Como bien dice el refrán «Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma irá a la montaña». Sin ninguna fecha en España, los Rivals Sons aterrizan en Europa para presentar sus dos últimos trabajos publicados este año «Lightbringer» y «Darkfighter». Por temas logísticos y laborales, me decido por Milán y la sala Alcatraz.
Los primeros 45 minutos de la noche son para L.A. Edwards y su banda, rock americano reposado que destila influencias a Jackson Browne y recuerda por momentos al Ryan Adams de los Cardinals. A las nueve en punto, se apagan las luces y suena la intro de «Mirrors», la banda suena totalmente engrasada y compenetrada, se les nota a gusto.
Jay Buchanan ha ganado tablas sobre el escenario y se le ve cómodo y suelto. Tiene un chorro de voz prodigioso, aunque se resienta en alguna canción debido al peso de una gira sin apenas descanso entre conciertos. La mayor parte del set list, se centra en el álbum «Darkfighter» del que tocan seis de las ocho canciones que lo componen.
Scott Holiday está que se sale, la facilidad con la que alterna la guitarra acústica con la eléctrica, incluso en un mismo tema, es asombrosa. Tiene una variedad de preciosas guitarras tuneadas a las que saca todo tipo de riffs y sonidos. El público italiano enloquece con la potentísima «Nobody Wants To Die» que suena acelerada y atronadora.
Con la única compañía de la guitarra acústica, Jay dedica una emotiva «Shooting Stars» a los niños que sufren la guerra. Se acerca el final del concierto y antes de tocar «Mosaic», la banda agradece el apoyo y cariño recibido por el público durante la gira europea, donde han colgado el cartel de «sold out» en varias ciudades, incluida Milán.
La noche termina con «Keep On Swinging» y el público abandona la sala con una sonrisa de oreja a oreja. Los Rival Sons están en su mejor momento y es una suerte poder disfrutar de su directo en salas.
Texto y fotos: Daniel García Femenía
