Leí reacciones bastante tibias, cuando no directamente negativas, ante el nuevo trabajo de los de New Jersey. Casi todas, apuntando a la falta de garra y nervio que -en su opinión- acusa el mismo. Con esa idea en mente me dispuse a escucharlo, y no tardé en situarme en posiciones contrarias. Evidentemente no soy adivino, pero lo que History Books me ofreció desde las primeras escuchas fue exactamente lo que me esperaba: un retorno a la palestra, tras nueve años, que conserva intacta su esencia pero que -nos ha jodido- sustituye el brío juvenil por un más maduro, reflexivo estado de las cosas.
Puedo entender que quienes esperaban una vuelta marcando paquete y un sonido equivalente al de la sagrada trilogía entregada entre 2008 y 2012, hayan sufrido gatillazo. Lo que no puedo entender del todo es que alguien esperara precisamente eso. Con alguna que otra excepción a la regla, las bandas que se reúnen tras prolongados hiatos rara vez alcanzan el nivel de sus clásicos pretéritos. En su caso, además, las pistas dejadas por los últimos trabajos de Fallon en solitario -la banda, al fin y al cabo, es él en su mayor parte- también permitían vaticinar por dónde irían los tiros.
En cualquier caso, accediendo a que estas canciones no alcanzan la emoción e intensidad de las que todos sabemos, me cuesta encontrarle problemas a tema como «Spider Bites» o la propia «History Books» (con cameo, más que colaboración, del amiguete/mentor), no disfrutar con melodías tan suyas como las de «Autumn» o «Positive Charge» y no emocionarme -hasta cierto punto- con baladas y medios tiempos tan bien traídos como «A Lifetime of Preludes», «The Weatherman» o la magnífica «Michigan, 1975». Mención aparte a la lírica, a ese existencialismo romántico que tan bien domina Brian, aquí sí mostrándose a la altura de siempre. Cierto es que podrían haber incluido algún trallazo más en la onda de «Little Fires», pero la cuestión final no es esa.
La cuestión sería que, por más que estemos inmersos en una época en la que -como jamás en la Historia- buscamos como locos la eterna juventud a través de imposturas físicas e intelectuales, tal búsqueda es pura quimera. Quien lo entienda, sabrá encontrar la calidad en este disco. Que la tiene, y no poca. El resto, porfiará en vano.
Eloy Pérez
