Los Fabulosos Cadillacs son un artista icónico de la música en castellano, una verdadera máquina de hits. Con casi 4 décadas al hombro, iniciaron su carrera en Buenos Aires en la década de los 80, en una Latinoamérica posdictadura que necesitaba urgentemente color y alegría. Su inspiración en los elementos elegantes de la música latina —como Celia Cruz o Rubén Blades— volvió cool lo latino para toda una generación de adolescentes rockeros.
El Poble Espanyol, ubicado en la pintoresca montaña de Montjuïc, sirvió de íntimo telón de fondo para las festividades de la noche. Este lugar al aire libre con sus encantadoras calles y arquitectura nos transportó a un momento y lugar diferente y contribuyó a la atmósfera mágica de la noche. Rodeado de fanáticos de varios rincones del mundo, había una inconfundible sensación de unidad y anticipación en el aire.
La banda dio inicio al espectáculo con «Cadillacs» y «Manuel Santillán, el León» inmediatamente mostrando su energía sobre el escenario. A partir de ahí, llevaron al público a un viaje a través de su extensa discografía. Éxitos como «Mal Bicho», «Vasos Vacíos», «Matador», «Demasiada Presión» y «El Genio del Dub» hicieron que el público bailara y cantara con cada palabra.
Durante toda la actuación, la presencia escénica de Los Fabulosos fue innegable. El carisma de Vicentico y Sr. Flavio brilló mientras interactuaban con el público, haciendo que todos se sintieran parte de algo verdaderamente especial. Una iluminación impresionante y proyecciones vibrantes complementaron la música, creando una experiencia multisensorial espectacular. Viendo al público conmovido hasta las lágrimas es fácil entender que ésta es la banda sonora de sus vidas.
La preciosa balada «Siguiendo la luna» me transporta directamente a una noche de calor en 1996, cuando viajé por primera vez a Buenos Aires y vi a Los Cadillacs en el legendario Festival Alternativo. Allí, entre los mares de gente, la calma hacía creer que todo él universo estaba en plena harmonía. Esta noche en Barcelona, más de un cuarto de siglo después, mientras bajábamos el Montjuïc luego del espectáculo, entre sonrientes fanáticos de todas las edades, orígenes y nacionalidades, volvemos a tener la misma sensación de que todo va a estar bien. Los Fabulosos Cadillacs continúan rompiendo todos los moldes, derribando barreras e inspirando y uniendo a los fans alrededor del mundo.
Texto y fotos: Nico Coitino