La figura de Trevor Rabin resulta de lo más peculiar en un mundo, el del rock, no precisamente carente de singularidades. Primero, por resucitar a unos comatosos Yes a principios de los ochenta; ballena varada en las costas del inicio de década, Anderson y compañía encontraron en el sudafricano la sangre fresca necesaria no solo para desencallar su sonido, sino para relanzar su carrera desde un rock mucho más urgente y directo con aquel 90125 (1983), golosina para los charts. Diez años y cuatro discos después, y con una discreta -aunque estimable- carrera paralela en solitario, el guitarrista se infiltró en Hollywood e inició una exitosa carrera como compositor de bandas sonoras.
Con el álbum instrumental Jacaranda (2012) como única excepción en esa trayectoria, pocos esperábamos un retorno como el de este Rio. Un regreso por todo lo alto, que lo muestra -rozando la setentena- en un espléndido estado de forma tanto con el lápiz como con las seis cuerdas y prácticamente todo el resto de instrumentos, dejándose ayudar tan solo en momentos puntuales. Absolutamente brillante a nivel vocal, con esas armonías suyas tan características, Rio es un festín de estilos a cada cual mejor interpretado. Quien evite darle una oportunidad pensando que tal vez se trate de otra leyenda olvidada del progresivo entreteniéndose en su senectud, cometerá un grave error. Obviamente sí hay prog en este trabajo, pero no en mayor medida que rock, pop, jazz y world music. E incluso territorios menos trillados en su haber, caso del country rock clásico que destila «Paradise» (subiendo la apuesta en el inicio country & western de «Goodbye», para pasar al rock de arena en el estribillo) o el aroma blues que emana en «Toxic», momentos que se imbrican perfectamente con la grandilocuencia de la inicial «Big Mistakes», con las atmósferas de «Oklahoma» o el ejercicio de estilo pop-prog que es «Push», repleto de cambios y texturas.
Una sorpresa, en resumen, ver a Rabin tan en forma, tan lúcido e inspirado a estas alturas; un proyecto absolutamente personal -no solo se encarga también de la producción y las mezclas, sino que incluso la pintura que ilustra la portada es obra suya- que pasa directamente a lo mejorcito de este año. AOR pata negra, para sibaritas sin prejuicios.
Eloy Pérez