campos. Siendo éste igualmente un disco variado, me parece que hay en él una formulación más clásica, ¿ha sido algo premeditado?

Bueno, realmente, mi idea era un disco aún más clásico en cuanto a sus sonoridades, con menos producción, incluso donde la guitarra acústica y la voz tuvieran protagonismo casi total en muchas de las canciones. Es algo que está en mi cabeza, querría hacer algo así en algún momento. Pero cuando el productor es Paco Loco y vas a su estudio, lo mejor que puedes hacer es dejar que conduzca él. Es lo que hice, y el resultado me encanta. A él le gustan los sonidos americanos. Ha producido discos a bandas americanas increíbles aunque quizás sea más famoso en España por todo lo relativo al indie con que se ha relacionado, pero es que por su estudio ha pasado Gary Louris, Josh Rouse, The Sadies….Le encanta ese tipo de ambientes,  pero a la vez le fascina mezclar cosas aparentemente poco afines. A mí me ha ganado para siempre con sus ideas que parecen locas y luego, después de unas escuchas, son maravillosas.

A pesar de esa variedad melódica, resulta tu trabajo más compacto, el que transmite un sentido de unidad mayor, ¿ha habido cambios en ese proceso de composición-grabación respecto a otros episodios?

El proceso de composición ha sido el mismo. Sigo siendo yo, con mi manera propia de hacer las cosas. Hace un tiempo leí el libro de Jeff Tweedy Cómo escribir una canción, y me sentí muy identificado en muchos momentos. En cuanto a las letras no nos parecemos en nada, pero en lo relativo a todo el proceso de composición me resultó alucinante ver algunas coincidencias. Lo que quiero decir es que creo que los músicos solitarios como yo tienen seguramente cada uno su propio proceso para hacerlo. El mío, se ajusta a la premisa de encontrar el momento propicio. Casi toda mi música nace en instantes en los que me siento alegre, y es entonces cuando surge la necesidad de escribir sobre las cosas que me pasan o me han pasado en la vida.

La formación que te acompaña en la grabación del disco ha sufrido cambios respecto a la utilizada en su predecesor, ¿cómo de activa ha sido su participación en el resultado global?

Sigue en la banda Javier Induráin, un bajista tremendo, imaginativo, preciso, con una cultura musical amplia y con la gran virtud de poder escuchar desde Ramstein hasta José Rodríguez. Es rapidísimo encontrando la línea de bajo que la canción necesita. Es además un gran músico de grupo, siempre atento a lo que tocamos los demás, siempre aportando ideas, sugerencias, y algo difícil de encontrar, aceptando también ideas y sugerencias de los demás . Por algo tantas bandas de por aquí quieren contar con él. Empezamos a tocar juntos en 2019, cuando nos lanzamos a presentar en directo Travelling (2018), y afortunadamente sigue conmigo. Es un gran músico, y un gran amigo.

Carlos Colina entró en la banda justo al terminar de grabar Just a Dream. Ha participado en mil arreglos de este disco.  Es todo multi-instrumentista: es pianista, siempre lo dice, pero toca como los ángeles la Pedal Steel (un instrumento increíblemente difícil y complejo), la guitarra, mandolina, banjo…Alguna vez hemos hecho la cuenta, y pueden salir más de quince instrumentos, y todos ellos bien tocados: una barbaridad. El primer día en el estudio Paco le volvió loco, no se entendían al principio, pero a partir del segundo, fue increíble la sintonía entre ambos, algo que se refleja perfectamente en el disco.

Xabier Jareño es el último en llegar, ha tocado la batería en muchos grupos de Navarra, y viniendo del Rock an Roll más contundente, ahora se ha decidido a entrar en otros proyectos diferentes, como el mío, o el de Raul Bernarte (Nuevos Hobbies). Es un gran batería. Yo no sabía cómo se entendería con Paco, pero después de un rato en el estudio vino y me dijo: “Toca guay, tiene lo más importante, le suena muy guay la batería”. Paco es muy minucioso con este instrumento, quizás con lo que más en todo el proceso de grabación. Tanto que los demás músicos están ahí esperando con ganas de entrar a grabar lo suyo. Luego, al escuchar el resultado final, entiendes que gracias al armazón que supone la batería, la canción suena como suena. Si escuchas con atención las baterías de «Robinson» o «You Don’t Know How To Flirt», te darás cuenta de que son a la vez contundentes y muy detallistas; yo creo que esa contundencia es la que hace que las canciones suenen rotundas, pero son los detalles como los que hay en esos dos temas, y en otras del disco, los que, al menos a mí, hacen que me enamore del resultado.

Los tres son grandes tipos, los ratos que estamos juntos ensayando, tocando por ahí, preparando grabaciones, son siempre un disfrute. Existe mucha sintonía musical y personal (hablo por mí, pero creo que lo suscribirían). Los cuatro estamos en esto por pasión, no hay más motivos. Ojalá pudiéramos tocar en recintos con cientos de personas, no te lo voy a negar, pero son ya tres discos y creo que son la prueba de que lo haremos sea cual sea el grado de éxito. Eso es lo que más nos une.

Respecto a su papel en el proceso estrictamente compositivo, digamos que partiendo de una canción que tiene su melodía, su letra, su esencia, en el local entre todos le damos lo que necesite para que funcione para una grabación o para un directo.

Creo que ha quedado más que demostrado que Paco Loco resulta esencial en este proyecto, pero, ¿crees que sería muy diferente tu propuesta musical con la participación de otro productor o al final siempre se impondría tu identidad musical personal?

Por supuesto, un productor como él lleva las canciones a un terreno que nadie lo haría. Creo que este disco podría haber funcionado también producido de otra forma, pero no me gusta mucho pensar en ello. Me he sentido muy respetado por Paco, tanto en este disco como en el anterior, en el tratamiento que ha hecho de mis canciones. Creo que él disfrutaría muchísimo si le llevara varias canciones más del estilo de «Robinson», «You Don’t Know How To Flirt» o «Feel Allright», en ellas le veía disfrutar como a un niño. Pero lo dio absolutamente todo para que otras como «Louise», o «Crazy in Love», sonaran a la vez clásicas y distintas a cualquier cosa que hayas podido escuchar. Y creo que el respeto de Paco por la identidad de los músicos con los que graba se puede ver en el resultado final, y es que, en lo que respecta a mí, considero que tengo una identidad propia que él potencia en su producción y mezcla, especialmente el tratamiento de las voces.

Tu sonoridad es herencia del legado clásico de The Band, Byrds o Petty pero igualmente tiene mucho de bandas contemporáneas como Teenage Fan Club, Wilco o Jayhawks, ¿en tu manera de hacer música crees que alguna de ambas formulaciones te ha influido en mayor medida?

Bueno, es que has nombrado séis grupos o músicos de los que más he podido escuchar en mi vida. Si añadimos a tu lista a CSNY, Beatles y Beach Boys tenemos las melodías y armonías que más me han influido. En cuanto a la escritura, mis referencias van más bien por el lado de los cantautores americanos, Leonard Cohen, Tom Waitts, Dylan…

El disco también transmite un tono, pese a los cambios de intensidad en los ritmos, donde prevalece la nostalgia, la melancolía…¿tu música depende mucho del estado de ánimo en el que te encuentres o se trata de algo estrictamente musical?

Sí, mis estados de ánimo son la clave de mi música. Ésta depende de aquellos al cien por cien. Y mi tendencia es a escribir sobre las dificultades, más que sobre la alegría. Por cada canción de amor he escrito media docena de desamor.

Antes hablaba de los momentos de felicidad, ¿pero es la incertidumbre un buen aliado para la composición?

Creo que el concepto felicidad no es único. Por ejemplo, mucha gente llamaría felicidad a una vida estable, sin sobresaltos, sin peligros. Otras personas huyen de ese tipo de vida. Para algunas personas la libertad es la plena felicidad, otras necesitan orden en su vida. En mi caso, la felicidad va y viene, es esquiva pero fiel a la vez. Lo hace sin avisar. A veces dura minutos, a veces días. Y como te decía antes, esa clase de felicidad es en mi caso muy productiva, es de hecho la clave para escribir canciones. Y eso tiene su contrapartida, y es que dudo mucho que surja música sin esa condición.

En realidad casi la totalidad de tus temas circulan por ese abrupto recorrido que supone el (des)amor, pero más allá de la lógica relación con la otra persona, hay en ellas una  descripción de tus inseguridades, de  tus miedos… ¿es este tipo de temáticas el paisaje perfecto donde examinarte a ti mismo?

En mi caso, sí… La soledad que sigue a una ruptura (o la soledad en general) es para mí una fuente de reflexión. Es el momento en que más me encuentro con mi pasado, con mis vivencias, con mis deseos, mis sueños…Se me ocurre el símil de un niño que se aburre. Deja a un niño sin un teléfono, TV o videoconsola, y verás cómo pasado un rato empieza a imaginar algo. Puede que sea algo comparable. Por otro lado, debo reconocer que intento explorar otros caminos en cuanto a las cosas de las que hablo en mis composiciones. El primer single, «Robinson», es un ejemplo de ello.

Los textos de tus canciones invitan a ser leídos en clave autobiográfica, ¿son un reflejo tan personal como sugieren o también se nutren de la imaginación y la inventiva?

Mi disco es totalmente autobiográfico, pero no todo lo que cuento en él ha ocurrido. Louise, por ejemplo, no es una mujer real. Es un sueño. Y de hecho, en esa canción cuento ese sueño, pero hablo de la soledad, metafóricamente. Otro ejemplo, «Paper & Ink» es una historia ficticia, un deseo. En ella imagino que me encuentro en la feria del libro con una mujer con quien había terminado una relación; nos abrazamos, y me dice ¿y si nos fuéramos a una isla con una luz bonita? Nada de eso ocurrió en realidad, pero sí en mi cabeza.

El disco fluctúa entre ritmos que incluyen desde el power pop más eléctrico de «Robinson» o «You Don’t Know How To Flirt» hasta el intimismo de «Crazy In Love», ¿el tipo de melodía y ambiente musical está supeditado de alguna manera a aquello que cuentas en la canción o son dos aspectos totalmente autónomos?

Sí, puedo decir que en este disco prácticamente todo ha ido en la línea que yo tenía en mente cuando fui escribiendo las canciones. Como excepción, «Keep me in mind», una canción muy dura para mí, porque habla sobre un momento de sufrimiento muy intenso, fue llevada por Paco Loco a un terreno pop, que me costó aceptar. Tras varias escuchas, me convenció, y hoy desde la distancia debo decir que me parece que ha quedado preciosa; un poco contradictoria con lo que cuento en la canción, quizás, pero por otro lado tampoco es una canción para bailar ni para irse de fiesta…

En general me gusta la coherencia entre lo que cuenta una canción y lo que trasmite su música, y creo que en este trabajo existe esa relación. Por ejemplo, «I Became What I Hated», el tema que cierra el disco y que le da nombre, tiene un sonido que  transmite misterio, igual que su letra, que está escrita en clave. En definitiva, la producción dio a la canción lo que necesitaba, y así lo hemos intentado a lo largo de todo el álbum.

Una canción como «Crazy In Love» crece mucho con el uso de una voz femenina como coro, ¿fue concebida desde el primer momento pensada de esa forma? ¿ Y hasta qué punto las canciones nacen relativamente cerradas o van creciendo y evolucionando durante su grabación?

Cuando conseguí terminar «Crazy in Love», como te decía, tenía muy claras varias partes, pero no encontraba el estribillo, pensé inmediatamente en una voz femenina. Lo comenté a Paco y hablamos con Roberta Gangui, una gran cantante que me sugirió, y que por cierto acaba de iniciar proyecto musical. Hizo voces también en «Wasted Chances», es una tía súper talentosa. En este disco, en general las canciones iban muy cerradas en cuanto a su base, y muy abiertas en cuanto a los arreglos, el estilo etc.

En «Robinson» hablas de ser uno mismo, de asumir las inseguridades propias pero tomar un camino sin seguir la corriente, algo que no siempre es fácil, ¿son muchos los momentos en que sientes que sería más fácil tirar la toalla y dejarse llevar por los impulsos mayoritarios?

Para mí, tirar la toalla sería dejar de grabar y editar mi música. Me encantaría que un millón de personas escuchara «Robinson», por ejemplo, pero componer es expresarme, y si un día mis discos los escuchara muchísima gente, tendría que ser porque les han gustado mis canciones, ningún otro motivo. El primer requisito que pongo a una canción es que me guste a mí. No tengo intención, de ninguna manera, de publicar algo que no me satisfaga. Tengo que sentirla, hasta el punto de que puedo llegar a estar muchas horas, muchísimas, trabando en una melodía o un estribillo hasta que doy con algo que me gusta. Recuerdo que me ocurrió con «Crazy in Love». No sabes lo que me costó dar con ese estribillo, un poco inspirado en algunos duetos estilo Gram Parsons y Emmilou Harris… Recuerdo una noche de madrugada intentando dar con dicho estribillo y en un momento dado pensar: ¿Qué cojones estoy haciendo a estas horas? Por otro lado, considero que si intentara tener éxito tendría en realidad menos, porque si algo creo que valoran los que me escuchan es mi particular identidad.

 

Texto: Kepa Arbizu

 

 

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