Su estatus de banda vagabunda, apostados en cualquier esquina y subsistiendo de pasar el sombrero, cambió en el instante en que Doc Watson quedo deslumbrado al verlos en una calle de Boone, en Carolina del Norte.
Y cuando el pelotazo obtenido por «Wagon Wheel», un perdido estribillo y verso de Dylan completado por Ketch Secor, llevo el tradicionalismo extremo, folk y vidas errantes, a una audiencia mayoritaria. Convertidos en un ente creativo más que en una banda propiamente dicha, los miembros entran y salen, colaboran en mil proyectos diferentes, y en el espejo en que mirarse para todos los que deciden sumarse hoy en día a las filas del neo folk o el new bluegrass. Puede que ya no sorprendan, con aquella frescura juvenil y aquel descaro cuasi punk, pero todavía conservan el espíritu nómada y el desparpajo, fundamentales para improvisar una fiesta en cualquier acera, «Ballad Of Jubilee Jones», «Keel Over & Die», «I Want It Now», arrimarse al pop preciosista con arreglos de cuerda, «Mies Away», o pedirle a Mavis Staples que se sume a la caravana zíngara para poner el toque góspel en «One Drop».
Texto: Manel Celeiro