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ZZ Top – Orpheum Theatre, Memphis (Tennessee)

 

Imagino que para los locales o habituales de la zona y que asisten a shows en este tipo de locales debe ser lo común, pero para el foráneo, solo ver y pisar las estrellas de las figuras que han pasado por allí, y que adornan el paseo exterior, la emoción se dispara a unas cuotas muy altas, generando por lo tanto grandes expectativas. Éstas aumentan al acceder al majestuoso recinto, así como que la predisposición de que el show que estas apunto de presenciar, se convierta en algo especial.

 

Un teatro totalmente de asientos y con un público donde abunda la veteranía, es el que recibirá al trío de Texas, en una de las fechas seleccionadas fuera del tour “Sharp Dressed Simple Man Tour” que vienen compartiendo con Lynyrd Skynyrd. Siempre me ha fascinado la puesta en escena de la banda, sin grandes producciones, pero cuidando detalles en el “attrezzo” de escenario. En esta ocasión se trataba de amplificadores a juego con leds, pies de micro que imitaban a cilindros de un motor y que mutaban en diferentes colores flúor con el logo de la banda, y una batería futurista con barriles de Whisky en formato 3D adornado los bombos.

Pero todo ese decorado, no valdría de nada, sin unos músicos que defiendan un setlist que pivotó entre el lado “mainstream” de la banda, demostrado con el arranque de “Got Me Under Pressure” y el clásico, ese de esencia blues, expuesto por ejemplo con “Waitin’ For The Bus”.  Así mismo, destacar que la banda ha recuperado piezas menos habituales como “Pearl Necklace”, que enlazada después de “Gimme All Your Lovin’”, en la parte inicial del show, que supone uno de los puntos fuertes del mismo y que te engancha.

Está claro que el trío tiene una baja (Dusty Hill) difícil de cubrir, pero Elwood Francis, sin querer acaparar demasiadas miradas, cumple a la perfección y se adapta al rol de la banda sin problema, compaginándose de forma perfecta con Billy Gibbons. Un Gibbons que se mostró muy comunicativo, con “speaches” sobre la ciudad, Elvis, etc… y que llegó a mantener alguna mini conversación en primera persona con gente del público, como si los conociera de hace tiempo. Asímismo, cogió uno de los vinilos que le ofrecieron para firmar, bromeando si era un regalo, que no lo tenía, y pasárselo a Frank Beard. Éste último en un plano discreto, siempre saca un sonido de su batería marca de la casa y único, entre futurista y retro.

Con todo esto, el show avanza hacia el terreno de los clásicos como  “Just Got Paid” o “Sharp Dressed Man”, y que da paso a las guitarras de peluche de “Legs”, que representa el final. Para el bis, se retoma la esencia de los inicios con “Brown Sugar”, que se enlaza con la vacilona “Tube Snake Boogie”, y que da paso al imprescindible final con una extensa “La Grange”, dándole un toque diferente, con coreografía incluida y que da por finalizado un show entre lo emocionante y lo personal, teniendo en cuenta el concepto del mismo. Por lo visto en escena, la banda parece que tiene cuerda para rato más, valorando en los parámetros que se mueve actualmente, y su público (al menos en USA), se mueve en la misma línea temporal que la banda, por lo que parece que mientras ambos puedan aguantaran juntos.

Texto y fotos: Óscar Fernández Sánchez

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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