Encuentros

Kristin Hersh, siempre a favor de la composción frente al exhibicionismo

Kristin Hersh visita Europa presentando su flamante ‘Clear Pond Road’ (Fire Records/ Popstock!), en una gira de locales que propician un mayor contacto y complicidad con la audiencia. Aprovechando la audacia comercialmente suicida del promotor Tomeu Gomila y su ciclo Women Don’t Wait For Waits, hemos podido contactar con la artista antes de disfrutar en Sa Pobla de su única cita con el público en nuestro país el 24/09. Mallorca no es sólo balconing, ya veis.

¿Qué quieres expresar con tu nuevo álbum? ¿Adónde nos llevará este camino de Clear Pond?

Mi hijo y yo encontramos ese letrero (se refiere al que se ve en la portada del disco) en la entrada de un chatarerro durante una gira y nos dimos cuenta que estábamos mirándolo los dos. Como a ambos nos atraía, nos lo llevamos a casa y lo colocamos en nuestra cocina, con la esperanza de conseguir la claridad que se tendría un estanque transparente (clear pond). Cuando nuestros corazones dejaron de acelerarse, pensé que se me permitía ponerle su nombre a un disco.

A veces no descubro el sentido de las canciones durante años. Mi trabajo es escuchar lo que las canciones quieren ser y luego hacer todo lo posible para criarlas como niños: ¡mantenerlas sanas y abrigaditas cuando hay tormentas! Por otra parte, si fuera solo yo quien hablara o expresara ideas o sentimientos, sería como toda esa gente que no se desarrolla como compositor porque se cree más importante que la canción misma. Un verdadero compositor vive todas las aventuras necesarias y luego deja que la canción hable de ellas a su manera: La canción es tan sabia sobre sí misma como un niño.

¿Entonces, cuál es tu método de trabajo a la hora de componer material nuevo? Quiero decir, ¿te levantas por la mañana y vas a tu estudio o las ideas simplemente te llegan mientras haces otras cosas?

Las canciones llegan a las 4 de la mañana cuando no es ni de día ni de noche. Básicamente, suenan a través de la ventana y yo las copio. Obviamente, tengo que tocarlas flojito porque a nadie más le interesa escuchar canciones a las 4 de la mañana. Me han dicho que todo esto viene de mi propia cabeza, pero yo no me siento tan inteligente.

He sabido que tienes sinestesia musical. ¿Cómo funciona? ¿Te ayuda a construir canciones?

Me ayuda a recordar todos los acordes, lo cual sería imposible si no estuvieran codificados por colores. Tengo tres empresas discográficas y escribo canciones desde que tenía 9 años, así que es útil poder decir «Amarillo con un toque de aguamarina en magenta más verde», etc. Y me da una impresión visual del vocabulario sonoro que en cierto modo completa la imagen. Los colores me ayudan a ver la belleza más claramente… y bello significa necesario, no “bonito”.

Ha pasado bastante tiempo desde que empezaste tu carrera. ¿Recuerdas quiénes fueron tus referentes femeninos en aquel entonces? ¿Te sientes ahora una de esas figuras para la nueva generación de chicas que quieren emprender este camino?

Recuerdo a Exene Cervenka, de la banda X y la dibujante Lynda Barry, además de varias científicas. Espero que en el futuro haya más músicos “humanos” que sean mujeres y menos mujeres disfrazándose, maquillándose, bailando y tonteando ¿sabes? Es vergonzoso que fomentemos ese tipo de alardes en ambos sexos.

Conozco docenas de mujeres que son músicas increíbles y ninguna de ellas está en la industria discográfica. Sus canciones son personales y sagradas para ellas, por lo que la idea de vender moda y productos que resulten “simpáticas” en la radio les parece incorrecta. El negocio de la música se ocupa principalmente de la moda y sus productos, no de las canciones en sí, porque a un verdadero oyente de música no se le puede decir qué comprar. Por eso la industria prefiere tratar de convencer a personas a quienes no les importa mucho la calidad para que compren productos simplificados. Así es más fácil para ellos.

¡Necesitamos humanos enamorados de la música para cambiar esta ecuación!

Las grandes compañías musicales son conocidas por favorecer un ambiente incómodo para las artistas femeninas porque, históricamente, las personas que tomaban las decisiones eran solo hombres la mayoría de las veces. ¿Crees que se han producido avances en materia de visibilidad femenina en los puestos de mando?

Necesitamos desalentar la cosificación como un tanto a favor de la industria. El 90 por ciento de las personas que llamamos músicas son simplemente exhibicionistas, no compositoras, porque la industria corporativa recompensa a quien se arrima al dinero, el cual nos figuramos que está en manos de los hombres. Si las mujeres se negaran a hacer esto, veríamos grandes cambios en el panorama sociocultural así como en nuestra banda sonora compartida.

Has sido muy leal a los sellos independientes (4AD, Fire y tus propios sellos). ¿Alguna vez ha sentido la tentación de ingresar a empresas más grandes?

Estuve en Warner Brothers Records durante muchos años (licenciaban sus discos en solitario y los de Throwing Muses en los USA, mientras en Europa seguían siendo 4AD), pero encontré que el producto sexista que querían insultaba al oyente y me negué a ser parte del problema. Nunca quise ser una estrella del pop, de esas que están de moda un año y pasadas al siguiente. Quería ser una verdadera música, una que trabaja toda su vida. Así que cambié mi primer disco en solitario, ‘Hips and Makers’, por mi libertad contractual y la libertad contractual de Throwing Muses.

No tuve ningún problema con las personas que trabajaban en Warner, pero sí con el monstruo monolítico que mantiene fuera de la industria a la música real.

¿Hay una secuela de “Rat Girl”, tu libro de memorias?

Lo publiqué el año pasado. Se llama «Seeing Sideways». Se trata de criar a cuatro hijos en un autobús de gira.

Ahora estás embarcada en una gira que te lleva a pequeños lugares íntimos. ¿Te sientes más cómoda en este formato? ¿Qué opinas de esos grandes festivales que parecen arrasarlo todo?

No he visto que la música sea muy efectiva en grandes espectáculos, ya sean míos o de otras personas. Cuando la música funciona, cuando realmente sucede eso, es porque los intérpretes y los oyentes comparten una energía apasionada, como una respiración circular. Los grandes espectáculos no son lo suficientemente intensos ni lo humanamente íntimos para crear esa intensidad. ¡Son más bien fiestas por las que puedes deambular buscando algo que te interese más en un sitio u otro!

Así que toco en lugares que inician una conversación emocional sobre la canción, donde deja de importar quién toca y quién escucha. Esa es la esperanza, en cualquier caso. ¡Y depende de un poco de magia!

Texto: Fermín García

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