Asistir a un show de Cheap Trick en la soleada California, representa que su propuesta musical encaje a la perfección con el entorno, y aunque esa noche en Costa Mesa el aire decidiría soplar con una brisa más fría de lo normal para la época, después de pasar la mañana en las playas de la cercana Laguna Beach, acercarse a media tarde al anfiteatro donde se realizaba el show, fue un fin de jornada perfecto.
Pero dejemos al margen jornadas vacacionales y centrémonos en el evento, y sí, lo denominaremos evento, ya que el concepto de “parking Lot” junto al de anfiteatro, es sencillamente, 100% Made In USA. Está claro que el tiempo ha pasado para los asistentes (como para la banda), y donde posiblemente antes habría previas salvajes en el parking junto a sus vehículos, ahora hay previas relajadas, colas ordenadas para acceder al recinto y a posterior para adquirir merchandising, comida, bebida y dirigirse a su asiento correspondiente.
Con esos rituales aplicados de forma estricta, todo está preparado para recibir a la banda, una banda que está compartiendo fechas con Rod Stewart, pero que, en esta ocasión, se presenta en un show propio. Como viene siendo habitual en los últimos tiempos, Rick Nielsen, Robin Zander y Tom Petersson se acompañan de la familia como soporte para sus shows, encargándose Daxx Nielsen de la percusión y Robin Taylor Zander de guitarras y voz, teniendo este último su momento de gloria con la excelente interpretación vocal del clásico “Downed”. Así que te recomiendo desde aquí, que le prestes atención a su carrera en solitario.
El rol de los miembros clásicos de la banda es el habitual, Rick sigue siendo el eterno adolescente gamberro y travieso, moviéndose sin parar, rasgando guitarras imposibles e interactuando mucho con la gente, explicando historias y presentando temas. Robin cubre la cuota de guaperas, algo así como el novio rockero perfecto, aunque se le nota algo más relajado, su imagen no dejando de lado en ningún momento su gorra “Dream Police”, le dan el punto de actitud necesario. Tom marca la base rítmica de forma perfecta y aporta su clase, tanto a nivel de estilo, como cuando toma las riendas con su solo, e interpretando de forma espectacular “I Know What I Want”.
Los sonidos que pudimos disfrutar, se basaron en un 90% en su primera etapa, y a un inicio con “Clock Strikes Ten”, “Just Got Back”, Stiff Competition” y “Big Eyes” de un tirón, pocas pegas se le pueden poner, sino todo lo contrario ya que es una elección perfecta para fans. “California Man” representa las presentaciones, saludos, recordatorios de otros shows en la zona, y el acceso a la parte central del show, que te lleva a “The Flame”. Teniendo en cuenta la reacción del público, esa balada es imprescindible en el repertorio en territorio americano, arrancando en clave acústica y finalizando entre mecheros y electricidad, uno de los momentos álgidos de la noche.
Con la triada final de “I Want You to Want Me” en versión acelerada, una “Dream Police” algo deslavazada ya que es escogida por Rick para su show habitual del lanzamiento masivo de púas y la imprescindible “Surrender” que cuenta con la colaboración en los coros de la banda telonera The Tubes, llegamos a la despedida con “Goodnight”, sin volver para un bis.
La banda solo se mantuvo en escena durante una hora y quince minutos que se pasaron volando, suponiendo esto la única pega a un show al que han sabido buscar los apoyos necesarios para adaptar su propuesta y disfrutar ellos mismos y todos los asistentes, aunque está claro que la mayoría de ellos esperaban algún tema favorito que se quedó en el tintero,
Como último apunte, me resulto curioso que una parte del público abandonaba el recinto cuando aún quedaban un par de temas por sonar, como en los eventos deportivos. La respuesta la tuvimos al salir, ante el colapso del parking para poder movernos en dirección a la salida, y el intenso tráfico nocturno de vuelta a Los Ángeles.
Texto y fotos: Óscar Fernández Sánchez
