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Paul Weller – Sala Santana 27 (Bilbao)

 

 

 

Hasta hace unos días pensaba que jamás había visto a Weller en directo, y resulta que luego, pensando, caigo en que fue él quien teloneó a Oasis, sus vástagos musicales, hace más de veinte años en La Casilla de Bilbao. En aquel momento me pareció irónico que fuese él quien teloneara a los Gallagher y no al revés, pues ya se sabe que muchísima de la peña de aquel movimiento musical británico de hace treinta años le debe todo al modfather original. Pero sigo considerando que fue la semana pasada, en la sala Santana 27, donde realmente pude recibir el bautismo de Weller en directo. Y ya era hora.

Unas dos horas de bolo se marcó el inglés que está en edad oficial de jubilación —pero que parece de todo menos cansado—, arrancando con la reciente “Cosmic Fringes”, que por el sintetizador inicial hace que creamos que esto va de electrónica, para, segundos después, meternos en una rueda de guitarras eléctricas y estribillos pop. Weller puede presumir de seguir componiendo canciones excelentes en los últimos tiempos y es por eso que llena el repertorio de temas de la última década, como “Old Father Tyme”, “Saturn`s Pattern” o “Fat Pop”, y las va entrelazando con otras indispensables de su carrera: canciones de hace tres y cuatro décadas como las souleras “Ever Changing Moods” y “Shout to The Top” de su grupo de los ochenta The Style Council, las siempre oportunas “Start” y “That`s Entertainment” de The Jam y gemas en solitario de la altura de “Stanley Road”, la penetrante “Wild Wood” o la efectiva dupla de su debut en solitario, “Above the Clouds” e “Into Tomorrow”.

Por momentos el repertorio se escoró, quizá demasiado, hacia la balada y el medio tiempo —y eso que no tocó la ansiada, enorme, «You Do Something to Me»—, pero el soul de Weller al cantar y una solvente banda, destacando las filigranas a la guitarra de Steve Cradock, de Ocean Colour Scene, confirieron interés al asunto. El septeto cerró después de la rockera, y favorita personal, “Peackock Suit” y volvió para un par de bises de lo más nutritivos. Cierto que había parte del público que su motivación principal residía en escuchar uno o dos temas de The Jam —un tipo inglés afirmaba, “¡yo los vi en el 81!”—, pero al finalizar el concierto creo que todos entendimos que lo realmente reseñable de Weller es su trayectoria total, y sus últimas canciones, que no desentonan para nada entre sus grandes clásicos.

Texto: Jon Bilbao

Fotos: Marta Bravo

 

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