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The Pine Hill Haints – Paral·lel 62 (Barcelona)

 

Barcelona tiene dos patronas. Una, Santa Eulalia, fue –dicen- una niña de trece años que allá por el siglo III fue a cantarle las cuarenta al gobernador de Barcino respecto a las represiones sufridas por los cristianos. Tras atender diligentemente sus peticiones, los romanos la torturaron y la crucificaron.

La otra es la Virgen de la Mercè, advocación mariana de la que –obviamente- no nos consta martirio, pero a la que los responsables del BAM llevan años intentando matar de asco y vergüenza ajena. Con la aberrante programación de este 2023 como pluscuamperfecta muestra de modernidad pedorrera y vanguardia de bazar chino. Que con la pasta que les llueve y manejan (dinerito público clin clin) hayan perpetrado semejante esperpento de cartel para las fiestas de este año, es pura tragicomedia de serie Z.

Por suerte, coincidiendo con estas fechas y desde hace un lustro hay un grupúsculo de indeseables disidentes que –bajo el epígrafe de Acaraperro/Rocksound– se dedican, entre otras cosas, a contraprogramar la abisal inmundicia del BAM con una serie de conciertos de raíces a cada cual mejor. El Rootsound Festival, en esta su quinta edición, no podía pues llegar en mejor momento. Y no podía inaugurarse de mejor modo que con The Pine Hill Haints. Los de Alabama, referencia de la mejor música americana desde hace un cuarto de siglo –que se dice pronto- aterrizaron en la sala del Paral·lel tras dejar un estupendo sabor de boca en Donosti, Madrid y Valencia.

The Pine Hill Haints al club paral.lel de Barcelona,
22/9/2023
FOTO: MARINA TOMAS ROCH

Y los que llevábamos salivando por su directo desde hacía semanas, tuvimos la ocasión de disfrutar de lo que Jamie Barrier y sus secuaces despliegan sobre las tablas. Esto es, una actualización del imaginario musical sureño tan respetuosa con la tradición (ahí está su rural y espartana instrumentación) como atrevida en sus distintas expresiones. Hay en su música toneladas de blues, country, bluegrass y folk, sí, pero en su propuesta lo canónico queda perfectamente integrado en una contemporaneidad tan fresca como honesta.

Juegan con tantas barajas, tocan tantos palos y se mueven entre tantos sonidos que pareciera imposible, a priori, que atesoraran un sonido propio. Pero vaya si lo atesoran. Su música es rítmica y arcana, emocionante y bailonga. Escucharlos en disco es como leer una antología de relatos de fantasmas. Verlos sobre las tablas es ver a esos fantasmas valsando al fondo del escenario, mientras los pies se te van solos. Y al final termina el concierto y uno piensa que, en definitiva, lo que ha visto es un bolo de pura música pop. De esa música popular que te escupe armonías sin igual y sin descanso, desde mucho antes de que el término fuera acuñado como tal. Canciones que crees haber escuchado siempre. Que crees conocer y reconocer desde siempre.

Canciones de un grupo que todo lo que hace, es lo que a uno le gusta. Y cuando eso ocurre, la satisfacción se convierte en absoluta.

 

Texto: Eloy Pérez

Fotos: Marina Tomás

 

One Comment

  1. Si señor, estuve alli y me lo pase en grande. Buena critica y mejor foto.

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