Intuyo que, salvo el Autrigalia Fest. de Soncillo, ningún otro festival roza la excelencia para con la prensa musical y generalista, gracias al buen hacer de las huestes direccionadas por Javier Ajenjo (Art de Troya / Sonorama Producciones) y Tomás Heredero (Emerge Management & Comunicación) y sus equipos. También barrunto la absoluta gloria para un Azkena Rock o un Funtastic Dracula Carnival, si se programaran en tan bella villa castellana, pues la diversa oferta para los comunes gustos del vetusto “peterpanismo” ruock alcanza límites desconocidos en casi todas las otras plazas peninsulares.
Cerca de ciento cincuenta mil personas se dejaron ver durante los cinco días de un festival que, a diferencia de otros, programa continuas actuaciones desde la mañana (casco antiguo) hasta altas horas de la madrugada (recinto ferial). Nos gustaron Las Odio por sus aires a Las Chinas en “Rubia de Bote”, su pop siniestro pegamoide en “Mantis Religiosa” y su sentido homenaje a Las Vulpess con el “Me Gusta Ser una Zorra” (con la modificación lírica que sustituía a Lou Reed por : “…quiero meter un pico en la polla a un cerdo facha llamado Abascal”).
Enrique Villarreal Armendáriz “El Drogas”, arropado por una ducha banda, arremetió con fuerza y garra contra parte del extenso cancionero de Barricada, donde la inicial “En la Silla Eléctrica” y el himno rojo “Barrio Conflictivo” destacaron sobremanera. El de la Txantrea está gozando de una segunda juventud.
Nos contó el capo del sello discográfico Decadencia Corporal que percibió una bajada de calidad de Xoel López con respecto a su pretérito proyecto tildado como Deluxe.
Elefantes llevaron a su terreno el “Te Quiero” de Perales, sufriendo Corizonas de un sonido un tanto opaco que no permitió visibilizar su adn rockero: sirva el dato que saludaron tras el final bajo el manto sónico del “Bang, Bang (my Baby Shot me Down) de la gran Nancy Sinatra…
De exótico calificaríamos el bolo super profesional de los vascos Gatibu: decenas de hijos y nietos de inmigrantes castellanos coreaban en euskera los hits de los de Gernika y alzaban alguna que otra ikurriña. “Awesome”, que dicen los anglosajones.
Ante una abarrotada Plaza del Trigo, se presentó la zagala galega Dani (hija de Silvino “Aerolíneas Federales” y sobrina de Miguel Costas “Siniestro Total”), otorgando con chuleria un set plagado de sensual y fino pop electrónico. Nos dio tiempo también a ver el magno documental: “La Importancia de Llamarse Ernesto y la Gilipollez de Llamarse Eric”, que cuenta la idiosincrasia del batería más majara de “Graná”, Eric Jiménez (KGB, Lagartija Nick, Los Planetas, Los Evangelistas, Fuerza Nueva) y mantener una cordial charleta con su director, Cesar Martínez Herrada (“Ruibal, por Libre”) y con el fotógrafo del film, Juan Pérez Fajardo.
Después, disfrutamos del concierto sorpresa de Ladilla Rusa por sus odas a la clase obrera y al movimiento LGTBI, sus pinceladas del malogrado Peret, de Almodovar y McNamara y la infravalorada Rafaela Carrá, además de sus dos jitazos “charnegos”.
Es obvio que a Jorge Drexler se le debe disfrutar en un teatro y no en una llanura a cielo abierto, aun así, brilló en “Bolivia”, donde bien define como en 1939, el humilde país andino acogió a millares de refugiados españoles que huían del yugo y las flechas. La historia es circular clamaba el uruguayo… En vano fue nuestra suplica para que la arandina Laura desechará a un mega famoso grupo indie y conociera a uno de los estandartes del mejor ruock malasañero. Como viene siendo habitual, Los Enemigos, que ya participaron en el primer Sonorama, dieron fe del porque se les define como una agrupación básica en la historia del ruock patrio. “John Wayne” y la cantada por Fino Oyonarte nos parecieron sus cimas esta vez.
Como no tenemos el don de la ubicuidad (gran enfermedad el solape de conciertos), requerimos información privilegiada, la cual señalaba como Morgan realizaron un chulo bolo predominando el soul-rock académico, Vetusta Morla un extenso set introspectivo, en el que su líder valientemente exclamó: “Basta de normalización, el fascista siempre ha sido y será”, y NTRDNDNSP lució con su hipnótica electrónica en mixtura con el flamenco y la mística.
Wilco, que no jugaban en casa, danzaron de maravilla por su country rock modernizado, con varios pasajes de psicodelia y churlería rocker. El cada vez más parecido físicamente a Peter Case, Jeff Tweedy, comandó su enorme banda con una sabiduría poco común en estos descafeinados tiempos. Huelga decir que sus sublimes hits: “Jesus, Etc.” e. “Impossible Germany” no oscurecieron maravillas como “I’m Trying to Break your Heart”, la deliciosa “Love is Everywhere (Beware)” o la sesentera “Bird Without a Tail/Base of My Skull”.
Reivindicar las notables canciones pop de Nena Daconte y La La Love You, el trash-glam de Ojete Calor o la verbena ochentera de Los Niños Jesús de Jordi Evole puede provocar causa de excomunión routier, pero es un hecho que nos la suda a estas alturas del eclecticismo.
Por cuestiones paterno-familiares y por la amplia cultura musical del dúo, uno siempre ha tenido simpatía por Amaral, aún no habiéndoles prestado mucha atención. Este sentimiento ha derivado en amor sin tregua por la valentía (sin ánimo de lucro) de Eva al mostrar a treinta y cinco mil almas en la noche arandina sus bellos pechos conforme ejecutaban “Revolución”, en solidaridad con Rocío Saiz, Bebe y Rigoberta Bandini, y contra esa caterva de reaccionarios con caspa que lamentablemente siguen poblando la Piel de Toro en forma de cínicos cayetanos o ignorantes facha-pobres. Al día siguiente, los mañicos repitieron en la Plaza del Trigo para sorpresa de los allí presentes. Muy grandérrimos.
Texto: Aitor Bakaikoa
