Se ilumina la pantalla y serpentean las tiras rojas, desteñidas, saltarinas, de un rollo de Super-8. Celuloide, se entiende, rodado en el siglo pasado por Iván Zulueta (San Sebastián, 1943-2009). Aparecen los músicos y se sitúan en platea, ante la primera fila, de espaldas al público para poder visionar las imágenes en pantalla. Fotogramas que J ha plasmado en las canciones de Plena Pausa, primer álbum a su nombre, que se publica el 29 de septiembre. «Natalia Dice» y «Arrebato (Un Buen Día para Iván)» avanzaban, en octubre de 2022, un proyecto surgido de la adquisición por parte de Fimoteca Española del archivo personal del cineasta e ilustrador donostiarra. Ha sido un largo proceso, adaptar al formato canción filmes nunca antes vistos de nuestro artista maldito en los setenta —queer, roquero, yonqui, bohemio de alta alcurnia—, pero el resultado final deviene hipnótico.
“Los cortos de Iván parecen video-clips, tres minutos, cuatro minutos, como los de Sonic Youth de los ochenta en Super-8”, explica J. “Los dos primeros, que son películas familiares, me permitieron editarlos; funcionan como una introducción, salen él de pequeño y sus hermanos, sus padres en los años cuarenta. Con ocho años Iván ya dirige su primera película, en decorados pintados por él, con niños jugando a los vaqueros. El resto son video-clips que no pudimos editar, y me dije que podía hacerles canciones, con ese aire un poco melancólico del Super-8 y las grabaciones antiguas, con gente tan joven, tan brillante, tan felices. El paso del tiempo convierte esa felicidad en melancolía”.
¿Por qué ahora un primer disco en solitario?
Bueno, en Los Planetas tengo espacio para mis canciones. Decido utilizar mi nombre porque Florent estaba haciendo un disco por su cuenta y Eric estaba con su documental. Andaban todos muy liados y tuve que buscar otros músicos. He estado muy concentrado en el proyecto durante un año y necesitaba gente que también lo estuviera… Cuando me proponen el proyecto me planteo hacerlo de esta manera, como un disco en solitario, aunque podría haberlo hecho con otro nombre. Y cuando compongo las canciones veo que se trata de entrelazar las ideas de Iván Zulueta que salen en las películas con las mías propias, mezclando distintas corrientes culturales. Luego, viendo Arrebato y los cortos, con ese punto autobiográfico, me pareció interesante contar historias y emociones mías personales. En ese momento me digo que voy a contarlo como una cosa mía personal, porque me sentía muy identificado con toda mi trayectoria personal.
¿Cúando descubres a Zulueta?
Lo primero que vi fue Arrebato y fue un impacto brutal. Recuerdo que cuando la vi ya había oido hablar de Zulueta, pero me marcó mucho la historia, la visión del arte, la época. Yo era muy joven en los setenta, pero los recuerdo; era bastante consciente de lo que pasaba, escuchaba música y leía Vibraciones, y luego tenía todos los números de Rock Espezial, por ejemplo. Ya tenía referencias de Zulueta, así que cuando vi Arrebato ya estaba avisado un poco…
¿Cómo fue el proceso de composición?
Las películas son muy underground y empezamos a buscar el sonido de grupos underground de rock. Luego ya viramos hacia cosas como «Natalia Dice», en la que participa Jaime Stinus, un gran guitarrista, con unos arreglos que la mejoraron. Los temas los grabamos en directo en el estudio y el sonido de algunos temas se parece más a Grupo De Expertos que a Planetas. Algunas canciones las grabamos con el grupo argentino 107 Faunos, el año pasado cuando vinieron de gira. «Jaleo en la Calle» es una versión de Spacemen 3, de su «Ode to Street Hassle» de Lou Reed. Al ver el video de Londres me vino a la cabeza esa canción, «Neon Lights» de Kraftwerk. Recuerdo de pequeño que en el bar de debajo de mi casa donde había un jukebox y yo le pedía a mi padre un duro, cinco duros, y ponía «Radioactivity» una y otra vez.
En mi experiencia, al usar una canción sobre imágenes a menudo se produce una sorprendente y azarosa conexión…
Me ha pasado mogollón de veces que la música sincroniza con la imagen por azar. Una de las cosas que hice cuando me mandaron las cinco horas de películas fue visionarlas con música aleatoria, una lista de Spotify. Fue brutal, en el primer visionado escuchando música ya vi que mogollón de cosas coincidían y de ahí salieron muchas ideas para las canciones. Fue increíble. Hubo varias ocasiones en que sonaba una canción y coincidía totalmente con la película, y de ahí las versiones. Al final tomé muchas referencias y digamos que las canciones no tuvieron una composición muy pura, está todo lleno de citas y referencias que me sugieren las películas.
Y las letras de las canciones, ¿siguen lo filmado por Zulueta?
Las letras no se apartan tanto de las de Los Planetas, en todo caso las han inspirado las imágenes de Zulueta, son historias cinematográficas, estados de ánimo, las drogas como la heroína. Los Planetas hablamos de esto todo el rato, porque venimos un poco de la misma corriente cultural, que yo sitúo en la Factory de Warhol. Todo el cine de Zulueta tiene una deuda enorme de ese cine, de Jonas Mekas, de Andy Warhol y Paul Morrissey. El mayor referente es Lou Reed. Lou Reed se está convirtiendo en uno de los artistas más importantes del siglo XX, para mí ya lo es. El mundo va hacia lo que él predijo, fíjate en lo queer. Vio todo lo que iba a pasar y lo que está pasando.
Curiosa la conexión Donosti-Granada, norte y sur, dos ciudades con mucho legado cultural.
Granada es una ciudad más cerrada, porque está entre montañas, una cultura más cosmopolita. Ha sido una ciudad muy potente desde siempre, ha influido a todo el mundo y ha recibido conocimiento de todas partes. Cuando los cristianos queman toda la cultura grecorromana, en Granada se conservan las traducciones de Aristóteles y demás. En la época del moro, Granada es la ciudad más importante del mundo entero, como una Nueva York en el auge musulman de la Edad Media. Esa cultura tan potente seguro influye en la gente de aquí, y por eso salen artistas tan potentes: Lorca, Morente.
En Los Planetas, pese a surgir del indie, habéis hecho una labor histórica al acercaros al flamenco y el acervo andalusí.
Nosotros venimos de la contracultura anglosajona, una cultura crítica con la dominante, que cae en decadencia en el momento en que no acepta el discurso crítico de, por ejemplo, Lou Reed, y le relega al segundo plano. Ahí es cuando muere la cultura anglosajona y cuando llega el punk solo demuestra que todo eso está acabado. Con el punk se inicia la creación de una estructura paralela que no tiene influencia en la cultura oficial y se mueve de forma paralela. Nosotros venimos de esa influencia anglosajona pero estamos inmersos en su decadencia y, para nosotros, cuando yo era chico esa era una cultura superior, claramente, a la española. Pero luego he ido buscando referentes en otras culturas, porque de repente no salían discos interesantes ni en Inglaterra ni en Estados Unidos, eran más interesantes los mejicanos y los argentinos, o los españoles. Es la caida de los imperios: la cultura dominante era la española y cayó antes que la anglosajona. Mira la guitarra, ¿por qué la guitarra es tan absolutamente importante? Porque se desarrolla en esa época de hegemonía y se convierte en elemento fundamental de la música popular en todo el mundo. Es un instrumento muy democrático, lo puede tocar todo el mundo.
¿Qué opinas del artículo de los hermanos Auserón sobre las plataformas y su expolio de los músicos?
El modelo de Spotify y YouTube es tremendo. Yo lo he pensado mucho tiempo y me alegro de que los hermanos Auserón se atrevan a dar el paso y criticarlo. Yo lo he intentado algunas veces pero la verdad es que se me echa la gente encima. Es el triunfo de la música comercial. La música comercial está bien vista ahora. Está bien visto hacer música a favor del poder y defendiendo una barbaridad de ideas. Y no hay crítica contra eso, es brutal. Es música hecha desde el poder para engañar a la gente, para darles bazofia. Lo que prueba el control digital brutal que tienen sobre la población; están dirigiendo el cerebro de la gente de una forma como nunca se había visto en la historia. Y ahora con los algoritmos se maneja una cantidad de información que ningún humano es capaz de analizar.
Texto: Ignacio Julià