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The National – WiZink Center, Madrid)

 

No con uno, sino con dos álbumes nuevos se presentaban los americanos en Madrid, su única parada hispana en esta gira. First Two Pages of Frankenstein y Laugh Track, los dos largos en cuestión, mantienen el toque del quinteto (septeto en directo) intacto. Ya conocen los ingredientes. A saber, profundidad lírica y emocional, alta calidad compositiva, producción impoluta y un denso ropaje de instrumentación y arreglos, todo ello, no apto para los amantes de las digestiones (musicales, artísticas) rápidas.

 

Con tres cortes de …Frankenstein daban inicio al show, luciendo, a las primeras de cambio, el rugoso y profundo timbre de Matt Berninger. Acto seguido, despachan una eléctrica, vibrante «Squalor Victoria», de Boxer (2007), precedida por «Don’t Swallow the Cap» y «Bloodbuzz Ohio». Es decir: nos pusieron el corazón en un puño sin hacerse demasiado de rogar. Echaron mano de casi todos sus discos, algo que, por un lado, es de agradecer para el fan ilustrado y que, por otro, demuestra la alta calidad media de su obra a lo largo de su prolífica carrera. Ejemplo de ello fue «Cherry Tree», del disco del mismo título (2004) momento en el que los hermanos Dessner, hilaron un denso obillo de guitarras de alta intensidad.

En la recta final del pase regular embelesaron con la belleza de «England», la creciente intensidad de la reciente «Smoke Detector», o la emocionante «Fake Empire», premiando a los que tuvieron el tiempo, la paciencia y el gusto de aguantar hasta el final (dos horas largas de show, nada menos), con un generoso apéndice marca de la casa. Un bis iniciado con la delicadeza de «Light Years», que sonó a algo así como unos hipotéticos Coldplay a los que no les hiciera falta buscar tocar la fibra para tocarla. No sé si me explico.

Con «Mr. November», Berninger, como de costumbre, se perdió entre la multitud, poniendo a prueba la paciencia y capacidad del personal de seguridad para con el cable del micrófono, estirándolo de aquí para allá hasta recorrer medio recinto un par de veces. Y como broche final, una escuálida versión de «Vanderlyle Crybaby Geeks» interpretada a cappella de forma colectiva, con la ayuda de apenas un par de micros para amplificar tenuemente las guitarras acústicas de los gemelos Dessner. Un momento que, a buen seguro, los allí presentes no olvidarán. No olvidaremos.

Cabe destacar que una banda tan profesional, entregada y con una propuesta de tantos quilates y calidad, en todos los sentidos, logre acercarse al lleno en un recinto de tal envergadura. Sin hits, sin concesiones al show business ni tonterías de ningún tipo. Simplemente con talento, honestidad, pasión y buenas canciones. No todo está perdido, ni mucho menos.

 

Texto: Daniel González

Fotos: Salomé Sagüillo

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