La divinidad de Plant se fundamenta en cultivar a su público y alejarse de su propio pasado, aún teniendo que hacer una regresión a los sonidos más ancestrales jamás conocidos. Curiosa rueda: mirar hacia adelante hurgando en las tradiciones arcaicas y filtrándolo para conectar con un presente armonioso e intrigante. Queda lejos la visita del cantante en 2016, y en todo este tiempo grabó un disco que algunos consideraron su mejor obra solista, Carry Fire, volvió al estudio y al directo con Alison Krauss y se alejó un poco más de la locura que envuelve a su vieja banda, siempre presente aún cuando propiamente no suceda nada.
El Plant de hoy es un explorador mitómano que sucumbe a sus raíces blues, destripa el folk y evoca sonidos celestiales que catequizan lo arcaico en fulgurante modernidad. Se trajo a los Saving Grace, pero podían haber sido los Strange Sensation o la banda del 93, pues es él quien envuelve el sonido con ese grave perfecto en la voz que le ha dado la vejez y quien guía cada paso de su admirable carrera. Sin obviar la presencia escénica, pues el cantante no ha perdido un ápice de carisma o magnetismo. Además, la cercanía de actuar en un local de dimensiones humanas, la retroalimentación con una audiencia embelesada, todo ello condujo a una ceremonia musical y sensorial que Plant dirige con facilidad y simpatía.
La cantante Suzi Dian fue el contrapunto perfecto al timbre actual de voz de Robert, armonizando ambos en una sintonía elucubrada y efectiva. Seamos sinceros, está bien que Robert, siendo la estrella de su propio recital, no cargue con toda la tarea vocal, pues así se reserva mantener las cuerdas vocales otro puñado de años. El repertorio está montado de forma que encaja todo como un puzzle; importa la forma no tanto el contenido, pues el pincel y barniz final es lo que dotará de coherencia al resultado final. Así, un corte tradicional como «The Cuckoo» (que a algunos nos trajo a la memoria la versión de Rory Gallagher) casa con «Monkey» de Low, y este a su vez hace lo propio con «Angel Dance» de Los Lobos y el «It’s a Beautiful Day Today» de los Moby Grape, una banda que Plant ya versionaba antes de unirse a Zeppelin.
¿Zeppelin dije? Tipo listo Plant, ¿cómo no va a volar ni que sea eventualmente por el catalogo de la banda que le puso en la primera línea? Hasta cuatro canciones sonaron del viejo grupo, con pequeñas incursiones y guiños a otras cuantas en diferentes fases. ¿Mi interpretación favorita? La de «Friends», aún siendo emotiva «The Rain Song». Claro, que a estas alturas no esperaba oírle cantar «Four Sticks», así que esa también tuvo su punto. Eso sí, anula por completo su carrera solista como creador de canciones. Rescató «Down To The Sea» de Fate Of Nations, y eso fue todo. Si no defiende él sus propias canciones, ¿quién lo hará? Algo de Mighty Rearranger (su verdadera obra maestra solista) hubiera encajado a la perfección. ¿Quién sabe? Quizás en la próxima. Tampoco seamos quisquillosos, esta velada fue perfecta tal y como se concibió.
Bona nit.
Texto: Sergio Martos
Fotos: Frank Domenech