Artículos

Blues en la encrucijada: Chris O’Leary, firme como una roca

Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y que blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues.

Chris es uno de esos tipos con una biografía apta para ser narrada. Veterano de los Marines con presencia en zonas de combate, oficial de policía durante una temporada y desde principios de los noventa, entregado profesionalmente a la causa de la música del diablo. Armonicista y cantante, O’Leary fue el encargado de ejercer de vocalista en The Barn Burners, con el legendario Levon Helm (The Band) a bordo. Con ellos actuó como banda de la casa, en el Levon Helm’s Classic American Café, y también se lanzó a la carretera durante seis años, en los que nació una gran amistad con el desaparecido baterista.

Su trayectoria en solitario no pudo tener un mejor comienzo, Mr. Used To Be (2011), fue considerado el mejor debut del género en ese año, además de ser nominado como mejor artista en los American Blues Music Awards. Casi nada. Tras ese primer paso discográfico llegaron Waiting For the Phone To Ring (2012), el directo Live At Blues Now! (2014), Gonna Die Tryin’ (2015) y 7 Minutes Late (2019). Así como numerosas giras por medio mundo en las que ha compartido tablas con genios como Bobby Keys, Albert Lee, James Cotton, The Fabulous Thunderbirds o James Cotton.

Un trabajador infatigable que llega al presente con The Hard LIne, que supone su primera referencia para el prestigioso sello Alligator Records. En sus doce canciones, todas ellas originales, un tanto a su favor en una escena que se recrea en exceso en releer a los clásicos, nos ofrece un excelente ejercicio de estilo y demuestra su buena mano como compositor. Aquí no hay nada fuera de su sitio. Blues puro y duro, de raza, que no necesita más que ser interpretado con convicción, pasión y energía para que entre finamente en los oídos del aficionado. Y O’Leary va sobrado de todo ello. Buen cantante y excelente armonicista, el de Nueva York afirma sin ningún rubor que es lo mejor que ha grabado, el disco más centrado, el mejor producido y el mejor interpretado. Y no voy a ser yo el que le quite la razón. Todo suena niquelado, en su punto, la banda se deja llevar, engrasada y compacta, y no cabe duda de que Chris se siente a gusto, bien respaldado y en su salsa.

De ahí que la grabación fluya estupendamente, la armónica vuele por encima de las aportaciones de los músicos acompañantes y su voz, quizás su mejor baza, narre historias, tiene muchas que contar, en tiempos cocinados a fuego lento y repletos de sentimiento, como «Ain’T That A Crime», «Lay These Burdens Down» o ese temazo que es «I Cry At Night». Pero no se impacienten, hay cera para arder, blues musculado de garito, «Love’s For Sale», «Things Ain’t Always What They Seen», paseos por Nueva Orleans a lomos de «Funky Little Club On Decatur», shuffle rumboso, «Lost My Mind», brillantes luces de chicago en «My Fault» y rock & roll de tintes R & B que se adueña de la efervescente «Need For Speed».

Más que recomendable trabajo de alguien que se enamoró del blues cuando su padre le regalo el Hard Again de Muddy Waters (con James Cotton, Johnny Winter y Pinetop Perkins a bordo) y cuya primera aparición en un estudio fue para tocar la armónica junto a Hubert Sumlin. Con esas credenciales, nada puede salir mal.

Manel Celeiro

Fotos: Paul Natkin

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Contacto: jorge@ruta66.es
Suscripciones: suscripciones@ruta66.es
Consulta el apartado tienda