Hay grupos cuya nacionalidad es reconocible al primer acorde. Stackridge no podían ser de ningún otro lugar: Inglaterra. De Bristol, para ser concretos; aunque el oído no me da para reconocer condados y ciudades, no vayan a pensar que voy de sobrado. Mezcla de folk, rock progresivo y melodías de música de principios de siglo aderezado todo con mucho sentido del humor y tradición circense. Como unos Bonzo Dog Band pero tomándose a sí mismos un poco más en serio.
Donde aquellos rozaban lo absurdo y lo grotesco estos combinan el humor con excelentes melodías pop. Se reeditan The Man In The Bowler Hat y Extravaganza, tercer y cuarto disco, respectivamente, de su carrera. Ambos llegan en versión doble cd con piezas grabadas para la BBC, tanto con público como en estudio.
The Man… fue producido por George Martin, y quizás por su mano y conducción, fue el único disco del grupo que alcanzó el top 20 en el país natal del grupo. Los arreglos orquestales de Martin les da una cohesión extra, algo que no habían conseguido en los discos anterior entre tanto batiburrillo estilístico. «God Speed The Plough» es de una belleza memorable. Y «Fundamentally Yours» es el éxito que nunca fue. Tuve que mirar los créditos ya que esperaba encontrar a Macca en ellos. El resto del disco tiene subidas y bajadas, pues no todas las canciones son memorables.
Creo que Extravaganza es un disco más coherente y cohesionado, aunque no incluya un corte tan especial como los dos antes mencionados. La formación se ha renovado, resistiendo solo el sempiterno Andy Davies (guitarra y voz) y el multinstrumentista Mutter Slater, pero apenas se notan las bajas. Elton John es quien apuesta por ellos esta vez, fichándolos para su recién estrenado sello discográfico: Rocket Records. Y pese al apoyo del famosísimo músico el disco cae en el ostracismo más burdo, relegándolo a la categoría de «culto». Una pena.
Stackridge nunca llegaron a ser relevantes, tan siquiera alcanzaron un puesto honroso en la segunda fila. Espero que estas reediciones les abra las puertas para llegar a los eternos exploradores y melómanos de mente abierta.
Texto: Sergio Martos