Para los que aún nos vemos en la obligación de etiquetar la música, la escena de músicos que hay en la actualidad cada vez nos lo pone más difícil. Quizá la solución sería dejar de poner etiquetas a lo que escuchamos y, contarlo de otra manera menos gráfica.
O simplemente, reseñas con dos o tres palabras que rece esto: me gusta o no me gusta. Porque aquello de es bueno o es malo no casa, a cada uno lo gusta lo suyo. Pero mira por donde, cuando creíamos que al dominicano (afincado en Madrid) Charles Lavaigne no había como calificarlo, surge esto llamado crooner pop. Esta sería una manera, como otra cualquiera (quizá donde está más patente la acepción es en “Woman”), pues aquí hay texturas que provienen del folk, también hay alguna guitarra insolente (y bienvenida) como la presente en “Pristine” y, obviamente, esos sonidos latinos con los que creció.
Y como trasfondo, tiene un cierto aroma a la década de los ochenta. Como corresponde al título del disco, hay una bruma omnipresente que es lo que confiere al disco una personalidad propia. Los arreglos de “Waltzing The Tide” invitan a rescatar la manta, en la que es la canción más inspirada del disco (ecos del Rufus Wainwright más caleidoscópico) y en que destapa esa voz que le ha llevado a girar por medio mundo y a sumar con este, su quinto disco. Y como dice el dicho, no hay quinto malo; lo mejor de una situación puede ocurrir al final. Este de la Niebla sería un caso.
Texto: Toni Castarnado
Charles Lavaigne presenta La Niebla en concierto el jueves 30 de noviembre en el café Berlín de Madrid.